Lo compré porque nada más abrir sus páginas me enamoré. Kairos es visualmente apasionante. Es una búsqueda frenética, con pequeñas pausas para tomar aire antes de lanzarse a por más. Su dibujo bebe muchísimo de animación gracias a la formación de su autor, Ulysse Malassagne. Hubiera sido perfecto de no ser por la ingenuidad de su historia.
La aventura de Nills en pos de su amada a través de una tierra de brujería y espada termina como uno sospecha. Pero dicha conclusión, que contiene un poderoso mensaje, resulta precipitada y poco sutil. Una reprimenda de tres páginas frena todo el frenesí del libro y no va más allá, quedándose en la superficie. De haber desarrolado mejor la idea que conduce el libro, hubiera sido una obra de diez.
Con Chica y Lobo la cosa fue más o menos igual. Roc Espinet también es un autor con formación de animador cuyo estilo captó mi interés nada más entrar en la tienda de cómics. La preciosa edición facilitó demasiado el impulso de sacar la cartera del bolsillo. Esta alegría inicial, sin embargo, no hizo más que desinflarse a medida que pasaba las páginas en casa.
Su relato sobre un pueblo medieval asediado por lobos, con una muchacha muy torpe como única esperanza, cae en una ñoñería tras otra. Kairos parece una obra de arte y ensayo a su lado. La psicología de la protagonsita parece una veleta, y hay comentarios tan ingenuos que, de no ser por la escabechina, uno pensaría que está leyendo un tebeo para niños.
Si algo bueno saqué de Chica y Lobo fue conocer Spaceman Project, una plataforma de crowfunding especializada en cómics que, tras la recaudación, ayuda a los autores con la publicación y distribución. Es una idea magnífica que ayudará a muchos artistas a sacar su primera obra al mercado. Repasando los proyectos ya publicados, alegra ver la buena salud del proyecto.
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