El vendedor hizo esta mañana algo que nunca había hecho.
—Oye, recomiendame un libro de Historia.
—¿De Historia general o de algún periodo en concreto?
—Uno en que pasen cosas, que sea entretenido, como Los pilares de la tierra —(¡buf!).
—Ah, dice una novela histórica. Pues mire, tiene ésta y ésta y patatim y patatam —explicaciones banales muy difusas que, básicamente, hablan de ventas y de la opinión de los clientes pues el vendedor no se ha leído nada de lo que hay en la mesa. Es más, piensa que todo lo que hay ahí es basura.
Al rato, cuando está colocando cajas de libros con una compañera, el cliente vuelve.
—Oye, ¿cuál de estos dos me recomiendas?
—Éste sin duda —dice señalando el que le ha sugerido antes—. Es una opinión personal, pero éste sin duda —dice con fingida convicción. Está mintiendo. No lo había hecho antes pero está harto y cansado después de tantas y tantas preguntas. Sólo ha elegido uno y no otro porque la autora de la segunda novela le cae gorda.
El cliente, muy agradecido, se marcha. Al vendedor le sabe mal. Era un hombre simpático.
—Yo hubiera elegido el otro —dice la otra vendedora a su lado.
—¿En serio? No he leído ninguno de los dos. Se lo he dicho para que me dejara en paz.
—No, yo tampoco he leído ninguno, pero me da mucha rabia el nombre de ese escritor que has elegido. La verdad es que lo odio. Me da un asco...
Profesionales como la copa de un pino
1 comentario
Esto ha pasado hoy. Y yo creo que has escogido el de Chufo Llorens porque es del que tenías más para colocar, no mientas ;)
A mí me hicieron mucha gracia los del otro día:
-Recomiéndame una novela de abogados; es que estudia Derecho. Y que no sea Grisham.
Y yo estuve a punto de decirle:
-Sé que tengo pinta de lista, pero no soy enciclopédica (todavía).
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