Disfrutando del cine: Los niños lobo, Trainspotting 2 y Emma

Los niños lobo
(Ookami Kodomo no Ame to Yuki, 2012)

Mamoru Hosoda me había provocado sensación disímiles. La chica que saltaba en el tiempo me había desesperado y El niño y la bestia me había enamorado. Los niños lobos podría decantar la balanza hacia el amor o el odio. Por suerte, este extraño y conmovedor relato de una madre y sus dos hijos mitad humano, mitad licántropo ha inclinado el brazo hacia el lado bueno de la vida.

El director japonés recrea un mundo tan personal como el del propio Hayao Miyazaki. Si bien la calidad de la animación de sus películas no acepta reproche, la historia es la que lleva el peso de esta obra. La doble naturaleza de los protagonistas tira de ellos en direcciones opuestas, mientras su madre lucha por mantener la familia unida y feliz. Su evolución a lo largo del metraje es tan interesante como dolorosa.


T2: Trainspotting (2017)

En seguida los elogios por el increíble tráiler se convirtieron en detracciones hacia la secuela de la película de culto sinónimo de adicción y heroína. Al igual que su predecesora, está basada en un libro de Irvine Welsh, Porno (2002), a su vez continuación literaria de Trainspotting. En este caso, sin embargo, el guion diverge bastante del libro.

Veinte años después, Renton vuelve a Edimburgo buscando reconciliarse con su pasado. Las cosas no van cómo esperaba y se encuentra metido en otro chanchullo con Sick Boy mientras Franco le pisa los talones. Lo bueno de que la criticaran tanto es que no me decepcionó. Me pareció divertida, cáustica, loca y esperanzadora. Queda muy lejos del despropósito que muchos pintan.


Emma (2020)

Esta nueva adaptación cinematográfica de la novela cómica de Jane Austen guarda un rincón especial en mi memoria porque supuso la primera vez que iba al cine desde que empezamos el confinamiento en marzo. Emma Woodhouse es una joven aristócrata cuyo mayor entretenimiento es hacer de casamentera de sus amistades y relaciones. El problema es que su juicio no es siempre el acertado.

Es una historia ligera y entretenida que desata buenas risas, sobre todo el padre de la protagonista, que es un anciano hipocondríaco obsesionado con la posibilidad que una mala brisa helada le cause una neumonía. La fotografía resulta casi tan impecable como en Mujercitas. La gocé como un niño. Fue un gran respiro después de tantos meses de encierro y miedo.

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