Creo que Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia de Zack Snyder es la película de superhéroes que ha tenido peores críticas hasta la fecha. Se estrenó en marzo de 2016 pero no la vi hasta agosto, durante el vuelo de mis vacaciones. En su día no fui al cine a causa de las agresivas críticas que le llovieron. Por lo que decían, era más infame que abortar en el altar de una iglesia.
Lo bueno de esto es que uno se acerca con unas expectativas tan bajas que no se arriesga a sufrir la decepción que padecieron sus primeros espectadores. Y es que desde el primer anuncio del proyecto, la gente imaginó que iban a rodar la adaptación de Batman: El regreso del caballero oscuro (Batman: The Dark Knight Returns) de Frank Miller.
El público esperaba esa genialidad y no la encontró. En su lugar, había un potaje donde cabían tanto la obra de Miller como el también famosísimo cómic de La muerte de Superman. Estos son los dos que, con lo poco que conozco de DC, me vinieron a la mente instantáneamente. Pero desde otras páginas web han apuntado otros como Injustice: Gods among us o La broma asesina.
El principal ataque que recibió fue que su guión no tiene pies ni cabeza y, la verdad, me sorprenden estas quejas. Escuadrón Suicida, que había visto antes ese mismo agosto, no recibió ni la mitad de críticas negativas que Batman v. Superman, cuando claramente es infinitamente peor: no solamente la trama no tiene sentido sino que, directamente, salió mal montada de posproducción.
Si se analizan las incoherencias y fallos de la película de Snyder, una de Marvel no tiene nada que envidiarle. Los Vengadores, que disfruté mucho, no sólo tiene momentos contradictorios en su trama sino que acumula numerosísimos errores de racord. En general, sea por sus buenas campañas de marketing o lo que fuere, el público le perdona a Marvel lo que le reprocha a DC.
No voy a defender la película. Me resultó entretenida y no me pareció peor que muchas otras. Los efectos especiales y las batallas me resultaron muy espectaculares, y eso que las vi en la mini pantalla del reposacabezas del pasajero de la fila delantera, que reclinaba el asiento hacia atrás y hacia adelante con una asiduidad que pedía a gritos una patada en los riñones.
La tan cacareada conclusión del ansiado combate entre el hombre de acero y el señor de la noche no me molestó en absoluto. Hasta me pareció lógica: ñoña pero coherente con los flashbacks que se van mostrando. Tenía muy claro que, de no repetir a pies juntillas la batalla del cómic, igualmente iban a acabar la pelea en un empate, dejando bien a ambos héroes.
Más grave me parecen las actuaciones. Henry Cavill como Superman y Ben Affleck como el hombre murciélago me transmiten cero emociones. Son como dos robots. Los podrían haber hecho con ordenador, con esos ojos de pescado muerto que tienen los personajes CGI de los videojuegos, y hubieran estado igual de bien. Amy Adams como Lois Lane también me parece plana como un sello.
Jesse Eisenberg como Luthor me resulta tan insoportable como Andrew Scott haciendo de Moriarty en la serie de Sherlock Holmes. Se supone que su actitud estrambótica debe provocar desazón e incomodidad en el espectador, pero sólo resultan molestos como la voz mal modulada de un adolescente en un coro de canto a cappella.
Creo que el aluvión de insultos hacia la película fue fruto del efecto bola de nieve que provoca internet, del mismo modo que el remake de Cazafantasmas fue vilipendiado hasta el extremo porque algunos se sintieron atacados en la nostalgia. Batman v. Superman se mantiene en la paupérrima línea del cine palomitero actual: no es peor, es igual de mala.
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