Érase tres veces Robert Capa

Érase una vez Gerta Pohorylle, 1910, Stuttgart, Alemania. Hija de judíos polacos, fugitiva de los nazis, extranjera en París, amiga de Friedmann, inventora de Capa. Ante la imposibilidad de vender sus fotos, Gerta propuso inventar una identidad falsa, y así Gerta ideó con Friedmann al norteamericano millonario que les haría entrar en el juego. Ya en España, abocados sobre los charcos de sangre, más cerca que ningún zoom, Gerta es Gerda Taro: amiga de Alberti, amiga de María Teresa de León, a quien la enfermedad no le robaba todavía los recuerdos que había atesorado durante toda una vida, amiga de Hemingway. En Brunete, sólo veintisiete años, sólo veintisiete pero con la cámara en mano, una muerte brutal barrió todo su esfuerzo. Desaparecieron sus últimas fotos, 1937, España, colorín colorado.

Érase otra vez Endre Ernö Friedmann, 1913, Budapest, Hungría. También desconocido como André Friedmann, extranjero en París, amigo de Gerta, inventor de Capa. Ante la idea de ella, ayudó a crear la personalidad del adinerado fotógrafo estadounidense, que ambos representarían, ella como secretaria, como mandan los cánones, y él como ayudante de cámara oscura. Con trabajo, en España, se arriesgan al máximo, se ponen a la espalda de los soldados, al frente de los camiones, detrás de sus objetivos. Gerta muere como Gerda Taro, la foto del miliciano y, a pesar de las dudas de su autenticidad, llega el éxito. En el desembarco en Omaha, más cerca que nadie, Friedmann es Capa con vida. Toma todas las fotos, entre tantos y tantos cadáveres y balas, y luego el problema, un enorme error, le mata la mayoría de los carretes. En 1947, crea Magnum Photos con Cartier-Bresson y Seymur, la primera cooperativa internacional de fotógrafos independientes. Finalmente, segunda guerra sinojaponesa, el enfrentamiento árabe-israelí y Thai Binh, una mina antipersona, 1954, Vietnam, colorín colorado.

Érase de nuevo Robert Capa, ya sólo Robert Capa, enero de 2008, México. Tres mil negativos, tres mil negativos de Capa aparecen después de haber huido de mano en mano de la guerra civil del 39 a través del mar y el tiempo hasta una figura fugitiva e incógnita que no quiere desvelar su identidad. Vive en Estados Unidos. Tal vez sea millonario.


2 comentarios

Anónimo dijo...

joder, vaya historia, de película. Me da bastante pena que Gerda Taro no goce hoy en dia del prestigio que tiene el colega Robert, pero a fin de cuentas no creo que esto le importase demasiado. La verdad es que contribuyó a un grandioso trabajo de documentación de la asquerosa guerra que sufrieron los abuelos de este país, y muchos nos enteramos ahora de que esta valiente mujer trabajó en España, arriesgó su vida en España, fotografió España (joder, parezco Aznar, tanto decir España...)

Madame Blavatsky dijo...

pues sí que es triste que nos enteremos ahora, pero más vale tarde que nunca, y por eso le rendimos este pequeño homenaje, no? tú en tus blogs, aningunsitio, y yo en el mío...

aún queda tanto por reconstruir de España (una vez más)...