El Buscón (1626) es la única novela escrita por Francisco de Quevedo. En el capítulo final, el autor madrileño vislumbraba una continuación, esta vez en América:
La justicia no se descuidaba de buscarnos (...) Yo que vi que duraba mucho este negocio y más la fortuna en perseguirme, (...) determiné (...) de pasarme a Indias (...) y ver si mudando mundo y tierra mejoraría mi suerte. Y fueme peor, como V. Md. verá en la segunda parte (...)Cuatro siglos después, el guionista francés Alain Ayroles (Garulfo, De cape et de crocs) y el dibujante español Juanjo Guarnido (Blacksad, Brujeando) han hecho realidad en cómic tal afirmación.
Poco sorprende la habilidad de Guarnido con los pinceles. El virtuosismo en el apartado gráfico es indiscutible. De Ayroles no he leído ninguna serie, y tampoco lo conocía. Cabe decir que la traducción al español es del propio Guarnido y, sin duda, sorprende la calidad con la que se ha imitado el lenguaje del Siglo de Oro.
Sin haber leído El Buscón pero sí El Lazarillo y otras obras del periodo, hay que reconocer que se reproduce con fidelidad el tono y el humor de aquellos libros. Las carcajadas son amargas. El doloroso fresco de las penurias de la época contrasta con la aventura ligera que esperaba.
Dividido en tres libros como la novela, el cómic narra a lo largo de 160 páginas las peripecias de un personaje rastrero, que traicionara y engañará a quien sea necesario, inocente o culpable, con tal de abandonar la pobreza que lo subyuga. El mundo es tan severo e implacable que uno puede justificar sus actos. No se trata de moral, sino de supervivencia.
Algo que se le puede reprochar a esta historia es que, a medida que avanza, se vuelve más y más fantasiosa. Los autores quieren firmar un gran triunfo y no el castigo al eterno perdedor. Aunque también pudiera ser que, siendo el narrador el mismísimo Buscón, seamos nosotros también víctimas de otro embaucamiento. Sea como fuere, nos encontramos ante un cómic más que reseñable.
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