El estado de la unión de Nick Hornby

No había leído nada de Nick Hornby, pero había oído que era divertido. Lo imaginaba erróneamente como una especie de Tom Sharpe. Al menos en esta novela, su humor es tenue como una gasa, aunque pudiera ser culpa de la traducción.

El punto de partida es muy interesante. Asistimos a la evolución de un matrimonio a través de los diálogos que comparten marido y mujer antes de entrar a su sesión semanal de terapia de parejas. Sin embargo, las conversaciones entre ambos se tornan cargantes, circulares. Este detalle no las aleja de las discusiones reales de pareja, pero sí que he encontrado ciertos fragmentos forzados, poco naturales.

EL autor quiere dirigir la conversación hacia cierto punto, y empieza a retorcer el toma y daca entre ambos personajes para que lleguen al puerto que desea. En ningún momento siento que lleguen por un devenir natural de las palabras. Tampoco entiendo muy bien a los personajes, ni siquiera los veo como tal. Sobre todo él, me resulta insoportable con sus chistes a destiempo de sit-com genérica.

Hace un paralelismo con el Brexit que no llega a cuajar en mi cabeza. Es una lectura veloz que se me ha hecho larga. No he conseguido congeniar con el desarrollo ni con el final.

Sóniechka de Liudmila Ulítskaya

Liudmila Ulítskaya es una escritura judía nacida en la Rusia de 1943, dos años antes del final de la Segunda Guerra Mundial. La novela trata de una ávida lectora llamada Sonia que nace y crece en el mismo contexto histórico que su autora.

Su afición por los libros es lo que me atrajo, ya que anticipé una biografía guiada por el amor a la literatura, acaso como Stoner. Pero fue una ilusión. Tras conocer a un pintor que ha regresado de Europa, Sonia se vuelca por completo en la construcción de un hogar. El ritmo de los quehaceres domésticos es tal que los libros son incapaces de ir a la zaga y caen en el olvido.

No hay nada vergonzoso en dedicarse a las labores de casa, pero fue una decepción no encontrar lo que esperaba. A partir de aquí, la trama empieza a ignorar a su protagonista, apenas mencionándola. No sé si se trata de un paralelismo con la vida de la propia Ulítskaya, quien en 1970 fue despedida de su puesto en el Instituto de Genética General por haber reproducido literatura prohibida por el régimen soviético. Estuvo nueve años sin trabajar, durante los cuales se casó y tuvo dos hijos.

Me fastidia que el personaje no salga de su letargo hasta justo el final, una resurrección que sabe a poco por las pocas páginas que se le dedican. Es una novela correcta, con personajes bien perfilados, pero cuyo cambio de rumbo me rompió las expectativas y me desorientó, impidiéndome disfrutarla más.

Arrancad las semillas, fusilad a los niños de Kenzaburo Oé

Tres cosas sabía de Kenzaburo Oé: que era un escritor japonés, que había ganado el Nobel y que tenía una novela con un título brutal. Esa novela era, obviamente, Arrancad las semillas, fusilad a los niños. Si bien el título no se ajusta exactamente al original, pues no usa el imperativo, la idea es exactamente la misma.

En plena Segunda Guerra Mundial, un grupo de adolescentes es evacuado de un reformatorio que se ve amenazado por los bombardeos. Los jóvenes son llevados hasta un pueblo aislado en las montañas en busca de refugio. Sin embargo, la actitud de los aldeanos es completamente hostil, y sólo los acogen por obligación.

La narración es el testimonio en primera persona del cabecilla del grupo. Pese a no haber leído a muchos autores nipones, puedo reconocer este estilo que parecen compartir basado en frases sencillas sin pretensiones ni apenas adjetivos. Sorprende cómo siendo casi puramente descriptivo, Oé consigue transmitir con tanto dolor el desamparo de los muchachos.

He podido sentir su profundo rechazo a la guerra en la misma medida que los comportamientos y reacciones de sus personajes han conseguido extrañarme. Me sucede con muchas ficciones japonesas, sean en papel o en celuloide. No empatizo con muchas de sus pautas de conducta, tan pasivas, tan distintas de las occidentales.

