Sand Land, la última serie de Akira Toriyama


Sand Land (2023-2024)

No sé cuánto hace que leí Sand Land, pero recuerdo que me pareció un manga insulso. Ni el diseño de los personajes me pareció original, ni las dosis de acción y humor fueron suficientes para no aburrirme. Su único tomo fue publicado en España en 2001 de la mano de Planeta DeAgostini (actual Planeta Cómic). Veinte años más tarde, la aventura ha sido animada y llevada al cine.

Igual que sucede con otros títulos, como Kimetsu no Yaiba, tras su paso por las salas, la película ha sido troceada y convertida en una serie, disponible a través de Disney+. A los seis episodios resultantes, se les han añadido escenas excluidas del largometraje, además de un segundo arco creado de cero por Toriyama, que nos transporta, con los mismos protagonistas, al reino vecino: Forest Land.

La trama sigue al sheriff Rao, un humano que, ante la sequía atroz que sufre Sand Land, decide aliarse con el príncipe de los demonios para poder encontrar una fuente de agua potable. El resultado es una mezcla ligera de acción, drama y humor con sabor a western que, por desgracia y como ya viene siendo habitual, ha sido animada con CGI.

Si bien la técnica aplicada al anime ha mejorado respecto a sus inicios, a día de hoy sigue sin cautivarme. Los movimientos de los personajes se sienten aún algo robóticos, lejos del dinamismo y la plasticidad de la animación tradicional. Sólo hay que comparar las dos últimas películas de Dragon Ball, Broly y Super Hero, para hacerse una idea.

La balanza se equilibra, sin embargo, cuando ponemos el desarrollo de la historia en el otro platillo. Tras una relectura del manga para refrescar la memoria, es innegable que la serie supera el trabajo original. El ritmo y la acción resultan más trepidantes, los gags consiguen ser más graciosos, y los momentos dramáticos conmueven mucho más.

Alejada de los niveles de poder desorbitados de Dragon Ball, este western fantástico pone el acento en las dotes de estratega de Rao para darle la vuelta a batallas en las que parten con desventaja. Saber que el conflicto no se resolverá únicamente a base de músculo, la hace más interesante. De hecho, devoré los dos arcos en dos días. No es una obra maestra, pero es muy entretenida de ver.

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