Creo que fue en una de las ediciones del Festival de Cine Fantástico de Sitges donde vi Seven Psychopaths, la anterior película de Martin McDonagh, el director de Tres anuncios en las afueras. Si aquella me pareció una película extraña que no acabó de gustarme, esta, en cambio, me ha encantado.
Trata un tema duro no, durísimo. Desesperada y cabreada por el asesinato sin resolver de su hija, Mildred Hayes (Frances McDormand) decide contratar tres vallas publicitarias en las afueras de su pueblo para exigirle a la policía que encuentre al culpable.
Acusa al departamento de dejadez, de no haber investigado lo suficiente. En seguida, la televisión convierte el suceso en carroña para sus opinadores y los habitantes de Ebbing se posicionan. La protagonista llega a verse contra las cuerdas incluso entre sus más allegados.
Lo que podría haber sido un dramón de domingo por la tarde con dos bandos maniqueamente diferenciados es, en realidad, una tragicomedia llena de crítica social y humor negro. Sus reflexiones nada superfluas te acompañan una vez has salido del cine.
Aquí no se trata de si a Thor le quedaba mejor el pelo largo, o de si los efectos especiales de esta entrega han sido más flipantes que los de la anterior. Aquí nos planteamos si puede ser justo un racista homófobo, o si acaso puede estar equivocada la madre de una víctima.
Cada personaje principal tiene sus matices. Ninguno es plano ni hueco. Y dentro de sus dramas personales, existe espacio para la locura, para momentos de comedia disparatada, para afilados comentarios sarcásticos e incómodos.
De modo sorprendente, todo se mantiene en un equilibrio admirable. Me ha hecho reír, me ha emocionado y me ha llegado a dejar en shock ante una ficción hiperbólica que ,en su terroríficas aserciones, no se aleja de la realidad. Ojalá hubiera muchas más películas como esta al año.
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