La chica danesa (The Danish Girl, 2015)
La chica danesa cuenta al vida de un matrimonio de artistas que vivió en Copenhagen durante la década de 1920. Llamada Einar Wegener al nacer, Lili Elbe descubre su condición de mujer transgénero mientras posa para su esposa Gerda. A partir de aquí, se narra el conflicto interno de ambos personajes y cómo su relación se va resquebrajando.
El guion no sólo se centra en el sufrimiento de Lili y su complicado proceso de transición en pleno comienzo del siglo XX, sino también en el de Gerda, quien empieza a cosechar éxito gracias a los retratos que realiza de Lili. El origen de su triunfo pictórico es la semilla del final de su matrimonio. Ambos conflictos son tan complejos e interesantes como desgarradores.
No dejé de sufrir durante todo el metraje. Si bien el foco recae sobre la trama de Lili, me era inevitable sentir empatía por Gerda. Ver cómo sigue amando a su desaparecido Einar, dándolo todo por no perder a la persona que más ama, es demoledor. Aunque la historia ocurrió realmente, la película está basada en una novela de David Ebershoff.
Loving Vincent (2017)
La directora polaca Dorota Kobiela concibió Loving Vincent después de realizar un estudio sobre la técnica de Van Gogh a través de su correspondencia. El proyecto estuvo madurando durante varios años hasta que, finalmente, en cooperación con el también director Hugh Welchman, y gracias a la financiación del Instituto Polaco de Cine, la película se llevó a cabo.
Su originalidad reside en sustituir los fotogramas por óleos. Para su desarrollo, no se contrataron animadores sino artistas con conocimientos de pintura clásica. La historia resigue los últimos días del genio holandés a través de los diversos y contradictorios testimonios que conoce Armand Roulin, encargado de entregar la última carta del pintor a su hermano Theo.
En contra de lo previsto, el guion me sorprendió y la ejecución me decepcionó. Esperaba un relato puramente documental y no fue así. En cambio, pese al gran trabajo realizado, las pinturas parecen fotogramas pasados por un filtro de Photoshop. Si bien la imitación del estilo es excelente, al igual que las referencias a su obra, el conjunto resulta desangelado y falto de emoción.
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