Hiromasa Yonebayashi, heredero de Studio Ghibli: Arriety y el mundo de los diminutos y El recuerdo de Marnie


Arrietty y el mundo de los diminutos
(
Karigurashi no Arietti2010)

Hemos intentado completar el catálogo de Studio Ghibli en orden cronológico, pero cuanto más nos acercábamos al presente más se desbarataba el calendario. A diferencia del resto, mi pareja no tenía espacial interés en ver estas dos. Marnie ya la había visto en un festival de Sitges, mientras que Arrietty le recordaba demasiado a Los diminutos, una serie que de pequeña la aburría sobremanera.

Una tarde la convencí para volver a ver El recuerdo de Marnie. Yo iba con el ánimo bajo porque la semana anterior habíamos visto la infame Cuentos de Terramar, y parecía que nadie iba a ocupar el hueco dejado por los grandes maestros del estudio. Mi percepción cambió cuando la terminamos. Hiromasa Yonebayashi se erigió ante mí como el auténtico heredero y renovador de la compañía.

No sólo la animación de la película es preciosa, y su guion, delicado y sensible. También consigue ofrecer algo diferente y nuevo sin renunciar al ADN de Ghibli. Ninguna de las dos obras podría haber nacido de Hayao Miyazaki o de Isao Takahata. Si bien Susurros del corazón de Yoshifumi Kondō me enamoró, es innegable que cuesta distinguirla de un trabajo de Miyazaki.

Desde pequeña, Anna Sasaki ha vivido con sus padres adoptivos. No haber conocido a su familia biológica la atormenta. El verano que cumple doce años, su madre la envía a un pequeño pueblo con unos parientes para tratar sus problemas de asma. Ella piensa que, en realidad, quieren deshacerse de ella. Su infelicidad desaparece cuando conoce a Marnie, una misteriosa chica que vive en una vieja mansión frente a las marismas.

La historia posee una sensibilidad distinta. Su protagonista es más terrenal que las heroínas del creador de La princesa Mononoke. Tienen preocupaciones más cotidianas, y su comportamiento no es intachable. Su mirada se dirige hacia el interior y no hacia el universo. Logra conectar con el espectador a través de su fragilidad. Queda claro que ella nunca cabalgará las olas como Ponyo.

El diseño de ciertos personajes choca, porque se acerca más a perfiles occidentales (ojos claros, cabellos castaños o rubios) que nipones. Incluso hay una duda latente durante todo el filme, que comparto con otros espectadores, sobre la sexualidad de la protagonista. Evidentemente, la incógnita ni se dilucida, ni tampoco se aborda, pero es algo que nunca había aparecido en un guion del estudio.


Hiromasa Yonebayashi

Arrietty y el mundo de los diminutos, aun siendo más fantástica, nos presenta otra protagonista que, siendo dueña de sus decisiones, no tiene el poder de controlar todo lo que sucede a su alrededor. La madurez de Anna o Arrietty es aceptarse, asumir tanto sus virtudes como sus límites. A pesar de que mi pareja no quería verla, a mitad del metraje no pudo más y se sumó al sofá.

Igual de bella que Marnie, aunque con una trama algo descompensada en su desarrollo, no está basada como pensaba mi compañera en Los diminutos (The Littles, 1967) de John Peterson, sino en The Borrowers (1952) de Mary Norton. La diferencia es que los personajes de Peterson tenían, como en la serie animada, rasgos de ratón, mientras que los de Norton, no.

La historia se inicia cuando Arrietty llega a la adolescencia. Esto significa que, por fin, puede participar en las incursiones que realiza su padre al mundo de los "serumanos" con la misión de coger "prestados" (de ahí el nombre de The Borrowers) objetos y comida. La vida de la protagonista y su familia se complica cuando Arrietty decide entablar amistad con un chico humano que ha llegado a la casa donde viven.

Con esta película, Yonebayashi se convirtió, a sus 37 años, en el director más joven en capitanear una producción de Ghibli. A diferencia de Hiroyuki Morita, que dirigió Haru en el reino de los gatos, el joven director sella una ópera prima de calidad que no tiene nada que envidiar a los proyectos anteriores del sello japonés.

No es una obra más que pudiera haber rodado cualquiera. Le imprime su marca personal. La amargura de Shō y la crudeza de sus palabras me impactaron muchísimo. Su pena resulta tan dolorosa como la de Anna. Y del mismo modo que Anna, Arrietty no es una heroína todopoderosa. Nos aleja de la fantasía esperanzadora de Miyazaki a cambio de presentar unos personajes más cercanos al espectador.

Maravillado, se me partió el corazón cuando descubrí que su talento abandonó la compañía en diciembre de 2014 a raíz de los rumores de su posible cierre. Junto a otros animadores de la plantilla, se unió al recién fundado Studio Ponoc, el cual ha sido lugar de nacimiento de Mary y la flor de la bruja, y Modest Heroes. A día de hoy, el futuro de Ghibli sigue tan incierto como entonces. Por suerte, su legado no morirá con él.


El recuerdo de Marnie
(
Omoide no Mānī2014)

2 comentarios

el convincente gon dijo...

(SPOILER)

Para mí lo más perturbador de la sexualidad de Marnie no fue la homosexualidad sino ¡el incesto!

aningunsitioperoquesealejos dijo...

No me pongas esas palabras en el Blogger que luego me censuran. XD ¿A ti te ha pasado alguna vez? Hoy me he despertado con una entrada que Blogger me ha borrado porque algún usuario me la ha reportado como "virus". Y ahora estoy preocupado por si han podido inyectar código malicioso en ella. La cosa es que no puedo comprobar nada porque ya la han eliminado completamente.