Ore Monogatari!! (Mi historia de amor) de Kazune Kawahara y Aruko


Ore Monogatari!! es un shōjo (cómic manga dirigido a chicas adolescentes) bastante peculiar. Para empezar, el protagonista no es una chica sino un chico y, para acabar, éste no es un joven apolíneo sino un gorilón enorme y torpe, parecido físicamente al Akagi de Slam Dunk.

La coña empieza desde el título y la ilustración de la cubierta. Ore es la manera basta y masculina de decir "yo" en japonés (monogatari es "historia, cuento"). Por si fuera poco, el título lleva doble signo de exclamación. Es decir, en vez de tener la fina y tímida vocecita de una colegiala nipona nos encontramos con el vozarrón de un mastodonte gritando "¡¡MI HISTORIAAAA!!" mientras se señala a sí mismo en una postura bastante cutre.

Él es Takeo Gōda, un armario de dos puertas enamoradizo que ha sido testigo en primera fila de cómo sus compañeras de clase se prendaban de su atractivo amigo Suna y él las rechazaba sin compasión. Este cacho de pan, que se pasa el día ayudando a ancianas y rescatando gatitos (literalmente), acabará salvando a guapa Rinko Yamato y ahí, justo ahí, empezará todo.

La historia es muy tierna y cursilona, pero cursilona porque Takeo y Rinko son muy torpes y no saben cómo comportarse. Ella es muy nerviosa y él es incapaz de captar las sutilezas. Esto trae la otra gran baza de la serie, que es el humor. Me he reído mucho con el primer tomo, que tiene un final tronchante por lo absurdo de la situación.

El guión lo escribe Kazune Kawahara, autora más conocida por el manga High School Debut (Kōkō Debyū en japonés). Por su parte, el dibujo corre a cargo de una artista que trabaja bajo el pseudónimo de Aruko (por lo visto, originado a partir de su nombre auténico, Ryōko). El estilo me gusta porque no es tan recargado como el de los mangas que yo recordaba.

De acuerdo con mi pareja, que ha leído más cómics de este género, esto se debe al influjo del manhwa, el cómic surcoreano, más realista que el japonés, como apunté y se puede comprobar en la entrada sobre Wallman de Boichi. Así, adaptándolo al cánon nipón, suavizándolo y haciéndolo todavía más kawaii (mono, cuqui), obtenemos un estilo menos lírico, menos artificioso y más creíble.

Si la serie no se desmadra (que, desgraciadamente, lo hará), me parece una historia fantástica, romántica y muy divertida, sin que un aspecto anule el otro. Si te gustan los relatos adolescentes acerca del primer amor, este te hará disfrutar de verdad.

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