Y llegó el final de Superlópez. Sin festejo ni alharacas. El Super Humor que contiene su última aventura ni tiene un número redondo (23), ni completa siquiera el tríptico habitual. El espacio de la tercera historieta lo cubre una recopilación de portadas de la revista Superlópez (1987-1990). Ni el prólogo del gran Antoni Guiral consigue colorear esta despedida gris.
¿Alguien podría imaginar que la última historieta de Superlópez se titularía Sueños frikis? Y no es ni siquiera la mejor, trofeo que se llama Juegos de ballenas. Ya había leído que Jan estaba cansado del superhéroe y que, de hecho, el personaje le limitaba. Sólo era un medio para tratar los temas sociales que le preocupan como el bullying escolar o la adicción a las redes sociales.
Entiendo que hace mucho que las ventas ya no son lo que eran, y por suerte ha conseguido que otras editoriales (Amaníaco, DQómics) se hayan interesado no sólo por rescatar antiguos trabajos suyos (Don Talarico, Cab Halloloco), sino de publicar nuevos. Una de estas novedades serían Las futurísticas aventuras de Rich Tex Format, cuyo primer álbum se titula Deikoon.
Si bien, mirando las portadas antiguas incluidas en el Super Humor y las nuevas, podemos afirmar que Francisco Ibáñez siempre ha estado una liga por encima en cuanto a densidad de chistes por página, es innegable que la calidad de Jan se mantiene mientras que la del padre de Mortadelo ha decaído (normal, por otra parte). Escenarios, entintado, coloreado, perspectivas,... Jan sigue intratable.
Los guiones son otro cantar. Aunque hay que decir que Juegos de ballenas no me disgustó, sí lo hizo Sueños frikis, que no tiene un desarrollo coherente (o yo no capto los guiños que hace al género fantástico). Por su lado, Deikoon presenta una aventura de ciencia ficción entretenida que no se aleja demasiado del tono de Superlópez.
Siendo tal vez un pelín más seria, y sin el lenguaje inventado que pulula todos los bocadillos de Superlópez ("Parchelona", "tainilla", "malmendras"), que personalmente me agota, se lee de un tirón. El nuevo protagonista no tiene superpoderes, pero tiene dinero. Curiosamente, es un rico machista y de pensamiento conservador que no llega a resultar desagradable.
Su diseño concuerda con el galán del cine clásico. Es noble pero su principal motivación son las mujeres y los números en su cuenta corriente. Conociendo a Jan, este perfil descuadra con su ideología. Sin embargo, sabe conducir el guion y al personaje para tratar temas como la desigualdad de clases, la explotación laboral o la violencia contra las mujeres.
Algo triste por el descafeinado adiós a Superlópez, con la pequeña esperanza de que se haga un último volumen de homenaje dibujado por otros autores, la pena se me pasa al ver el buen estado de salud artística en el que se encuentra Jan. La atención y los encargos de editoriales jóvenes parecen haber revigorizado al autor, que no deja de publicar. Aquí espero yo con los brazos abiertos.
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