Stranger Things (T4)
La nueva temporada de Stranger Things ha traído bastante más violencia y terror que en sus anteriores entregas. Cada episodio parece una película, y no sólo por la duración. Visualmente son espectaculares. Juegan con la nostalgia, y añaden detalles cutres típicos del cine fantástico de los ochenta. He disfrutado todas las tramas y personajes, si bien a todos los chavales la ropa les ha quedado pequeña. Es entretenida de principio a fin, y mucho mejor que la tercera.
Beastars (T2)
La segunda temporada de Beastars me ha decepcionado porque ha seguido el camino que marcaba el final de la primera. La historia era muy amena e interesante cuando se centraba en las inseguridades de un grupo de adolescentes que viven en un internado donde estudian juntos carnívoros y herbívoros. Luego, por esas fantasías del manga y el anime, la trama sale de la escuela para adentrarse en los enfrentamientos entre mafias. La paja existencial que se montan es tan absurda como ridícula.
Gambito de Dama
(Queen's Gambit, temporada única)
Lejos del pujante género de la fantasía, Gambito de dama encandiló a la audiencia con la biografía ficticia de Beth Harmon, una excepcional ajedrecista de los años 60. Su éxito se tradujo en un auge sin precedentes del ajedrez online. La disfruté mucho y, al igual que con Stranger Things, su factura visual es impecable. Sin embargo, para mi gusto, su guion contiene demasiadas elipsis. Lo que por un lado le otorga un halo de misterio a la protagonista, llena de inconsistencias su desarrollo.
El hombre contra la abeja
(Man vs Bee, Temporada única)
Con El hombre contra la abeja, sentí lo mismo que cuando vi la película de Mr. Bean de 1997. El humor original de la serie británica se centraba en llevar al absurdo manías y convenciones sociales. El largometraje que llevó a Bean a los Estados Unidos se olvidó de esto para darle más minutos a la exageración y la escatología. Lo mismo sucede aquí. El espectador no se identifica con lo que sucede en pantalla porque no hay nada cotidiano. Es puro derroche de imbecilidad y chistes de caca.
La sátira política de Parliament consigue lo que no ha conseguido ninguno de las comedias francesas del año: hacerme reír. Transporta sin tapujos el espíritu de The Office al Parlamento Europeo, sin escastimar en puyas contra los países miembros: desde el autoritarismo alemán a los rifirrafes nacionalistas de España o el Brexit. El elenco es hilarante, con Philippe Duquesne a la cabeza como Michel Specklin. La primera temporada es sublime, mientras que la segunda baja mucho el nivel.
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