La traducción española de Los monederos falsos de André Gide

Mi madre también hizo la colección de Obras Maestras de la Literatura Contemporánea de Seix Barral y, de pequeño, durante mucho tiempo, uno de los títulos que más vueltas dio por mi cabeza fue el de Los monederos falsos del escritor francés y Nobel de literatura en 1947 André Gide.

«¿Qué narices es un "monedero falso"? —me preguntaba— ¿Cómo puede ser un bolsito para la calderilla falso? ¿Acaso una imitación?». El tema es que el título original era Les faux-monnayeurs, que se traduciría como Los falsificadores, pero esto yo no lo sabía por entonces porque no tenía idea del idioma de Astérix y en casa sólo había un Vox de lengua española y el Collins Pocket de inglés.

«¡Vaya pestiño de traducción! —pensé cuando, iniciadas mis clases de francés en la universidad, volví a toparme con el libro— El señor Gómez de la Serna no tenía idea de francés y tradujo literalmente el título, tal cual, aunque no tuviera sentido, como aquel traductor de Dostoyevski». Que en 2012 saliera una nueva versión de María Teresa Gallego Urrutia para la editorial Alba titulada Los falsificadores de moneda no sirvió más que para reafirmarme en la jeta del primer traductor.

Pero lo que sucedía es que quien no sabía del idioma era yo, y no me refiero al francés sino al castellano. En el diccionario de la Real Academia, la segunda acepción de "monedero" es fabricante de moneda y, justo abajo, se puede leer la definición de "monedero falso". Al descubrir esto, me dije: «Soy un inculto», y empecé a salir a la calle de incógnito para que la gente no viera el rubor en mis mejillas de filólogo pedante avergonzado.

Finalmente, la respuesta la he encontrado en este blog, pues, por lo visto, no soy el único al que le obsesionaba hasta cierto punto (sano) el tema. Resulta que "monedero falso" era una expresión común en la época para referirse a esos timadores pero ha caído totalmente en desuso. De ahí el acierto de Alba con el nuevo título. Actualizando el refrán, se puede asegurar sin duda alguna que "Siempre hay un friki para un descosido".

La entrada del otro blog:


2 comentarios

el convincente gon dijo...

A mí me pasaba como a ti. Tampoco entendía a qué se refería el título de novela. Lo de monederos falsos me sonaba a una cartera Pucci de las que venden los manteros. Hasta que leyendo 'La Regenta' me topé con esta frase:

"Se encontraba un aire de monedero falso."

Por el contexto era fácil deducir que lo de monedero falso se refería a alguien que falsifica moneda. Y se me encendió la luz.

Últimamente me he sentido inculto al descubrir que "me niego en rotundo" está bien dicho. Siempre había pensado que lo correcto era "me niego en redondo" (las dos formas están aceptadas) o "me niego rotundamente".

aningunsitioperoquesealejos dijo...

Pues yo nunca había oído "negarse en rotundo", la verdad, aunque sí lo de "un 'no' rotundo".

Lo he buscado y veo que tanto "redondo" como "rotundo" vienen de la misma palabra.

«Tanto "rotundo" como "redondo" proceden de la palabra latina "rotundus", por lo que ambas son igual de correctas y no derivan una de otra, sino que se trata de la misma palabra, más o menos evolucionada de la forma latina de la que provienen. "Rotundo" es la forma culta y su uso se atestigua en el año 1580, mientras que "redondo" es la forma vulgar, atestiguada desde el año 1020.»
Fuente: http://www.fundeu.es/consulta/negarse-en-redondo-107/

Cuanto menos, curioso; cuanto más, fascinante, por cómo evolucionan las lenguas.