El bufón de Christopher Moore


Cuando me dijeron que esta novela de Christopher Moore reescribía en clave de humor la tragedia de El rey Lear desde la óptica del bufón, quise saber más. Recordaba que en 2009-2010 hubo un mini boom de parodias gamberras de clásicos muy respetados. Utilizando fragmentos de los originales, se montaban historias totalmente disparatadas.

En inglés, fueron bautizadas como novelas mash-up (novelas puré). Entre ellas se encuentran Orgullo y prejuicio y zombis (2009) de Seth Grahame-Smith, Mujercitas y hombres lobo (2010) de Porter Grand, y Androide Karenina (2010) de Ben H. Winters. También salió, pero sólo online, La casa de Bernarda Alba zombi (2009) de Jorge de Barnola, Miguel Bartual y Miguel Carreira.

Confieso que la idea siempre me ha parecido divertidísima. Y El bufón es justamente se publicó en 2009. Siendo más comedido (no aparecen muertos vivientes, pero sí brujas), y creyendo que el señor Moore era británico, esperaba sutilezas cuajadas de humor inglés tergiversando el significado los parlamentos de Shakespeare.

Nada más alejado de la realidad. Aunque el arranque resulta prometedor, en seguida los chistes procaces y escatológicos plagan las páginas. Las bromas son chuscas y la calidad del texto nefasta. Y a medida que avanza, la apuesta por humillar el drama del bardo de Stratford-upon-Avon sube. ¿Qué ponemos ahora? ¿Una princesa teniendo sexo con un deficiente mental sin que lo sepa? ¡Vamos!

El planteamiento básico es que el bufón es quien organiza todo el pitote y no el aciago destino. Lo peor es que Moore no tiene la habilidad suficiente para acoplar este giro a la estructura pensada por Shakespeare, y se ve obligado a modificarla. Una vez hecho el primer cambio, el ejercicio de virtuosismo se va al traste y, al menos para mí, deja de tener interés.

Ni siquiera aporta algo que sorprenda. El relato se hace repetitivo y acude sin cesar a los mismos recursos. Por si fuera poco, al cabrón del bufón se le busca redención. Pasa de anarquista a héroe con la moral por bandera. ¿Tanta supuesta transgresión para acabar siendo políticamente correcto? El bufón no es más que una patochada innecesaria, tan asquerosa y cliché como soporífera.