Odio (2021)
Sus monólogos en El Club de la Comedia me resultaban descacharrantes. Más de una vez los he revisitado en Youtube, y me he reído como la primera vez. Nonuplicando la duración de aquellos, Odio se extiende durante hora y media mezclando humor con reflexión. No en vano la producción corre a cargo de Netflix, famosa por sus pastiches de drama y comedia.
Dani Rovira se pone algo ñoño, algo sentimental. Pero quién le va a reprochar nada después de superar un cáncer. Y quién se lo va a echar en cara cuando consigue hacernos reír. Hace gala de su desparpajo tan natural como fruto del ensayo, escenificando histriónicamente cada palabra que sale por su boca. Odio no será su mejor monólogo, pero es imposible que no te haga pasar un buen rato.
Señor, dame paciencia (2017)
Jordi Sánchez vuelve a hacer de facha, de español rancio y casposo. Su personaje en La que se avecina me desagrada profundamente, y aquí no cambia mi opinión. Lo peor de la peli es que, luego, pretende ir de moralista, de reconciliadora. Los intransigentes homófobos también son buenas personas en el fondo, hay que quererlos.
Toda la historia sabe descafeinada y no tiene un rumbo claro. Los personajes carecen de carisma. La mejor es Rossy de Palma y es la primera en desaparecer. El cura de Paco Tous también tiene su punto, pero apenas aparece para dos bromas. El conjunto es una mezcla de mal gusto y mal cine que fracasa, parece, teniendo miedo a fracasar. Es un despropósito en el que las carcajadas salen a deber.
Niños grandes 2 (Grown Ups 2, 2013)
¿Cómo puede ser que me tronchara Niños grandes 2? Respuesta corta: falta de criterio. Respuesta larga: según cómo te encuentre el día tirado en el sofá, un estepicursor de boñigas se te puede cruzar y resultarte maravilloso. Adam Sandler es el Santiago Segura de Estados Unidos. Se reúne con sus amiguetes y se pone a grabar lo que les sale del orto, literalmente.
Si Señor, dame paciencia no tiene sentido, esta ni lo busca. Es un completo disparate, una secuencia de sketches hilvanados al tuntún. Cuarentones haciendo el cafre, chistes mongolos y machistas, y el escote de Salma Hayek. Intento organizar en mi memoria lo que vi, pero soy incapaz. Sólo me asaltan destellos con mi cara desencajada de risotadas. Otro momento de oprobio que añadir al historial. Otro más.
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