Hay veces que la gente te falla. Mi librero me falló al recomendarme Se busca Lucky Luke, el nuevo álbum de Matthieu Bonhomme acerca del vaquero más rápido que su sombra. No dudé ni un sólo momento en su palabra porque el cómic anterior, El hombre que mató a Lucky Luke, es una maravilla, tanto a nivel de dibujo como de desarrollo de la historia y los personajes.
Sin embargo, si bien el nivel en el apartado gráfico se mantiene, el nuevo guion es irregular y plano. Tal vez no esté captando las referencias que sí disfruté con el primero, pero creo que aún entendiendo los guiños no me hubiera gustado. Pensé que sería una reflexión acerca de la figura femenina en el western, y la verdad es que sus tres protagonistas dan pena.
Bonhomme le monta un harén ridículo a Lucky Luke. Creía que la cubierta contenía cierta ironía, pero no es así. Es más, las dos mujeres que empuñan las armas apenas demuestran su puntería. Se pasan más tiempo mostrándose débiles y desamparadas que combativas. Tampoco se profundiza en la psicología del cowboy como sí sucedía con el primero. En resumen, ha sido una gran decepción.
Destrucción de JD Morvan y Macutay es la adaptación a la viñeta de Ravage, el clásico de ciencia ficción de René Barjavel publicado en 1943. En plena Segunda Guerra Mundial, la visión acerca de los avances tecnológicos no podía ser más pesimista. Ante la marcha imparable de los tanques alemanes por toda Europa, no era disparatado creer que sólo podrían traer el fin de la civilización.
El protagonista, François Deschamps, considera que las máquinas están debilitando a la humanidad porque cada vez se apoya más en ellas. Defiende al artesano por trabajar con sus propias manos, y considera el campo más auténtico que la ciudad. Aquí el hombre es quien emprende, mientras que la mujer es un sujeto pasivo que calla y lo apoya en la violencia de sus decisiones.
Frente a esta actitud radical, el cómic presenta una visión crítica que desconozco si se halla en la novela original. Aunque ideológicamente resulta algo confuso, la contraposición de ambos puntos de vista es muy interesante. Los lápices de Macutay y el color de Water hacen un tándem tan impresionante que sólo por él merece comprar la magnífica edición de Yermo, que reúne los tres tomos franceses.
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