Captó mi interés enseguida porque conocía la historia a través de las canciones y relatos de las clases de capoeira. La tradición oral eleva la figura de Zumbi dos Palmares, el último líder guerrero de Macaco, capital del quilombo, a cotas míticas. Su grandeza, desgraciadamente, se pierde en el camino de los labios a unas viñetas totalmente cuadriculadas.
La lectura de Angola Janga me ha resultado aburrida y confusa. Su ritmo narrativo es monocorde y sus protagonistas carecen de carisma. Pretende ser una ficción y un documental a la vez, fracasando por duplicado. Ni las partes inventadas sirven de gancho para el lector, ni el anexo con cronologías, glosarios y mapas ayuda a terminar el libro habiendo retenido alguna información.
Cuesta seguir el hilo, y hasta diferenciar a los personajes. La manera de transcribir los diálogos desorienta, pues se intercala el uso habitual de bocadillos con el de cajas, como si fueran paratextos. Los flashbacks no están bien indicados y a veces uno no sabe si ha saltado al pasado o sigue en el presente. Hasta las subtramas incluidas, más que enriquecer, distraen y restan páginas al conflicto central.
Puede que me despertara con el pie torcido todos los días que decidí abrir el cómic y esté equivocado. Desde luego, premios y reconocimientos no le han faltado ni a Angola Janga ni a Cumbe, el anterior trabajo de D'Salete sobre la esclavitud. Cualquiera puede juzgar por sí mismo. Desde mi punto de vista, sigo creyendo que una buena clase de capoeira es la mejor introducción para este aciago tema.
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