Tras un título impactante, se haya una novela de una fragilidad hiriente. Como un péndulo, he avanzado entre fragmentos que me resultaban ajenos y parlamentos que me conmovían. El sentimiento ha sido agridulce. De lo que no cabe duda es un buen remedio para quienes ven la guerra como un poema épico y no como una miseria indigna que borra cualquier vestigio de nuestra humanidad.

Los 4 Fantásticos resuelven sus conflictos con empatía y sinceridad [SPOILER]


Los 4 Fantásticos: Primeros pasos
(The Fantastic Four: First Steps, 2025)

Vas a ver Materialistas de Celine Song, pero el cine no puede proyectarla porque la pista de sonido está estropeada. Fuera hace un calor tórrido y el establecimiento tiene aire acondicionado, así que vuelves a tropezar con la piedra de siempre y compras una entrada al universo de Marvel y palomitas. Te sientas ante la pantalla, y las palomitas están más saladas que el mar Muerto. Sí, te has equivocado de nuevo.

Las cuentas de los "expertos" en cómics de superhéroes la ponen por la nubes: que recuperaba la esencia original, que volvía a emocionar, que... qué pereza. El guion es tan tonto como Reed Richards, supuestamente un genio sin parangón tan gris como el resto del elenco. Los personajes son tan planos que el encefalograma de una momia parece una montaña rusa.

Al igual que Jurassic World: El renacer, Los 4 fantásticos considera que los conflictos clásicos son demasiado simplistas. Al hombre de goma se le presenta fugazmente como un hombre que se obsesiona por su trabajo y deja de lado a su familia... Que nadie sufra o se ofenda por el cliché, porque a los cinco minutos está resuelto, enterrado y olvidado.

¿Que, además, se siente culpable por haber enviado a su familia al espacio y haber convertido a su cuñado en una masa de roca monstruosa? Ben le pide que no se preocupe, que está todo chipén. Sin rencores. Hay un par de escenas en que gimotea como un perrillo por la chica que le gusta, pero está claro que a ella su aberrante apariencia no le importa, porque ella sólo valora el interior.

Sue Richards tiene su primer embarazo en pleno apocalipsis... No worries, ella puede con todo. ¿Acaso no ha conseguido la paz mundial? Pues claro que viaja al espacio preñada, ¿qué malo puede pasar? Es tan jefa que es capaz de parir en gravedad cero sin derramar ni una gota de sangre. A medida que expulsaba al niño por un orificio, absorbía la placenta por el otro.

Poseen madurez emocional es excepcional. Solucionan todas diferencias a través del diálogo y la empatía. ¿Los quiere empalar el planeta entero porque no piensan sacrificar a su propio hijo para salvar a la humanidad? Pues hacen un speech en la puerta de casa, y la masa enfurecida escucha, comprende y asiente. ¡Como debe ser! Y aquí matándonos por el papel del váter en plena la pandemia. Vergüenza...

Su conducta impoluta e insípida hace que los casposos comentarios del hombre antorcha suenen todavía más fuera de lugar. El mayor problema es que la "Casa de las Ideas" es la ausencia de las mismas. Tiene el tanque de la imaginación tan seco que no consigue encontrar tramas interesantes que sustituyan los viejos conflictos rancios.

¿Es imposible sustituir los tropos de antaño? No. Nintendo lo ha hecho con su fontanero favorito. La aventura de animación ya no versa de Mario intentando rescatar a la desvalida princesa, sino de salvar a su hermano Luigi. Es un detonante igual de sencillo y directo. ¿Cómo es Luigi? Miedoso. ¿Cómo es Peach? Habilidosa y valiente. ¿Cómo es Mario? Bondadoso y noble. Sencillo y para toda la familia.

