The Batman, vuelta a los orígenes

¿Otra película de superhéroes? ¿No dije que no vería ninguna más? En fin... The Batman vuelve a los orígenes menos pomposos, más sobrios, del personaje en la gran pantalla. Es una historia contenida, para lo que es el género hoy en día, dominado por una colorida Marvel cada vez más flipada de sí misma. El hierático rostro emo de Robert Pattinson casa muy bien con el tono de la historia.

Es Halloween. En plena campaña por revalidar el puesto, el alcalde de Gotham es asesinado. Su verdugo deja una serie de acertijos en la escena del crimen, uno de ellos dirigido especialmente al hombre murciélago. El teniente James Gordon contacta con el héroe para que les ayude a descubrir quién ha acabado con la vida del candidato.

La atmósfera tenebrosa y viciada, el tono de los diálogos, la banda sonora, las interpretaciones lacónicas del protagonista,... todo se conjuga para mantener una intriga enfermiza que convierte a la ciudad en un sarcófago maldito. Este aspecto me ha gustado mucho. Las escenas de acción están muy bien presentadas y no resultan desproporcionadas.

No puede ser de otra manera. Batman no tiene superpoderes. Es un detective (de ahí el nombre de la editorial, DC, Detective Comics). Bien podrían haberle calado un sombrero, un pitillo y una gabardina en lugar de una capa y una máscara. El problema, desgraciadamente, es que a poco que reflexiones un poco sobre lo que estás viendo, disciernes que sus deducciones son un poquito justitas.

Es el tono el que te impide pararte a pensar en lo lento que es este superhéroe. Realmente, la película te envuelve, te mete dentro del turbio mundo de Gotham. Pero si bien la película y el actor representan de modo muy acertado el lado oscuro de la corrompida urbe, no sale tan airoso cuando presenta el mundo de Bruce Wayne.

El alter ego de Batman es un hombre opulento, confiado, sonriente, social, generoso. La primera vez que vemos a Pattinson sin la capucha parece una representación de El Cuervo. Es flaco, resulta poco imponente, enfermizo, lejos de la figura del exitoso hombre blanco que encarna Bruce Wayne. Es posible, sin embargo, que las conclusiones de esta aventura den pie a ese Wayne en su secuela.

El desenlance me gustó. No es un derroche absurdo de testosterona. Es muy humano, lejos del mesianismo habitual. No consigo entender las críticas negativas, no sé qué tiene de malo esta película aparte de lo comentado. Es entretenida y consigue atrapar tu atención. Como película de Batman tiene la entidad de la que carecen muchos productos de Marvel.

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