En Japón, hay muchas máquinas expendedoras. Muchísimas. Y son voluminosas, enormes cajas de metal que parecen robots transformables de alguna teleserie nipona de superhéroes. Cada dos pasos, aparecen tres. Te vas a buscar un momento de intimidad en mitad del bosque y,
voilà!, surge una de la nada enchufada a quién sabe dónde.
A diferencia de las españolas, sirven también bebidas calientes. En la parte superior de la máquina hay un muestrario con reproducciones a tamaño real de las diferentes bebidas que contiene, cada una con una etiqueta de color debajo indicando la temperatura: roja para las calientes (あたたかい, atatakai, o あったかい, attakai) y azul para las frías (つめたい, tsumetai).
El País del Sol Naciente es famoso por sus sabores extravagantes, de los Kitkat de té verde a la Fanta de leche. Encontramos alguna curiosidad reseñable pero, la verdad, ni de lejos las bizarradas que habíamos imaginado. Eso se debe a que muchos gustos son ediciones especiales disponibles únicamente por un tiempo limitado.
La oferta habitual no es tan rara. En la misma máquina, ofrecen tanto latas como botellas en dos o tres tamaños, de 20cl a 50cl. Están obsesionados con el café (con el café malo). El sabor básico de zumo es la uva, del mismo modo que en España es el limón o la lima y en Inglaterra, la manzana. Existen también máquinas monotemáticas con un único producto.
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Máquinas expendedoras en la salida el recinto del Pabellón Dorado (Kyoto) |
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Máquinas iluminadas junto al Castillo de Osaka |
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Máquina de cerveza Asahi en Hotel Edoya |
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Reponedor colocando las bebidas, en horizontal en vez de vertical |
3 comentarios
¿Fanta con sabor a leche? Te iba a preguntar por la cerveza japonesa pero creo que no eres el bebedor más experto precisamente...
La Fanta de Leche debió de ser una edición especial que ni hemos probado ni hemos visto. Supongo que sería hace tiempo. Tere probó la Asahi de allí y otra artesana en un restaurante que calificó de "mediocre". Allí, beber cerveza es prohibitivo, sale a 5-6€ la pinta en restaurantes y a 4€ en supermercados. Por lo visto, las bebidas alcohólicas las cargan con bastante impuestos.
En Tokio yo probé algo parecido a Fanta de leche: era el año 2001, en la etiqueta salía un cerebro y supuestamente era una bebida inteligente de color blanco. Sabía a medicina buena.
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