Epiphania de Ludovic Debeurme (tomos 1 y 2)
Todavía me acuerdo de Lucille, la primera obra de Debeurme publicada en España por la Cúpula, que me encantó, y cuyo segundo volumen nunca fue traducido. Tuve que comprármelo en francés y, tras leerlo, preferí no haberlo hecho. Si algo positivo puedo sacar ahora de la lectura de Renée es que puedo seguir mejor el cambio de estilo de Lucille a Epiphania.
Al artista francés le encanta generar turbación, ya sea con sus ilustraciones o con los temas tratados. En este sentido, me recuerda mucho a Miguel Ángel Martín (Brian the Brain). Ephipania trata sobre la súbita aparición en la Tierra de unos niños con rasgos animales. La desconfianza y rechazo que generan provoca que nunca pueda llevarse a cabo una convivencia sana.
Ellos no saben cómo ni por qué surgieron en este planeta. La Humanidad duda si acaso son la avanzadilla de una invasión alienígena. El tópico del otro, con los temas del miedo, el extrañamiento, el autodescubrimiento o la incomprensión, es manejado con mucho acierto por Debeurme, quien consigue dar rienda suelta a su imaginación.
En Lucille y Renée, relatos intimistas, el autor recurría a sueños para salir del corsé de la realidad. Aquí, al cambiar de género, hay mayor libertad para delirios creativos. Como en Renée, la calidad del arte tiene claros altibajos, sobre todo en el segundo volumen. Por suerte, cuando acierta, crea unas páginas formidables. Queda esperar el tercero y último, que saldrá en 2020.
Negalyod de Vincent Perriot
Negalyod tiene un sabor clásico que enamora al lector envolviéndolo en un halo de nostalgia. A sus treinta y cinco años, Vincent Perriot es la confirmación de que el legado de Moebius pervive, tanto en lo visual como en lo narrativo. Su diseño de personajes y escenarios, las espectaculares ilustraciones a página completa, el color, el ritmo,... en todo resuena cierto eco de El Incal.
Este western distópico nos sitúa en un lejano futuro donde la crisis climática ya ha acaecido. Las reservas de aguas son controladas por una inteligencia artificial que, además, es capaz de modificar el clima. Por culpa de un experimento meteorológico, un pastor de triceratops pierde todo su rebaño. Un fuerte sentimiento de venganza lo empujará hasta la ciudad en busca del culpable.
Allí entrará en contacto con grupos rebeldes que están preparando un golpe de estado para derrocar a la Red, la IA que lo domina todo. El mensaje ecologista, por tanto, no sólo vendrá acompañado de palabras, sino también de escenas trepidantes. El asalto a uno de los transportes meteorológicos, como si se tratase de una diligencia, o el ataque final, no tienen desperdicio.
El equilibrio es perfecto. A lo largo de las doscientas páginas que completan el cómic, sólo quise seguir avanzando. Hipnotizado por el apartado visual, no podía abandonar a unos personajes que, sin ser demasiado originales, tienen la suficiente trasfondo para empatizar con ellos y entender sus motivaciones. Sin duda, se ha convertido en mi relato del Oeste favorito este 2019.
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