Después de tomar carrerilla con los libros de Monica Seles y Rafa Nadal, me lancé hacia el de Carolina Marín con la ilusión de disfrutar una lectura tan vibrante como sus partidos. No soy seguidor de bádminton, pero he visto más de una recopilación de mejores jugadas en Youtube para quedar con la boca abierta.
A través de esta mini biografía esperaba conocer más sobre este deporte y sobre la archicampeona española. Sin embargo, aparte de conocer un poco más de cerca cómo fue la lesión que sufrió en 2019, y más allá de algunos detalles personales, no se analiza ningún partido. Si la autobiografía de Seles me pareció parca en este sentido, ahora me parece pródiga en comparación.
El texto empieza bien, pero luego entra en un bucle de autosuperación agotador. El título lo resume tan bien que podría haber sido perfectamente un hashtag de Twitter, y habernos ahorrado 350 insulsas páginas de nada. ¿Cómo se consigue hacer aburrida una trayectoria tan impresionante? Carolina Marín, nacida en un país donde el bádminton es totalmente irrelevante, consiguió alcanzar el top mundial.
Marín es la única jugadora en ganar tres veces el mundial de bádmington. Ha sido cinco veces campeona de Europa. Consiguió el oro en Río 2016, siendo la primera europea en hacerlo. Ha ostentado el número uno de la clasificación de la BWF (Federación Mundial de Bádmington) durante 66 semanas, posee medallas de casi todos los torneos y ha destrozado como un rompehielos el dominio asiático.
Y, sin embargo, el texto te machaca con el mismo eslogan de autoayuda página tras página. Ni sabemos de sus entrenamientos, ni de su relación con el resto de competidoras, ni siquiera de qué hace durante sus viajes. Puedo porque pienso que puedo es un libro poco inspirado y menos inspirador. Lo mejor es apartar la mirada de sus páginas y gozar sus éxitos a través de la pantalla.
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