2024 ha sido un año lleno de anime. He visto muchas series porque han habido no pocos estrenos. Las plataformas de streaming generalistas se han volcado a producirlos y parte de ellos son adaptaciones de cómics que llevo tiempo leyendo en la web de Manga Plus. Se han sumado excelentes recomendaciones de mi cuñada, que enlaza series como su madre cigarrillos.
Look Back (Prime Video*) y Frieren (Crunchyroll) están en la cima sin discusión. El primero es un mediometraje dramático que habla de dos chicas que conocen a través de su adición por el cómic y el dibujo. El segundo es una serie introspectiva de fantasía que reflexiona acerca del tiempo y las relaciones humanas, en la que también tenemos grandes momentos de comedia y acción.
Dandadan (Netflix, Crunchyroll) ha sido uno de los fenómenos del año en el mundo del anime. Si el manga tuvo éxito, la adaptación ha catapultado su fama. Desde su opening lisérgico con la pegadiza canción de Creepy Nuts a los caóticos episodios llenos de batallas explosivas y humor gamberro, no ha perdido ni un ápice de su esencia. El magnífico doblaje al castellano no hace más que mejorarlo.
He completado la segunda y la tercera temporada de Mob Psycho (Crunchyroll) y pese a las buenas valoraciones que he leído de la última, a mí me gustó más la segunda. Esta integra muy bien la evolución del protagonista con los combates, aún más espectaculares que en la primera. La tercera, en cambio, se centra en completar el desarrollo interno de Mob, y ofrece una trama deslavazada, con demasiadas elipsis y agujeros argumentales.
Otra con la que hice tres temporadas en raya fue Kimi ni Todoke (Netflix), un romance de instituto entre la paria de clase, Sawako, y el chico más popular, Kazehaya. Tan cándida como Ore no Monogatari, me ha divertido y conmovido a partes iguales. Si bien a medida que se alarga la trama adolece de un exceso de dramatismo y de tramas repetidas, la he devorado como si no hubiera un mañana.
Sand Land (Disney+) es una serie con sabor a western. Como ya intentó (infructuosamente) con Dragon Ball, Toriyama se aleja de los superpoderes cósmicos para abrazar el humor y la aventura. Gracias a la figura del sheriff Rao, se introducen tácticas militares que nivelan la balanza contra los enemigos más fuertes. Me gustó infinitamente más que el cómic, que me resultó demasiado soso.
Heavenly Delusion (Tengoku Daimakyou, Prime Video) es un anime de ciencia ficción que parte de dos tramas separadas: la de un grupo de niños que viven aislados en una idílica institución, y el viaje de dos adolescentes en busca de un hombre a través de un Japón posapocalíptico. Es una historia inquietante con notas de humor. Es una pena que, a medida que avanza, algunos episodios flojean.
Me costó entrar a Tragones y mazmorras (Dungeon Meshi, Netflix) por el tono. Tan pronto es seria como excesivamente chorra. Además, me dio la impresión de que se iba a repetir el mismo esquema en cada episodio: encontrar monstruo, derrotarlo, cocinarlo, y aprender una valiosa lección. Pero la trama se complica de modo muy inteligente, y los personajes ganan en profundidad.
Hokkaido Gals Are Super Adorable! (Dosanko Gal wa Namara Menkoi, Prime Video) está basado en un manga de tipo harem publicado en Manga Plus. Combina el romance cursi con humor blanco y toques picantes, estos últimos más acentuados en el anime. Pese a no tener una gran historia, lo he leído al completo y he visto todos los episodios. Es una excelente guía turística de la región de Hokkaido.
Con Dragon Ball, tanto la película de Super Hero (Crunchyroll) como la miniserie de Dragon Ball Daima (Anime Box, Netflix, Crunchyroll) me han decepcionado por culpa del excesivo fanservice. Añadieron cambios para cumplir las demandas de los seguidores, pero lo hicieron de manera ilógica y torpe. Al menos, la animación y el humor de Daima es una delicia, cosa que no se puede decir del largometraje.
Dos casos en los que el manga me entusiasma, pero el anime no me ha atraído nada, han sido Chainsaw Man (Crunchyroll) y Magilumiere Magical Girls S.A. (Prime Video). El primer título creo que no ha adaptado bien el humor ni las transiciones entre acción e introspección del cómic; el segundo, directamente, se me hace aburrido, y la paleta de colores y la animación me han dejado desencantado.
Dr Stone (Netflix) lo he abandonado a los pocos episodios porque la adaptación no me gusta. El dibujo de Boichi es impresionante, y aquí desluce por completo. Lo mismo me ha sucedido con Jujutsu Kaisen (Netflix), cuyo sistema de magias y poderes me marea. El peor del año para mí, sin embargo, ha sido el remake de 2024 de Ranma 1/2 (Netflix); es tan malo como innecesario.
Hasta aquí mi 2024 en lo que respecta al anime. Ha estado lleno de altibajos, pero con el premio de haber disfrutado de series maravillosas, llenas de corazón y de vibrantes escenas de acción. Sin lugar a dudas, lo positivo supera con creces a lo negativo.
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