Switch, switch, switch: Picross S Genesis, Splatoon 2, Raji, Narita Boy, Inside, Superliminal y Buildings Have Feelings Too!

Maldita sea la persona que introdujo en casa los nonogramas. PICROSS S GENESIS & Master System edition es lo mismo de siempre pero con muñecos de SEGA. La adicción que provoca es similar a la fiebre de los sudoku. Desentrañar cuál es la casilla que debes pintar es, a veces, todo un reto. Iré por la mitad, y me quedan horas de juego para aburrir. El problema es que no me aburre nunca y sigo encendiéndolo una y otra vez. 

No quería comprar Splatoon 2 por las escasas novedades de su cooperativo, pero sucumbí a la avalancha de elogios cosechados por la Octo expansión. Aunque el nuevo modo Salmon Run no me ha entusiasmado, las batallas son tan frenéticas y divertidas como siempre. Mi sorpresa ha llegado con la campaña, bastante más desafiante que en la primera entrega. Irónicamente, de no poder superarla, el DLC de las Octoamazonas quedaría descartado. Por lo visto, es aún más difícil...

Raji: An Ancient Epic Game es un regalo para la vista. Sin ser un espectacular Triple A, el detalle con el que se han modelado los edificios alienta a recorrerlos una vez liquidados todos los demonios. Si bien no he prestado demasiada atención a la historia, el juego se esfuerza en representar la rica y colorida mitología hindú. Los controles y los movimientos de la protagonista son muy fluidos. Es un juego entretenido y asequible. Lo he disfrutado mucho.

La primera vez que vi Narita Boy, su estética retrofuturista me alucinó. Su apuesta por la nostalgia de los 80 es innegable: desde el pixel art pasado por el filtro de una tele de tubo hasta la estética de Tron. La historia está imbuida de un halo místico con menos humor del que me gustaría. El nivel de exigencia no es alto, aunque, actualmente, me he desorientado y soy incapaz de saber dónde debo dirigirme. Me da rabia, pero creo que voy a acabar mirando una guía.

La sensación de desamparo que transmite Inside resulta escalofriante. Eres un niño en plena huida en plena noche. Con sigilo, debes esquivar guardias, atravesar granjas y fábricas. La excelente progresión narrativa, carente de texto, se plasma en unos escenarios cada vez más distópicos y asfixiantes. La animación del personaje es excelente y, por momentos, me recuerda a videojuegos con animación rotoscópica como Another World o el Prince of Persia original. Me ha fascinado.

Superliminal es un juego de puzles que juega con la perspectiva. En primera persona, atraviesas salas de un misterioso edificio donde los objetos aumentan de tamaño al acercarlos, y lo reducen al alejarlos. También la rotación supone cambios que ayudan a superar las distintas pruebas. La idea es interesante, pero me resultó tan aburrido que lo abandoné.

Poco puedo decir de Buildings Have Feelings Too! Lo compré enamorado de su estética, imaginando que sería una especie de Sim City lleno de ironía. Y puede que lo sea, pero no sé jugarlo. En el primer escenario, construyo un par de edificios, y luego no soy capaz de adivinar qué es lo siguiente que debo hacer. Me tiene totalmente descolocado.


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