Sicario (2015) |
No me estremecí con esta historia fatalista y previsible sobre la lucha contra el narcotráfico. Su modo de narrar frío, desangelado, que busca recrudecer el tema que trata y dejar todavía más desamparada a la protagonista frente al mal que encara, me dejó más indiferente que afectado. Se me quedó la misma cara que a Benicio del Toro.
El médico africano (Bienvenue à Marly-Gomont, 2015) |
Esta comedia francesa supuestamente amable aúna supuesto humor galo con situaciones irrefutablemente duras e incómodas. Relata la experiencia de un médico africano en la campiña francesa en los años 70 quien, junto a su familia, deberá hacer frente al racismo imperante. Reírme me reí poco; odiar a los franceses, muy mucho.
La trama (Broken City, 2013) |
Mark Wahlberg vuelve a hacer de antihéroe de barrio en esta trama de corrupción política en la que interpreta a un ex policía convertido en detective privado. Creo que no me pareció mala. Lo cierto es que no la recuerdo demasiado. Sé que Russell Crowe hacía de Russell Crowe y que Catherine Zeta-Jones hacía lo propio. Para esquivar una tarde de domingo en Antena 3 cumple de sobra.
Frida (2002) |
Al ser un guión tan centrado en un personaje, la interpretación es crucial... y fracasa estrepitosamente. Pensaba que me gustaba Salma Hayek como actriz, pero tras ver Breaking up y este biopic de la famosa pintora mexicana, he descubierto que, decididamente, no. ¡Si he repasado su filmografía y apenas he visto películas suyas! En fin, tras ver repetidas veces las escenas en las que enseña las tetas, sigo sin tener claro por qué pensaba eso.
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