Refuller D'Abastos vuelve a hacer de las suyas. Esta vez quiere sacar tajada de la pandemia que tiene al mundo entero en jaque. Obviamente, no se trata de la actual provocada por el coronavirus, sino de otra inspirada en la ola de Gripe A de hace diez años. Con la ayuda del extraterrestre Mengelele y sus "nanobichos", Refuller quiere amasar un buen botín vendiendo medicamentos adulterados. La cosa empieza a torcerse cuando la tecnología alienígena provoca mutaciones en los pacientes que la toman. La aventura y su crítica al negocio farmacéutico no vuelan mucho más alto. Tampoco lo hace Superlópez, que se pasa la trama sin saber qué hacer, dando tumbos entre Bilbao y Parchelona (Barcelona en el universo de Jan).
El mundo de al lado (nº 57, año 2011)
Juan López, identidad secreta (de aquella manera) de Superlópez, va de excursión al lago de Banyoles con Luisa Lanas y unos amigos. De camino, el coche pincha una rueda. Mientras intentan arreglarla, Juan encuentra una misteriosa puerta que conduce a otra dimensión donde la Tierra se ha convertido en un yermo al más puro estilo de Mad Max. Convertidos en esclavos, los supervivientes arrastran una especie de fortalezas sobre ruedas cuyo objetivo es encontrar el portal que los conduzca a un mundo habitable. Al igual que en el anterior, el protagonista irá sin orden ni concierto de un lugar a otro hasta alcanzar la página cuarenta y ocho. Si bien es cierto que consigue sublevar a los esclavos contra los tiranos de las fortalezas, uno acaba tan indiferente como empezó.
Elecciones en Kaxim (nº 58, año 2011)
Este tebeo supone el regreso de Kaximpo Kimpo una década después de su aparición en la trilogía de Lady Araña. A diferencia de aquella inusual historia que necesitó tres números dada su extensión (34, 35 y 36), esta se concentra en una. Y es una suerte, pues el resultado no es mucho mejor. Kaximpo vuelve a necesitar los superpoderes de su amigo para poder llevar a cabo una elecciones justas bajo la reinante amenaza de atentados terroristas dirigidos por la oposición. Aunque el héroe de la capa conseguirá que Kaximpo salga ileso, no podrá evitar que pierda. Por suerte, podrán demostrar los amaños del partido rival y organizar una nueva votación. Su resultado es desconocido, pues Superlópez se pira antes. Supongo que, como el lector, acaba hasta las narices.
El Abejón Rey (nº 59, año 2012)
Una especie de nuevo superpoderoso aparece en la ciudad. Su habilidad es un tanto especial: a base de carisma, es capaz de convencer a cualquiera de que le entregue su dinero. Lo más chocante de este álbum es el talón de Aquiles de este villano. Del mismo modo que el humo sirve para ahuyentar a las abejas, aquí es el tabaco. O sea, con la ley antitabaco de 2011 ya en vigor, un tebeo dirigido a todos los públicos muestra a su protagonista venciendo al mal a base de caladas. Sorprende, sobre todo, por ser un cómic de Jan, ya que en multitud de historietas se ha opuesto frontalmente a las drogas y a las adicciones. Es más, en algunos momentos parece que hasta expone argumentos a favor de los fumadores. Fuera de esta curiosidad, el guion sigue la mismo línea sosa de los anteriores.
Asesinato en el Toral Exprés (nº 60, año 2012)
Con la novela de Agatha Christie de fondo, Jan ficcionaliza un acontecimiento real. Desde 2002, se celebra cada junio en Toral de los Vados (León) la iniciativa "Toral en tren". Un de sus actividades más destacadas es el viaje desde la estación del municipio, abierta desde 1883, hasta una localidad cercana con todos sus viajeros vestidos con trajes de época. En este caso, Superlópez acaba en este trayecto de casualidad, y justo cuando ha habido un asesinato. El problema de toda la trama es que hay un desajuste entre el punto de vista del personaje y del lector. Nosotros sabemos desde el principio que todo es una pantomima, pero el protagonista se cree, sin venir mucho a cuento, que se encuentra en una especie de tren fantasma. Después de todo lo que ha vivido, una locomotora espectral es lo último que le va a sorprender, pero considero que hubiera sido más entretenido haber mantenido la duda hasta el final. Tal como está contado, vemos a Superlópez montándose una película que no conduce a ningún lado.
