Origin y Dr. Stone, dos mangas de Boichi


Wallman, publicado en España por la genial Milky Way Ediciones, fue el primer manga de Boichi que leí. La misma editorial también tradujo su antología de historias cortas Hotel, que no he leído. Como ha pasado con otros autores de manga, una vez que Milky Way lo descubre para el mercado patrio, el resto de grandes editoriales se han lanzado a su búsqueda y captura.

Este pasado octubre, Panini publicó Origin, la última creación hasta la fecha del dibujante. Pero en mayo, Ivréa empezó con una de las series de mayor éxito de la Shonen Jump: Dr. Stone. Cabe señalar que esta última, está guionizada por Riichiro Inagaki, autor también de las tramas de Eyeshield 21, un manga sobre fútbol americano.

De Origin sólo he leído el primer tomo y poco tengo que decir respecto a lo que ya dije sobre Wallman. Boichi es un ilustrador impresionante. Deja con la boca abierta al lector. Domina las escenas de acción, el gag cómico y las escenas picantes. Desgraciadamente, sus historias dejan mucho que desear.

Origin es un robot con forma humana que vive en el Tokyo de 2048, una megalópolis asolada por la alta criminalidad. Su objetivo, de acuerdo a lo que le dijo su padre-inventor antes de morir, es "vivir como es debido". Persiguiendo estas vagas palabras, el androide busca comprender tanto a los humanos como la manera más correcta de coexistir con ellos.

Esto provocará situaciones graciosas durante el día, que contrastarán con su actividades nocturnas en los bajos fondos a la zaga de nuevas piezas mecánicas. Aunque el planteamiento no está mal, el progreso de la trama aburre y ya presenta las primeras incoherencias, agravadas por fallos en la traducción. Viendo que todavía no ha terminado en Japón, dudo que la continúe.



Con Dr. Stone me ha pasado algo parecido. Aunque el guión no es de Boichi, y la idea prometía mucho, ha avanzado demasiado rápido para mi gusto. No encontramos ante otro manga de ciencia ficción que no sitúa más allá del año 5000. La civilización que conocemos hoy en día ha desaparecido y el planeta Tierra vuelve a estar dominado por la Naturaleza.

Un misterioso suceso convirtió a toda la Humanidad en estatuas de piedra. Tres mil años despues, Senku, un joven genio científico, resucita. Cuando comprende lo que ha sucedido, se fija un único objetivo: despertar al resto de gente y reconstruir desde cero la civilización, una ardua tarea que paso a paso se va haciendo realidad.

El problema es que, pese a que los primeros éxitos son más o menos creíbles o aceptables, dado que son logros a pequeña escala, la cosa se desmadra cuando se propone contruir un móvil o un coche. Aquí ya se ve que es una historia enfocada a los adolescentes, a mostrarles cómo gracias al conocimiento científico pueden disfrutar de aquello que más ansían.

Lo mejor es que si Boichi es divertido en Wallman y Origin, aquí es desopilante. Las muecas de los protagonistas no tienen precio, y el elenco de personajes estrafalarios no termina nunca. Incluso, si miramos más allá, es posible que de estas carcajadas salgan una nueva generación más atraída por los matraces y los chips que por el oro y los culos de los videoclips. Desde luego, no es poco.

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