Los 4 fantásticos: Primeros pasos me ha aburrido soberanamente. Me ha parecido absurda y llena de estupideces. El humor, o brilla por su ausencia, o está fuera de lugar. El CGI y las batallas ya no sorprenden. El cacareado Doctor Doom de Robert Downey Jr era un anzuelo sin cebo. Eso sí, qué buen aire acondicionado. Chaqueta me he tenido que poner. Por un momento me he creído que ya era otoño.

Jurassic World: El renacer con tufo a fiambre [SPOILER]


Jurassic World: El renacer
(Jurassic World: Rebirth, 2025)

Con el reclamo (en mi caso) de Scarlett-Johansson y (en el caso de mi pareja) de los dinosaurios, fuimos a ver la última entrega de la saga iniciada por Spielberg en 1993. Gracias a mi pareja sé que los dos dinosaurios más exitosos de la franquicia, el T-Rex y el velocirraptor, pertenecen al Cretácico Superior, un periodo que se inició más de cuarenta millones de años después del fin del Jurásico.

Si Jurassic World fue un reboot entretenido que se malogró en las posteriores entregas, cabe decir que este reinicio pinta mal desde el comienzo. Cinco años después de los sucesos de Dominion, la moda de los bichos antediluvianos se ha ido al garete. Descontando a los ejemplares encerrados en zoos, la mayoría se encuentra en la línea del ecuador, único ecosistema en el que se dan las condiciones para su supervivencia.

Una empresa farmacéutica pretende viajar allí para conseguir muestras de sangre de los animales con el propósito de crear un nuevo tratamiento contra dolencias cardíacas. Las prohibiciones gubernamentales restringen el acceso (de aquella manera, porque luego cruza por ahí todo quisqui) y por eso acuden a la Johansson, una "experta en operaciones encubiertas" con una musculatura también encubierta.

Los personajes no son planos, que es lo esperable en una peli de acción, es que directamente carecen de personalidad. Saben a galleta de arroz dietética. Ya nadie tiene vicios, ni hay cojos o tuertos, y la masa corporal de todos ellos respeta el rango del IMC entre healthy y fofisano. Están diseñados para no ofender.

Claro ejemplo es la familia que pasa por allí cuando están persiguiendo a un mosasaurio. Es un padre con sus dos hijas, y el novio de la mayor, que se nos presenta como un zángano insoportable. Se crea la expectativa de que va a haber un conflicto gracioso entre el padre y el adolescente. A la media hora el padre le felicita al chaval por salvar a su hija y le pide que se respete, que él vale mucho.

Pues muy bien, deconstruimos el estereotipo del inútil recordando el complejo caleidoscopio que es la personalidad humana, y convertimos una dinámica entretenida y tópica en una acelga. Al menos, nos quedarán los dinosaurios, ¿no? Con lo que han avanzado los efectos especiales, deben ser un portento técnico. Pues, el que no tiene piel de rana, tiene cola de lagartija, o parece un descarte de Alien.

Sobretodo, molesta la incorporeidad de esta fauna digital. El ejemplo más claro es la escena del campo con hierbas de metro y medio. No se ve nada. No se oye nada. De repente, se alza una pareja de titanosaurios haciéndose caricias. ¿Cómo, dónde estaban? Otro: un bote salvavidas se infla automáticamente, en vertical, y oculta a un Tiranosaurio. Cuando cae al agua el monstruo ya no está.

Los dinosaurios aparecen y desaparecen como si se tratará de un espectáculo de David Copperfield o del Mago Pop. Y los cacareados mutantes, llamados "mutadones" en la película (vaya tela), son tan feos como sosos. Los unos parecen los dragones que le encargaron al becario de Juego de tronos, y el otro ni siquiera pasó el corte de Prometheus, que ya es decir.

Al final no hay pelea, ni huida frenética. Sólo pena por el deforme y solitario Distortus Rex y por el dinero tirado a la basura. Muchas escenas son refritos de la original de Spielberg, sin la magia ni la fuerza narrativa de este, y lo que parecía ser un sacrificio sin sentido acaba siendo un superviviente sin dinero y sin tripulación. ¿La conclusión? Las farmacéuticas son malas, y a correr.


Funko Pop del Distortus Rex