Finalmente, la mega publicitada locura del multiverso no ha sido tal. La película ha quedado lejos de la diversión que esperaba del título y su agresiva campaña. Ya pasó con Spider-man: No Way Home. Sea por guion, o por CGI, la orgía de palomitas no llena el cubo del combo más económico. La resaca de Endgame y muchos años de lo mismo la lastran sin duda.
Podríamos aducir falta de ingenio, pero si uno repasa las primeras aventuras, no eran mucho más originales. Era el efecto de la novedad lo que nos predisponía al disfrute, y la menor saturación del género. Ahora hasta hay series que ligan los cabos sueltos entre películas. WandaVision, por ejemplo, es la serie encargada de narrar el cambio que sufre la Bruja Escarlata tras la batalla con Thanos.
Porque cuando la vemos aparecer en esta segunda entrega del Doctor Extraño no se parece a la heroína que conocíamos. Si en La era de Ultrón no entendí lo que había sucedido con S.H.I.E.L.D., aquí al menos tenía una idea por lo que había leído por internet. Pero tengo claro que no me voy a desvivir por seguir la biografía de unos personajes cuya pista perdí hace tiempo en los cómics.
Si bien su duración supera por poco las dos horas, no puedo negar que el principio me resultó acelerado. Y es que el disparo de salida se da in media res. No consigue generarme intriga. No ayuda la interpretación de Cumberbatch, demasiado plana dada la cantidad de registros que podría haber aportado. Encima, el tema del amor se repite aquí con el mismo esquema cansino de siempre.
Si debo destacar qué me ha gustado, diría que el personaje de América Chávez, que bien podría ser la protagonista de la película loca, divertida y llena de color que esperaba. El lado más tétrico de la trama no me encandiló precisamente, pero la "capa fantasmagórica" del final me fascinó. Aunque no es el desastre de The Eternals, no volvería a perder el tiempo con ella. Es más de lo mismo.
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