Pikmin Bloom es el nuevo intento de la asociación entre Niantic y Nintendo por repetir el éxito de Pokémon Go, que a día de hoy es el cuarto juego de móviles con más jugadores y el quinto juego con mayores ganancias por encima del mítico Candy Crush Saga. Recientemente, Niantic anunció el cierre de servidores de Harry Potter: Wizards Unite después de dos tibios años desde su lanzamiento.
Este nuevo juego captó mi atención por los personajes que lo protagonizan. Los Pikmin son unos seres diminutos medio planta que se alimentan de néctar, y cuya misión principal es recolectar fruta. Ya había disfrutado de su precioso y divertido diseño. Los conocía de haber jugado con ellos en tercera entrega de la saga en Wii U, y tenía ganas de probar cómo funcionaban en un smartphone.
Además, Bloom se ha publicitado como una experiencia menos exigente que Pokémon Go, sin incursiones por equipo, ni otras obligaciones de cara a ascender de nivel. La app sólo te exige caminar. Hay algo similar a las incursiones, que tiene que ver con eliminar hongos, pero no están limitadas a una horquilla de tiempo. Puedes mandar a un Pikmin a destrozar una seta y olvidarte.
Al cabo del rato, el renacuajo volverá con una o más piezas grandes de fruta. Si mandas más, o cumples ciertas condiciones, la recompensa será mayor. De la fruta obtienes néctar para alimentar a los Pikmin, que producirán flores en los tallos de sus cabezas. Las flores serán de cierto color o de cierta especie dependiendo del tipo de néctar que les des. El rojo se obtiene de la cereza, y el amarillo del limón.
Durante las caminatas encontrarás piezas pequeñas de fruta, hongos que destruir y plántulas. Las plántulas deben recogerse para colocarlas en los semilleros. Hay seis huecos, dos de ellos ocupados permanentemente por dos semilleros. Los otros cuatro están destinados a los semilleros perecederos, que desaparecen cada vez que una plántula brota. Cuando esto sucede, un nuevo Pikmin nace.
El número de flores y Pikmin irá creciendo. Cuantos más tengas, más provechosos serán tus paseos porque podrás plantar más flores, y así acelerar el crecimiento de las plántulas, y podrás recoger más piezas pequeñas de fruta de las que obtener néctar. A medida que transcurra el tiempo, tu amistad con los Pikmin crecerá. Si alcanzas los cuatro corazones, obtendrán un disfraz especial.
Al principio no lo entendería, pero es importante dónde encuentras las plántulas. Si están cerca de una peluquería, de una farmacia o de un parque, el disfraz conseguido variará. Esto es importante porque hay disfraces realmente feos. Da rabia dedicarle tiempo a un Pikmin para que termine con una vestimenta que, luego, no le vas a poder cambiar.
Aquí es donde se torció el juego para mí. Realmente, los Pikmin son tus herramientas. No interactúas con ellos, no puedes dedicarle una atención especial, no puedes añadirle los cosméticos que quieras. De queridas mascotas pasan a servilletas de usar y tirar. La cantidad crece sin parar. Diez, veinte, sesenta, cien. Me hubiera gustado poder encariñarme más con ellos, como hice con Miitomo.
Para acabar de estropearlo, si quieres ampliar el máximo de Pikmin, que de entrada es trescientos, debes pagar sí o sí (2,29€ para subirlo a 350). En Pokémon Go puedes conseguir esto con monedas del propio juego; aquí, no. Por lo tanto, llegado a cierto nivel vas a tener que pagar si no quieres eliminar ninguna de tus criaturas. Lo mismo va a suceder con el máximo para néctar, flores y plántulas.
Más allá del pago obligatorio, que molesta mucho, mi principal inconveniente es que no era el juego que esperaba. Yo quería entablar amistad con mis Pikmin y no tener un ejército de esclavos que trabajan para mí en una rueda de hámster, pues las ganancias sólo sirven para invertir en más Pikmin. Subir de nivel no se ningún incentivo para mí, pues no supone ninguna mejora.
También, y esto es algo en lo que se diferencia del juego de consola, los características de los distintos tipos de Pikmin no se explotan en la app. En Wii U los rojos sobrevivían al fuego, los azules al agua, y los amarillos a la electricidad. Aquí da igual porque no se enfrentan a estos peligros. Un mes después sigo con el juego, pero más por obligarme a caminar y salir que no porque me divierta de verdad.
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