Special Correspondents de Ricky Gervais


Es muy curioso: qué bueno es Ricky Gervais haciendo series y monólogos, y qué nefasto es haciendo películas. Increíble pero falso (The invention of lying) y Special Correspondents, ambas las he visto en inglés (como suelo ver todo lo que hace) y ambas me han parecido malísimas.

En la ficción cinematográfico, Gervais no tiene la chispa ni el ingenio de los que hace gala en sus monólogos y series. Ves Extras o Derek o Life's too short, incluso An idiot abroad, y te ofrecen algo distinto y divertido. Hasta en The office (la original), con lo incómoda que me resulta, puedo apreciar que está haciendo algo talentoso alejado del camino trillado que resiguen otras series.

The invention of lying y Special Correspondents retratan por igual la historia de un infeliz infravalorado que se enamora; en este caso, es un técnico de sonido al que se mujer ningunea. Tras una serie de desafortunadas (e ilógicas) decisiones, acaba enrolado como corresponsal de guerra con el guapo presentador Frank Bonneville (Eric Bana) para cubrir un golpe de estado en Ecuador, país al que ninguno de los dos viaja.

La idea de dos periodistas inventándose noticias sobre un conflicto bélico en el que no están es brillante, y podría haber supuesto una gran crítica a los medios y a cómo nos llega y asimilamos la información. Pero no. Los fotogramas se llenan de diálogos sosos y bromas trilladas, sin rastro de los comentarios mordaces a los que nos tiene acostumbrados.

La trama que hace aguas por todos lados, como si en el largometraje Gervais fuera incapaz de controlarlo todo y los gazapos e incoherencias se desparramaran por todo el guión. Lo que parecía una ácida comedia acaba siendo una historia romántica de personajes que no interesan a nadie. Lo mejor que se puede hacer con ella es evitarla.

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