Maximum, heladería en Sabadell, antigua Capricci

Rambla 66, Sabadell

Con 2015, han desaparecido dos tiendas muy conocidas en Sabadell, podríamos decir que casi dos símbolos. Una ha sido el Videoclub Rambla. Era difícil de creer cómo había conseguido aguantar tanto pese a su amplio catálogo y buenas ofertas. Ahora, sin embardo, es un Nostrum.

El Frankfurt Permanyer del paseo Manresa dio el susto pero se volvió abrir este agosto. Estuvo cerrado debido al fallecimiento de su fundador, Josep Mª Permanyer. Quienes no han vuelto a aparecer este verano han sido las camisas hawaianas de la heladería Capricci.

Ha renacido como cadena. Por suerte, no se trata de la infumable Dino que parece estar inundando la zona del Vallès en su expansión y que, el año pasado, había abierto una justo al lado, haciéndole la competencia directa.

Maximum es una cadena que comenzó en 1940 en Barcelona como Helados italianos de la mano del heladero Danilo Fregnan Girardello y, actualmente, está presente en ciudades como Sant Cugat, Granollers y Igualada.

Diseñada por el grupo 4 cadires, que últimamente parece estar presente en cualquier remodelación que se produzca en la ciudad (Prandium, La Cullereta, Kote, Cala Boca, Chumi Churri), imita el estilo de una heladería clásica. Es un guiño a medio camino de la nostalgia y el vintage hipstérico.

Abrieron tarde, en agosto y, de momento, no tienen terraza, pero con la reforma el espacio interior ha quedado más abierto. Se trata de un local donde predomina el blanco, sin abandonar el uso de la madera, seña identiatria de 4 cadires. Una multitud de espejos da amplitud al local.

Acerca de los helados, la variedad y el precio, cabe decir que no se aprecia diferencia. Si bien la extinta Capricci sorprendía con algunos sabores nuevos cada verano (flor de rosa, donut), aquí hace falta ver con el paso del tiempo si su carta es fija o se van añadiendo sabores.

Tienen los clásicos (vainilla, chocolate, limón, turrón) junto a otros más raros como pistacho, galleta maría, Ferrero Rocher o Pantera Rosa. El mostrador es prácticamente el mismo con un lavado de cara y muestra tantas opciones como antes.

Los tamaños de cucurucho y las tarrinas siguen siendo las mismas con mismo, creo, precio. La galleta de los cucuruchos, sin embargo, me da la impresión que es distinta. Tienen sabor a neula, con ese toque de limón y dulzor tan empalagoso.

Por culpa del cono no he podido ni querido acabarme los he comprado hasta la fecha. El sabor de la galleta me satura y me cansa. Le quita protagonismo al helado, que sigue estando buenísimo pero que, desde luego, en tarrina se disfruta más.

De las dos o tres veces que he ido, el servicio ha mejorado. Recuerdo que la primera vez me quedé a cuadros. Oí al jefecillo, frente a mí, contestarle en voz alta a una empleada que le informaba de un problema en la refrigeración. "No quiero que me lo sigas, quiero que me lo soluciones", le dijo. Menudo gilipollas. ¿Qué tenía que hacer la chica, ponerse a arreglar la máquina?

Puede que meta la pata y que sean los mismos, pero me he encontrado con detallitos así o torpezas (tener que repetir tres veces qué sabores quieres) que demuestran que a la plantilla le falta rodaje. Supongo que, poco a poco, irán puliendo detalles.

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