El viaje de Agustina Guerrero


Cuando empecé este cómic, me esperaba un cuaderno de viaje en plan comedia. Y si bien ambas protagonistas hacen mucho el payaso, hay un trasfondo bastante más duro. Desde el principio queda claro que será un viaje de sanación. En seguida me puse en guardia, sobre todo al ver que el alter ego de la autora empezaba a hablar de ansiedad.

Poco a poco, la depresión y la ansiedad han ido capitalizando los argumentos de muchas historias, ya fuera en páginas, en fotogramas o en hilos de Twitter. Son temas serios, no me cabe ninguna duda. El problema es que, en un mundo donde todo es amplificado por infinitas redes sociales, acabamos saturados y hartos.

De la mano, acaba llegando la banalización, con algunos bienestantes defendiendo sus lloriqueos con la antorcha de trastornos que no conocen ni de refilón. Por suerte, mi pareja no sólo compró el libro, sino que lo leyó antes y me recomendó acabarlo. Fue un muy buen consejo. Es una historia que lentamente va calando en el lector.

Agustina, también conocida como La Volátil, hace su viaje soñado a Japón con su amiga Loly. Ambas se complementan a la perfección: una es muy organizada y la otra, nada; la una tiene muy buena orientación, y la otra es una brújula sin norte. Pero cuando va a coger el avión, un sensación de ahogo se apodera de ella.

Todo el recorrido será un toma y daca con este tercer polizón, que intentará hacer que no disfrute de sus vacaciones, ni que pueda dormir por las noches. El humor y la intimidad de la protagonista se conjugan muy bien. El viaje es un relato agridulce con una bella reflexión detrás que hará las delicias de más de un flipado por Japón. Es difícil no sentirse identificado con sus anécdotas.

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PD: Parece que La Volátil y Sarah Andersen, que también suele tratar el tema de la ansiedad en sus tiras cómicas, compran los jerséis en la misma tienda.

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