Series de Netflix: After Life y El método Kominsky


A diferencia de sus películas, las series de Ricky Gervais no buscan hacer humor con temas amables. En The Office radiografió el trabajo rutinario y gris de una oficina, en Extras habló de la vida de mierda de los secundarios en el cine, en Life's too short hizo bromas sobre gente que sufre enanismo y en Derek nos situó en una residencia de ancianos donde ayuda un chico con deficiencia mental.

En After life pretende reflexionar sobre la vida con un periodista antipático que sufre depresión tras el fallecimiento de su esposa. Pero su actitud cansa, y los personajes no son brillantes. Sin ir más lejos, se hace amigo de una puta con buen corazón. Maniqueo y tópico, el relato suena impostado y autocomplaciente. ¿Acaso los millones le hicieron olvidarse de la miseria real?



Queda confirmado que me encantan las series de viejos. Aquí, la vis cómica es esencial, pues muchas veces resulta más hilarante lo que callan que lo que dicen. En El método Kominsky, un anciano actor que cosechó relativo éxito en el pasado (en realidad, más bien poco) se dedica a dar clases de interpretación a jóvenes, mientras acepta las limitaciones de la edad.

Y es que Sandy Kominsky (Michael Douglas) quiere seguir siendo el donjuán que era antaño, pero es difícil mantener el tipo cuando la próstata te está enviado al baño cada dos por tres. Le acompaña su amigo y ex representante Norman (Alan Arkin), un cascarrabias de tomo y lomo. Al igual que Grance y Frankie (Jane Fonda y Lily Tomlin), forman un tándem hilarante. Me ha encantado.

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