La primera referencia a este cómic creo que la leí en un tuit de Álvaro Pons, el padre del blog La Cárcel de Papel. Comentaba que esta obra, descaalogada en su lengua original, el inglés, había encontrado editor en Francia y, siendo muda, recomendaba muy mucho su adquisición vía el país galo.
Poco después, a través de la misma red social, un amigo que no suele leer cómics más allá de Silvio José, me preguntaba si lo conocía. Y poco después, en una tienda de cómics de Terrassa, me lo encuentro traducido al español de manos de la recién estrenada Ninth Ediciones.
Poco hacía que habían visto la luz y ya me habían dado a conocer a Sergio Toppi y me han traído a Paul Kirchner y su inclasiflicable El bus. ¿Y de qué va? Pues de un hombre que espera un autobús y todas las variaciones surrealistas y absurdas que puedan darse sin textos.
Es un ejercicio de creatividad y humor. Me ha parecido divertidísimo. Es una suerte que las pequeñas nuevas editoriales estén sacando tan buen material. Aunque con tantos y tantos camellos, va a estar más que difícil desengancharse de esta droga.
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