Asalto Al Museo (nº 61, año 2012)
Al igual que en el anterior, Jan se inspira en la realidad, enmarcando la historia en el interior del museo etnográfico de Ripoll. Todo comienza el día en que Juan, junto con Jaime y Luisa, asoma la cabeza para hacer turismo en la capital gerundense, justo el mismo día que Al Trapone y Refuller tienen decidido perpetrar sendos robos en la institución. No es una gran aventura, pero me gustó mucho más que la anterior. Sobre todo, porque disfruté mucho con las ilustraciones. Es increíble con qué detalle Jan captura cada una de las vitrinas y los elementos que contiene. Me resultó tan entrañable como cuando leí El secreto de la biblioteca, también enmarcado en Ripoll, pero en este caso en la biblioteca Lambert Mata. De todos, el que más he disfrutado.
Los Recorta Planetas (nº 62, año 2013)
Tras un par de números asentados en nuestro planeta, Jan vuelve a apuntar al espacio con una raza alienígena gigante que se dedica a sustraer porciones de planetas para venderlas a sus congéneres. La idea me gustó mucho, pero el desarrollo la malogra. No puede ser que la Tierra reciba un tajo del tamaño del Mediterráneo y Superlópez siga tan pancho, más cuando Luisa ha desaparecido. Cabe decir que su subtrama podría haber estado muy entretenida si la inspiración hubiera estado más presente. Y es que la novia eterna de Juan López acaba como mascota de una niña alienígena, una situación que me recordó (salvando las distancias) al final del manga Gantz, donde sucede algo similar.
El Ladrón Del Tiempo (nº 64, año 2013)
Saltándome el álbum 63 del regreso del Supergrupo, que comentaré en otra entrada, el tercer tomo de 2013 fue nada más y nada menos que un crossover con la serie de Doctor Who. El malvado (e inútil) Escariano Avieso convierte con sus circuitos escarolitrópicos gmnésicos una caseta de transformación eléctrica en una máquina del tiempo. Su misión es la de robar enseres de Franco, Mussolini y Hitler para venderlos en el presente por una millonada. En sus viajes temporales se topará con el doctor Who... y una cabra. Aparecen muchas referencias a la serie británica, todas con el nombre modificado (Tardanis, Traleks,...). No tiene ni pies ni cabeza, pero resulta original cómo se modifica el presente con cada hurto del profesor Avieso.
El Gran Desahuciador (nº 65, año 2014)
La crítica a los desahucios masivos queda refrendada al comienzo de este cómic con una cita de la propia Ada Colau. Si bien es un tema delicado, Jan se atreve a incluir algunos chistes bastante negros. En un par de ocasiones, Superlópez salva a dos suicidas que le dicen de todo menos gracias. Por si fuera poco, su álter ego se ve casi obligado a cobijar bajo su techo a todos los que se quedan en la calle, con los dolores de cabeza que conlleva. Sin duda, de ser un tebeo de los de antaño, las bromas no hubieran tenido desperdicio, pero estamos lejos de aquellos tiempos, y el guion es plano y repetitivo. Tras muchas idas y venidas, se descubre que el Gobierno de España está compuesto por extraterrestres infiltrados que desean la extinción de la Humanidad. Sin embargo, la solución al problema no puede ser más realista: si no queremos más desahucios, tendremos que expulsarlos con nuestro voto. Desde luego, parece tarea más complicada que soltar unos cuantos mamporros.
La montaña de diamantes (nº 67, año 2014)
Después de otro álbum del Supergrupo, el héroe de Parchelona desciende del espacio para volver a la Tierra, más concretamente al continente africano. La trama se desarrolla sin él durante quince páginas, a lo largo de las cuales se describe con terrible exactitud, y también unas gotas de humor negro, las espeluznantes condiciones de los esclavos de una mina de diamantes. Por si fuera poco, Al Taeda, trasunto de ya sabemos qué grupo terrorista, secuestra a unos misioneros de la zona entre los que se encuentran personajes ya conocidos como Ramonet, Sor Infortunio o Hamed. Superlópez deja su amado trabajo en la oficina haciendo pajaritas de papel para salir al rescate de sus amigos y, más tarde, de todos los pobres explotados en la mina. A diferencia de otras veces, su presencia está bien dosificada, y su orientación es más acertada. Si bien es un excelente retrato de la inestable situación política de África, y su lectura no resulta tan tediosa, la historia sigue careciendo de la chispa de antaño.
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