The night comes for us de Timo Tjahjanto


Se le ha dado mucho bombo a esta película de artes marciales. Incluso mi pareja me sorprendió asegurando que quería verla, que en Sitges había recibido muy buenas críticas. Su director es Timo Tjahjanto, el mismo que trajo al mundo Headshot. Si la anterior se quedó a las puertas de las dos horas, esta las supera. Pero el índice de aburrimiento sigue siendo el mismo: abismal.

Y es que el exceso hay que saber manejarlo. Redada Asesina fue aquella maravilla que nos dejó a todos con la boca abierta con cada golpe brutal de Pencak Silat, un estilo de lucha que muchos conocíamos por primera vez. Ahora, viendo las herederas de aquel baño de sangre y huesos rotos, se aprecia lo difícil que es repetir a cabo algo similar.

Timo Tjahjanto no es Gareth Evans. ¿Es posible que nuestra visión occidental tenga algo que ver en la jerarquía que trazo entre ellos? Lo que puedo afirmar es que tanto Headshot como The night comes for us me saturaron. Tras la fascinación inicial, llegaron el agotamiento y los comentarios jocosos. La demasía se casa pronto con la parodia.

Es tan desmesurada la carga de testosterona que el espectador no puede más, no pide más. Es habitual tragarse una película de acción llena de aburridas peleas sólo porque al final hay un combate que promete hacerte saltar del asiento. Pero aquí antes a la mitad ya estás empachado de ultraviolencia. No se dosifica bien absoluto.

Nunca se le pide mucha coherencia al cine de artes marciales, y este guión no se va a salir de esa línea. Es más, se aprovecha para, incluso, presentar personajes con una biografía tan desconocida como sus motivaciones. La excusa puede estar en una posible trilogía, según adelanto el director en su cuenta de Twitter, pero eso no deja que la historia cojee y el público se quede a medias.

The night comes for us es una oda a la exageración mal medida y peor llevada, que provoca sopor. Uno se pregunta por qué tarda tanto en caer alguien que lleva tres puñaladas en la espalda y un tajo en el cuello, por qué tiene que seguir viendo a un tipo renqueando agónicamente hasta el final de un pasillo. Uno suplica que termine para poder irse a domir.

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