Título original: Kaikisen (海帰線) |
Regreso al mar (1990) es una historia bellísima que mezcla realismo y fantasía para apoyar un mensaje ecologista, o tal vez debería decir sintoísta, de respeto por la naturaleza. A cualquiera que haya visto una película del Studio Ghibli o leído Nausicaä del Valle del Viento de Hayao Miyazaki no le resultará extraño este tema dentro de un manga.
No es la primera vez que me cruzo con la obra de Satoshi Kon. Recuerdo que el primer anime que vi con mi pareja fue Paranoia Agent y que, tiempo después, también vimos juntos Paprika. No teníamos ni idea de quién era su director, ni de que compartían el mismo. Lo que nos quedó claro es que ambos guiones nos parecieron una locura difícil de descifrar.
De casualidad, mi pareja encontró Regreso al mar guardado en una de las estanterías de nuestra tienda habitual de cómics. Ni habiéndolo leído relacionamos sus páginas con los argumentos lisérgicos de aquellos dos animes. Ha sido ahora, indagando sobre él, que he descubierto la relevancia de Satoshi Kon dentro la animación japonesa a pesar de su desafortunada muerte prematura.
Pero es que a Kon no le faltaron talento ni buenos maestros. En 1984 ganó la segunda plaza de los premios Tetsuya Chiba para jóvenes autores organizados por la Young Magazine de Kodansha gracias a su doujinshi Toriko (Prisioneros). Ahí conoció a Katsuhiro Ōtomo, que lo reclutó como ayudante para Akira. Por si fuera poco, más tarde haría de supervisor en Patlabor 2 de Mamoru Oshii.
Regreso al mar supuso su primera obra en solitario. A diferencia de sus trabajos posteriores, esta historia posee una trama sosegada y costumbrista situada en un entorno rural en contacto permanente con la naturaleza. Queda lejos de los escenarios metropolitanos donde la enajenación de la sociedad actual campa a sus anchas.
Este manga, sin embargo, también puede ser considerado el germen de lo que vendrá. Está la crítica al progreso codicioso y descontrolado, que rompe el equilibrio entre el ser humano y el planeta, y que socava los valores de la convivencia, la tradición y la solidaridad. Y están los elementos fantásticos, la ficción que poco a poco acaba conquistando la realidad.
El argumento así lo refleja. En el pueblo costero de Amite busca revitalizarse con la construcción de un complejo turístico. Uno de sus principales reclamos es una extraña perla guardada en su santuario sintoísta que, según cuenta la leyenda, es el huevo de una sirena. El sacerdote deberá cuidar de ella para asegurar que la aldea sigue gozando de la tranquilidad del mar y buena pesca.
A partir de que ciertos comportamientos extraños empiezan a rodear a la esfera, el magnate de la futuro complejo quiere hacerse con ella a toda costa. El hijo del sacerdote se enfrentará a él en un intento de devolver la perla al mar y evitar la destrucción del pueblo. Cuanto más crezca la tensión, más extraordinarios se tornarán los acontecimientos a los que deberán enfrentarse.
Pese a que en el epílogo el propio Kon se recrimina, en un estilo muy japonés, la falta de disciplina con la que realizó el proyecto, acusando falta de calidad en las páginas finales, lo cierto es que es un gozo visual. Se hacen patentes sus inicios con Katsuhiro Ōtomo, con un estilo cercano al cómic europeo con una mezcla de ritmo oriental y cinematográfico.
El librito editado por Planeta Cómic es una joya, con tapas duras y formato DIN A5. El papel de las páginas es grueso pero el peso es adecuado, muy agradable para leer. Lo mejor es el buen sabor de boca que deja su lectura. Entretiene, gracias a unos buenos personajes y una buena dosis de acción, pero también nos deja un mensaje crucial: debemos respetar a toda costa el mundo en el que vivimos.
1 comentario
Grande Katsuhiro Ōtomo, sabiendo a quién Reclutar! Akira debió ser un gran proyecto al que sumarse. Fantástico manga/anime!
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