La noche de 12 años


La noche de 12 años es una película dura y conmovedora que narra el aislamiento que vivieron los miembros del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros durante la dictadura militar uruguaya. Aunque fueron nueve los presos convertidos en rehenes para evitar que los tupamaros llevaran a cabo nuevas acciones armadas, la historia se centra en tres.

El español Antonio de la Torre interpreta a José Alberto "Pepe" Mujica, mientras que el Chino Darín (hijo de Ricardo Darín) y Alfonso Tort encarnan a los escritores y periodistas Marucio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro, respectivamente. Seguimos a los tres actores en su traslado continuo durante doce años de calabozo en calabozo a lo largo del país.

El director, Alvaro Brechner (Mr. Kaplan, Mal día para pescar), carga el peso de la cinta en el apartado psicológico de los personajes más que en los acontecimientos históricos. Para lo segundo, un documental ayuda a entender mejor lo sucedido. Nos sumimos, entonces, en la mente de estos tres hombres que sufrieron un aislamiento durante más de 4300 días.

La película consigue avanzar sin flaquear durante largas escenas sin diálogos donde sólo tenemos al actor, el juego de cámara y el sonido. Las escenas, los momentos que muestran, incorporan cierta visión lírica, metafórica, que no desvirtúa la realidad de lo ocurrido. Por el contrario, refuerzan, a la vez que hacen más llevadero, la crueldad de la que somos testigos.

Inteligentemente, este horror nos llega sin constantes imágenes de torturas. La soledad y el silencio son las armas con las que van descomponiendo poco a poco a los tres prisioneros. Si bien es cierto que todos hacen un gran papel, fue Antonio de la Torre quien me hizo romper a llorar en más de una ocasión. Y parece mentira, viendo su actitud payasa durante las entrevistas.

Tanto Rosencof como Huidobro tienen mujer e hijos fuera. Además, ambos consiguen llegar a comunicarse entre ellos durante el cautiverio. Pero Mujica pasa miles de horas en soledad, hablando solo, volviéndose loco. Pepe tiene a su madre ahí fuera, que espera y espera. La mirada de desamparo de Antonio de la Torre se me acabó por quebrar como una criatura de cristal en el vientre.

Incluso, tal vez, me vi afectado por los resultados electorales recientes, y por la escalada de la ultraderecha en todo el mundo, y porque parece que hemos olvidado todo y volvemos a tomar los peligrosos caminos de siempre. Sin que parezca que nadie puede detenerlo, el borde del precipicio se vislumbra cada vez más cerca.

1 comentario

aningunsitioperoquesealejos dijo...

También he reseñado un libro de Mauricio Rosencof en el que habla de su cautiverio:
Las cartas que no llegaron de Mauricio Rosencof