Getting a grip (2013)
Compré el libro tras leer un artículo acerca de su apuñalamiento durante los cuartos de final del Torneo de Hamburgo. Sucedió el 30 de abril de 1993, hace ya casi treinta años. La secuelas en la tenista fueron traumáticas. Pese a conseguir volver a las pistas dos años más tarde y ganar por cuarta vez el Abierto de Australia en 1996, no volvería a sentirse bien consigo misma hasta después de su retirada.
El título de Getting a Grip: On My Body, My Mind, My Self ya da una idea del sesgo del libro, a medio camino de la autobiografía y la autoayuda. Como literatura deportiva sobre tenis no se disfruta demasiado. Se narran partidos, pero no con la precisión ni la tensión de otros como Los niveles del juego de John McPhee o Rafa, mi historia de John Carlin.
Seles ganó nueve Grand Slams en una época en la que tuvo que enfrentarse a dos bestias pardas como Martina Navratilova y Steffi Graf. Ocho de esos trofeos los consiguió entre 1990 y 1993. Su ascenso fue tan meteórico que se coronó número uno de la WTA con tan sólo diecisiete años en 1991. Cuando su agresor la hirió en el hombro, la burbuja de ensueño en la que vivía estalló sin compasión.
Es duro entender cómo la vida de muchos jugadores profesionales está tan ligada a su deporte que, una vez desaparece, quedan seriamente tocados. A su lenta recuperación se sumó el cáncer de su padre y entrenador. Dos de los pilares que sostenían a Seles se vinieron abajo de golpe. El libro es la búsqueda del equilibrio interior perdido y la superación de la tragedia que partió su carrera.
Después de cuatro meses de sequía lectora, he agradecido con ganas disfrutar de esta biografía. Pese a dejarme con la miel en los labios en demasiadas ocasiones (cada vez que asomaba un partido importante y lo solventaba en cuatro escuetas líneas), es muy interesante conocer mejor cómo es una carrera profesional desde la infancia hasta la madurez.
Hay que hacer increíbles sacrificios, llevar el cuerpo y la mente al límite. Me sorprende con creces cuando Seles habla de sus malas estadísticas tras volver al circuito, pero sigue entre las diez primeras del ranking mundial. Esa es la exigencia. Su calidad era tal que, aún en baja forma, era capaz de ganar a tenistas de la talla de Jennifer Capriati, Arantxa Sánchez Vicario o Martina Hingis.
La agresión le provocó ansiedad, y un trastorno alimenticio del que no pudo salir hasta casi una década después. Su baja forma sacó a relucir el machismo y la falta de empatía de nuestra sociedad. Los periodistas la empezaron a cuestionar, casi a culpar, acerca de su sobrepeso. Volver con triunfos de una herida que pudo ser incapacitante no fue suficiente logro para la prensa.
El texto incide mucho en esta exigencia estética en el deporte femenino. A las críticas ajenas sobre su físico se sumaron las propias. Su gusto por la moda se hacía añicos contra su anhelo por seguir comiendo sin mesura. Seles empezó a mentir a sus preparadores físicos, llegando al extremo de despertarse a hurtadillas por la noche para comprar comida basura en tiendas de veinticuatro horas.
Por suerte, consiguió salir de la espiral negativa en la que se encontraba atrapada. Fue un progreso lento con muchos tropiezos que no concluyó hasta que colgó definitivamente la raqueta. Getting a grip es una lectura absorbente que nos da a conocer a la persona detrás de la figura pública y cómo, tras una gran tragedia, uno puede llegar a recomponerse.
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