Derrumbe de Ricardo Menéndez Salmón

No puedo, o no quiero, empezar con otra frase que no sea "Qué gran decepción". La ofensa me encantó por su prosa, y esperaba encontrar en esta una evolución aún más pulida si cabe de aquel estilo de cirujano diseccionando la realidad. Lo que he contemplado en sus renglones, sin embargo, ha sido una mutación monstruosa y agotadora.

Siendo historias totalmente desligada la una de la otra, ambas pertenecen junto a El corrector, a la llamada Trilogía del Mal. No dudaría en felicitar al autor por ser valiente en cada libro, por buscar nuevos modos de narrar, de enfocar las historias. Es lo que debe hacer un creador que no quiere limitarse a moldear la misma figura de barro desde hoy hasta el postrero día de sus existencia.

Pero es que me ha resultado insoportable. De longitud similar a la anterior, por debajo de las doscientas páginas, y dividida en tres partes, quiere imprimir un ritmo frenético a la primera de ellas. Sus oraciones cortas con abuso de la yuxtaposición y sus diálogos lacónicos con pretensiones, no sé si acaso buscando imitar a una novela policíaca, me aburrieron hasta el infinito.

Quiere presentar a unos personajes, a un detective y a un asesino en serie, y no consigue interesarme por ninguno. Parece intentar generar un aura de misterio que se queda en humo de Ducados. Los investigadores son tan inútiles que no dan un palo al agua. Se pasan las horas elogiando con fascinación el trabajo del carnicero, pese a que insisten en querer atraparlo. Pues, bien, haced algo, ¿no?

Hay un exceso, tal vez ya anunciado en el título, de sonar grandilocuente. El resultado es un videoclip que ralentiza la cámara rápida para escupir perogrulladas y clichés. Los personajes femeninos dan pena. ¿Cómo se consigue que una embarazada sea tan plana? El trío calavera que aparece en la segunda parte es un disparate aún mayor que el demente que abre la novela.

Es como si Menéndez Salmón hubiera leído a Bolaño y hubiera intentado hacer una imitación con hamburguesas del McDonald's. El trío de estudiantes buscando epatar a este mundo insensibilizado con su obra de terror mediocre da pena y vergüenza ajena. Hubo momentos en los que no me podía creer las tonterías que estaba leyendo. Parece escrito por un adolescente de cuarenta años sin talento.

Eso sí, la crítica la pone por las nubes. Y yo me pierdo. Cada vez debo de leer peor. ¿Qué aporta su lectura? ¿En qué innova? ¿Tiene sentido para quienes la loan? ¿Consideran que los personajes están bien construidos? No la he disfrutado ni un segundo. He sentido La ofensa de su obra anterior en mis propias carnes. Vaya soberana mierda.

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