Vivir cerca de una biblioteca es calidad de vida. Siempre lo repito y mi pareja siempre me contesta: "¡Pero si no vas nunca!". Y es cierto, voy poco, pero cuando voy, ¡premio! En la estantería de recomendaciones había este libro: Un lloc anomenat Antany. Autora eslava y traducción catalana, una conjunción que me ha dado grandísimas alegrías tales como:
- La maleta de Dovlátov, traducido por Miquel Cabal Guarro
- Memòries del subsòl de Dostoyevski, traducido por Raquel Ribó
- El crit de l'ocell domèstic de Maksim Ósipov, traducido por Arnau Barios
- Morfina. Relats d'un jove metge de Bulgákov, traducido por Jaume Creus i del Castillo
La narración recorre la historia de una aldea llamada Antany (Antaño) desde el estallido de la Primera Guerra Mundial hasta décadas después de la Segunda Gran Guerra resiguiendo el camino de tres generaciones de una misma familia. Pero no sólo saltamos de madre a hija. También nos metemos en la piel del rico del pueblo, del cura, de la vieja enajenada, de la prostituta, del fantasma.
Cada capítulo es una aproximación distinta a lo que ocurre, pues cada uno se sitúa en la piel de un aldeano distinto. Esta novela coral no deja desamparado a ninguno de sus personajes y muestra su evolución como testigo del paso del tiempo, mostrado con envidiable fluidez e inteligencia. Los vemos aparecer y desaparecer, sucederse y extinguirse.
Su mezcla de realidad y mito refleja cómo hubiera sido el realismo mágico en un mundo cubierto por la nieve, un estilo acaso más contenido y discreto, pero talmente fascinante y cautivador. Desde la magia de los encantamientos, a los poderes ocultos de la Naturaleza y el misticismo religioso, estas pinceladas fantásticas completan e iluminan una pintura profundamente íntima.
Recuerdo que tras un inicio que me atrapó, los capítulos entre ambas guerras llegaron a decepcionarme. Los tomé como el presagio de un libro aburrido. Me equivoqué. Las siguientes páginas volvieron a reavivar mi atención. Me dejé arrastrar por el relato, disfrutando de la prosa y esperando con avidez qué sería lo próximo que les sucediera a los personajes y su aldea.
Un lloc anomenat Antany es una de mis más gratas sorpresas como lector de este 2017 y, creo también, de estos últimos años. Con las apenas 250 páginas, Olga Tokarczuk deja patente en esta su tercera novela las cualidades que la han colocado en el lugar que le corresponde en la actual literatura polaca. La recomiendo sin dudarlo.
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