Hoy en series de derechas: La Casa de Papel [Spoilers]


La gente ha flipado con esta serie. De entrada, y dado el hype extremo, sumado a que es española, tuve mis reservas. Colegas del trabajo nos insistían tanto a mi pareja y a mí que, al final, cogimos un fin de semana y vimos las tres temporadas emitidas hasta la fecha en Netflix. Y habiéndolas consumido de principio a fin, podemos afirmar que la serie es un deux machina en sí misma.

Más allá de la planificación absurda que hace el personaje de El Profesor y lo poco profesionales que resulta la mayoría de la banda, lo que me sorprende son las pocas críticas que he visto al conservadurismo del guion.

Cuando en la primera temporada nos encontramos a Denver, uno de los ladrones, aleccionando a una de las rehenes para que no aborte, nos quedamos de piedra. Al atracador le faltó sacar el misal del mono naranja. Lo fuerte es que la trama avanza con un síndrome de Estocolmo enfermizo en el que la mujer se enamora de su secuestrador y decide tener al bebé con él.

Luego está el personaje de Berlín, con una legión de seguidores, que se dedica a abusar de otra de las rehenes y ésta, pensando que han asesinado al resto, se deja hacer para poder sobrevivir. Cuando, al final de la segunda, ella planea vengarse del cerdo que la ha estado violando, el director ve a bien incluir una especie de justificación y expiación del tipejo, que acaba muriendo como un héroe.

No es menos ofensivo el tratamiento de la inspectora, una mujer maltratada por su ex marido y seducida con engaños por El Profesor para sonsacarle información, a la que le contagian el mismo virus que a la rehén que iba a abortar. Seguro que hizo méritos para estar donde está, pero en la serie no sale a relucir ninguno. Se comporta como una persona completamente anulada.

Me recuerda demasiado a Palmeras en la nieve, otra producción de Atresmedia. Unas circunstancias despreciables son presentadas como plausibles. Su gravedad no es cuestionada porque hay un bien mayor a proteger: el amor romántico, por muy tóxico que sea. Por muy jodidos que estemos, este sentimiento lo ensalza y beatifica todo, por muy sórdido que sea.

En la tercera temporada buscan ser menos machistas y más gay friendly, pero de modo tosco. No hay desarrollo previo para ciertas decisiones y, repentinamente, las chicas se ponen en pie de guerra pero soltando los clichés que los hombres esperan del feminismo. En general, el argumento de la serie me parece un despropósito imposible de defender. Y, sin embargo, es un éxito a nivel mundial.

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