Hay veces que la vida no te da limones, te da un calendario de adviento de animales evacuando su vientre. Uno esperaría un calendario de Kinder, o de KitKat, chocolate a fin de cuentas, y no algo que se le podrá parecer mucho pero que no equivale en absoluto.
En estas fechas cabe ser agradecido, agradecido de que se trate de un libro de fotografías y no el objeto en sí. Y a pesar de las temperaturas, que tampoco han sido demasiado bajas en este 2022, hay que dar las gracias de que lo que tienes entre tus manos no emane calor alguno.
Es inodoro, como el lugar donde debería estar esta recopilación escatológica, tal como las palabras proferidas al descubrir semejante regalo. ¿Pero qué es esta... cosa? Son 24 fotos de animales salvajes y domésticos para que amenices la espera hasta el ansiado día en que llega Papa Noel.
Nuevamente, hay que alegrarse de no tener que esperar a los Reyes y su carbón, mineral que tal vez se merezca quien con una carcajada lo puso en tus manos envuelto en un bello envoltorio con abetos, renos y copos de nieve.
Es que ni siquiera las imágenes tienen la calidad, digamos, de National Geographic. Hay un collage terrible realizado con Photoshop de un gatito sentado en una bota que no es nada realista, ni proporcionado. Incluso el acto que realiza, lo suponemos, pues su cola está oculta en el calzado.
¿Me está diciendo su autor que no existen fotos suficientes recogidas en los cientos de miles de documentales para llenar veinticuatro páginas? Si hasta en la cubierta ha modificado de manera burda la cara del león para otorgarle una expresión de descaro, de burla.
¿Acaso estamos ante un ejercicio metalingüístico, autorreferencial, y el libro en sí es lo mismo que contiene? Y si es así, ¿por qué no puedo dejar de mirarlo? ¿Por qué me quedo hipnotizado con ese gato sacando como sombrero de mago un enorme tronco navideño?
¿Y ese pobre perro del día 5, con su mirada triste de ojos azules fija en la cámara? Es como si preguntara al humano: ¿es eso lo que merece el mejor amigo del hombre? ¿Así me lo pagas, inmortalizándome en mi momento más vulnerable?
Visitamos el mundo: una jirafa en la sabana, un oso polar en la nieve, un caballo en el campo, un cormorán en el mar y un tigre en el zoo. Los más diminutos también quieren dejar su recuerdo: desde el patito al ratón, la cabritilla, el jabato, la tortuga. Hay hasta un rinoceronte y un león marino.
Nunca sabes lo que te depara tu senda vital. ¿Te hubieras imaginado en algún momento que estarías mirando este libro con cuarenta tacos y una sonrisa? Seguramente, no. ¿Hubiera querido seguir adelante tu Yo adolescente de saberlo? Mejor no responder.
En fin, la vida te sorprende, y no con el Gordo de la lotería.
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