El fanservice, es decir, darle al fan lo que quiere, es el objetivo principal del capítulo noveno y ¿último? de Star Wars. Después del descontento general tras la segunda entrega, Disney volvió a contratar a J. J. Abrams, quien revirtió todo lo que disgustó de la anterior, metió con calzador lo que el público reclamaba y... por supuesto, la han vuelto a odiar.
Sin ser seguidor de la saga, a mí esta me ha aburrido casi tanto como las escolástica de sus detractores. Vale: la primera fue criticada por su falta de originalidad (un clon del episodio IV) y la segunda, por su trama sin sentido que, además, no progresaba en nada. ¡Pero me lo pasé pipa con ambas! ¡Cine de palomitas sin dolores de cabeza! ¡Lo que siempre ha sido Star Wars!
En esta ocurren tantas cosas que me pasé el metraje preguntando como un abuelo desorientado qué sucedía. No daba tiempo para disfrutar y reírse, o encariñarse con los personajes, como en El despertar de la fuerza. Tampoco visualmente hay nada parecido a la maniobra de la Vicealmirante Holdo o a la batalla de Crait. En fin, casi me duermo.
Y si el El ascenso de Skywalker se equivocó con el pienso que les puso a sus seguidores, Dragon Ball Super: Broly parece que acertó. Por fin, uno de los personajes no canónicos más queridos, el super guerrero Broly, entra oficialmente en el universo de Akira Toriyama de la mano del propio autor. Y no lo hace con un producto menor, sino con una historia bastante bien desarrollada.
La nueva animación, diferente a las anteriores, consigue, de manera muy acertada, agradar visualmente escondiendo sus carencias. El anime actual nipón no tiene los recursos de antaño y es necesario ser creativos. Los movimientos y los gestos de Goku y compañía se sienten más naturales, y las batallas resultan tan espectaculares como refrescantes.
El problema, tal vez, surge al final donde, nuevamente, se pretende cubrir los anhelos de todo el mundo. La obsesión por mostrar todas las transformaciones de cada luchador, o la forzada y precipitada fusión de Goku y Vegeta, generan ruido sin aportar nada. La narración se descontrola y abraza la incoherencia en pro de la tendencia actual. ¿Quieres café? Pues dos millones de tazas.
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PD: Dragon Ball Super: Broly se puede ver en España en Amazon Prime, no sólo en japonés y español, sino también en catalán y euskera. Lo mismo sucede con La resurrección de F que, si bien también está en Netflix, en esta última sólo está en castellano.
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