Villarroel, 27 |
Las estanterías me recordaron a las librerías de segunda mano de Oxfam y de otras ONGs que proliferan por Inglaterra; los aseos, también: no faltaba papel y estaban limpios, algo difícil de encontrar en una Barcelona llena de empantanados y malolientes retretes. Están presentes en la red con su propio Tumblr (http://babeliabcn.com/), Flickr, Twitter, Facebook y Foursquare.
No hace falta recordar los peligros de un local de este tipo. Entré y encontré una edición de El castillo de Otranto por dos euros. Me marchaba contento por no haber caído en la tentación y entonces vi Roseanna de Sjöwall y Wahlöö y el Diario 1939-1940 de Queneau (traducido al catalán por la Rahola) por cuatro euros cada uno. Con miedo de acabar con un cuarto libro en mi ya comprimida estantería, salí de allí corriendo.
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