El rey Lear de la estepa de Iván Turguéniev es una versión en prosa y adaptada al entorno ruso de la obra teatral de El rey Lear de Shakespeare.
En el drama inglés, el monarca decide repartir su reino entre sus tres hijas. Cuando les pide que declaren su afecto por él, dos de ellas le regalan los oídos mientras que la tercera, Cordelia, evita hacerlo y simplemente le responde que le profesará el amor que toda hija siente por su padre. A Lear, arrobado por las lisonjas de las otras dos, le suenan a poco las palabras de Cordelia y la deshereda. Al final, descubrirá cuán equivocada fue su decisión, dejándose adular por la mentira y despreciando la sinceridad de su hija menor.
En la estepa, Lear se llama Martín Petróvich Járlov y es un mastodóntico viudo ruso de voz atronadora que, tras interpretar un sueño como una visión agorera de su postrera hora, decide repartir sus propiedades entre sus hijas. Aquí, la progenie la conforman dos chicas y no tres, y parece que ninguna de ellas será Cordelia. El papel de buena consejera lo tendrá Natalia Nikoláievna, la madre del narrador, un joven de menos de quince años que es testigo de la caída del gran Járlov.
La presentación de los personajes es buena, si bien son típicos y planos. Se hace una descripción física y psíquica entrañable de todos ellos, muy bien perfilados, sólo confundibles por los cincuenta mil nombres que tienen, entre patronímicos, diminutivos y motes. Turguéniev sabe dosificar la historia y hacerla progresar con morosidad. Pero, aunque disfruté de la narración, quedé insatisfecho. Como me apuntó mi pareja, la razón que yo no sabía verbalizar era que "la obra se había pasado de largo para ser cuento y se había quedado corta para ser novela".
Después de un desarrollo tan reposado, el desenlace de esta nouvelle de 172 páginas pasó demasiado veloz. Me quedé con ganas de que el autor profundizara en los pensamientos e intenciones de las hijas, que en todo momento desconocemos. ¿Por qué tratarían mal a su padre? ¿Hizo algo mal más allá de donar sus posesiones antes de estar de cuerpo presente en el ataúd? Járlov aparece como inocente ante mis ojos, un hombre simple, ingenuo. ¿Y sus hijas? ¿Quiénes son ellas? ¿Por qué actúan así?
El rey Lear de la estepa es una lectura agradecida y agradable. Al cerrar el libro, sin embargo, da la sensación de ser el esqueleto de algo mayor abandonado con prisa antes de tiempo, un coitus interruptus literario cuyo orgasmo desinflado opaca todo el trabajo y el placer conseguidos antes del cénit.
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