Godzilla (2014)
La película original de 1954 dirigida por Ishiro Honda fue presentada como una metáfora de los ataques nucleares de Hiroshima y Nagasaki. Su proyección en salas estadounidenses vino acompañada de censura, difuminando su visión desfavorable sobre la energía nuclear. La enésima versión del clásico de culto parecía querer subsanar los errores del pasado, siendo el elegido Gareth Edwards, quien había sido capaz de aunar en Monsters (2010) peleas de monstruos gigantes con la política migratoria de EE.UU.
Sin embargo, pese a que aquí vuelve a transmitir con acierto la grandiosidad de las bestias, y lo impotentes e insignificantes que somos los humanos en comparación, la crítica brilla por su ausencia. Visualmente, me pareció espectacular, pero todo se desinfla a medida que pasan los minutos. Creo que no satisfará a los amantes de lo fantástico ni de los bichos horripilantes, como tampoco lo hará con aquellos que busquen una reflexión más allá de los escamas del engendro radiactivo.
La juventud (Youth - La giovinezza, 2015)
No había visto el cartel, y suerte, porque justo la escena que retrata es la más impresionante. Me dejó con la boca abierta. La aparición de Madalina Ghenea en el spa corta la respiración. Desde un punto de vista más sensual que cinematográfico, es impecable. Apenas recuerdo más del argumento. Michael Caine es el protagonista deprimido, Harvey Keitel es el amigo optimista, Paul Dano hace de actor,... ¡Si hasta Rachel Weisz queda opacada!
Y es sintomático. Sorrentino repite muchos recursos de La gran belleza, pero no consigue la unidad de aquella. Da a luz un conglomerado de ideas sueltas pegadas toscamente con Super Glue. Su chiste con Paul Dano disfrazado de personaje histórico hace aguas, resulta desubicado y solo produce incomodidad. A través de las grietas de este jarrón que intenta vendernos no vemos otra cosa que el espectacular cuerpo de la bellísima modelo rumana.
Los cronocrímenes (2017)
Nacho Vigalondo ganó reconocimiento mediático gracias a su nominación al Oscar en 2004 con su cortometraje 7:35 de la mañana. Tres años después, su película de ciencia ficción Los cronocrímenes acabó de afianzarlo como uno de los directores más originales del panorama español. Como el mismo título indica, el tiempo cumple un papel crucial en el asesinato en torno al cual gira la trama. En un intento de ayudar a la víctima, el protagonista se verá atrapado en un angustioso bucle temporal.
Aunque no contó con un gran presupuesto, el resultado final no se ve perjudicado por malas decisiones. Su guion consigue huir de las paradojas más habituales del género, y la dirección es lo suficientemente hábil para avanzarnos lo que sucederá sin que nos demos cuenta. Como buen representante del cine español, no falta el ineludible desnudo femenino. El aluvión de elogios cosechados consiguió generarme unas expectativas demasiado altas. Queda lejos de la genialidad que me esperaba.
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