De tarjetas, códigos PIN y DNIs


Cuando salieron las tarjetas de crédito con número PIN, yo todavía tenía que ir echando firmas. No faltaba la cajera que me dijera aquello de "¡Ah, que es de la viejas!". Para mis adentros pensaba: "¿Qué coño ha pasado? ¿Ha ido todo el mundo en masa a cambiarla menos yo?".

Cuando llegó la fecha de renovarla y me dieron una con chip, yo todavía tardé en cambiar el mío y seguí a piñón fijo ofreciéndola junto al DNI. "El carnet no hace falta", me decían. Desconcertado, volvía a guardar mi foto proetarra en la cartera. ¿Tan infalible es el PIN?

En la cuenta común, tenemos una única tarjeta a nombre de mi pareja. Yo, por cierto rifirrafe con el banco, cancelé la mía. Debido a esto, he tenido ya un par de situaciones incómodas al ir a pagar con ella y ver cómo me la rechazaban.

–Pero esta tarjeta es de una mujer –suelen contestarme, a veces, incluso con un "Disculpa".
–Sí, es la de mi pareja. Es de la cuenta compartida.
–Pues lo siento pero no puedo cobrarte con ella.

Hoy me ha vuelto ha pasar y la dependienta me ha dicho que las tarjetas son personales e intransferibles. No me enfado porque es de sentido común no aceptar un pago con una tarjeta que no pertenece al cliente. Sin embargo, no dejo de ver una incoherencia enorme.

Si, por ejemplo, pagase con la tarjeta de mi hermano o de mi compañero de piso, nadie diría nada porque ya no se comprueba el DNI y no saben si me llamo Juan o Miguel García. Para las tiendas, ahora, es prueba suficiente teclear el número secreto.

El problema viene si el sexo no coincide, si consideran que no me puedo llamarme María (no me voy a meter en temas de transgénero, donde también imagino situaciones más incómodas). Se me permite pagar con la tarjeta de mi amigo Pedro pero, en cambio, no con la de mi madre.

Mi pregunta es, si el código PIN no es suficiente, si cabe asegurar que el pagador se corresponde con propietario del plástico, ¿no deberían seguir exigiendo el carnet? ¿O qué pasa, que ojos que no ven, tarjeta ajena que casco por el datáfono? No me parece lógico.

Chupa-Chups Gomis, lenguas con sidral


Mi nueva vieja adicción... Tras la confusa noticia de que la marca de caramelos Fiesta, con sus Kojak y sus Fresquito, se iba/no se iba a pique, encuentro esta delicia. Son las lenguas de toda la vida: no las dulces con azúcar que, al menos yo, encuentro por todas partes, sino las ácidas recubiertas de sidral.

La novedad es que Chupa-chups las ha recortado. De niño me resultaba divertido fingir que tenía una lengua de serpiente gigante y estas, entiendo, a los críos les harán menos gracia. En cambio, para los adultos son pura cocaína. Te metes una lengua, y ya quieres otra. Tiene la medida y el toque de acidez perfectos. Es empezar y no parar.

The Stranger de Guillermo Amoedo


La película chilena The Stranger, dirigida por el director uruguayo Guillermo Amoedo, cuenta una historia de vampiros ambientada en Canadá y rodada en inglés. La ironía parece insostenible pero se aguanta porque la grabación se llevó a cabo en el sur de Chile y los actores son del país.

Si hubiera sido española, no habría dudas acerca de la nacionalidad de los actores. No sólo porque los reconocerías por haber salido en Física o química sino por el acento. En cambio, aquí he tenido que googlearlos para asegurarme de que el elenco principal no es estadounidense, pues su inglés es muy bueno.

El poco original título de The Stranger inicia la narración en el mismo momento que un desconocido llama a la puerta de una casa preguntando por una mujer. A partir de aquí, los acontecimientos se encadenarán en una trama contenida que acabará revelándonos la identidad de ese hombre y el porqué de su visita.

El guión se aleja del vampiro como criatura fantástica para convertirlo en un enfermo. Más que una película de terror, nos encontramos con un filme de intriga donde los malos son corruptos inútiles y la amenaza es una epidemia (¡cualquier parecido con la realidad española es pura coincidencia!).

Me gustaron las actuaciones y cómo se desarrolla la historia, que evita mencionar a los vampiros. Resulta verosímil más allá del comportamiento excesivamente poco lúcido de cierto personaje, concesión para que avance la trama sin, en mi opinión, estropearla.

Creo que tanto por el tono como el ritmo podría ser comparada, sin parecerme tan buena, con Déjame entrar de Tomas Alfredson. La maratón de Sitges en El Retiro dejó de lado las cintas más gamberras para proyectar lo más reflexivo del género.

Pepero, el Mikado coreano


Pepero se vende a sí mismo como la "marca número uno de Corea". Son unos palitos de galleta recubiertos de chocolate, cuya versión con sabor a fresa fue a parar a mi estómago. Cabe confesar que, una vez probados, hacen honor a su nombre.

Su color rosado, que hace gala de una deslumbrante artificialidad, adorna una galleta de gusto rancio, pasado. Por sencilla antonimia papilar, traiciona su promesa de ser "número uno" de nada, una nada que queda en menos tras leer la letra pequeña del dorso que reza "Product of China".

Una promesa y dos mentiras... ¿qué más se le puede pedir a un Pepero? Yo, desde luego, no podría pedir nada más. Firme a su esencia, Pepero no defrauda hace concesiones a críticas maldicientes y sigue firme en su puesto de mejor marca del país.

The Babadook


No soy aficionado al cine de terror y sus seguidores me causan extrañeza. Dicen que les pirra el género pero luego se pasan el rato tapándose los ojos y preguntando "¿Se ha acabado ya el susto?". ¡Entonces pa' qué vienes! Es como ir al fútbol y taparse los ojos cuando hay goles.

Mi problema es que me cuesta bastante creérmelas, meterme en la historia, lo que no quita que sea un cagón. Pero es ver a gente vomitando líquidos de colores o levitando mientras se enfrenta a bichos ridículos con uñas gigantes o cara de estreñidos, y me supera.

The Babadook trata de un libro infantil que en lugar de ayudar a dormir a los niños, los acojona vivos. La terrorífica historia acaba materializándose, haciendo ver a los padres que, tal vez, no era tan buena Recomendación FNAC como apuntaba la web.

Si se mira bien, lo cierto es que el monstruo no era necesario. Para traumatizar la infancia de cualquiera se basta la casa de la película, pintada en variados tonos de acero, zinc, ceniza, gris cadete, gris de Payne y negro. Desde luego, más digna del List it que del Love it.

Aunque, sin duda alguna, sí algo ha de producir pesadillas en The babadook va a ser de el niño revenío,  llorón, hiperactivo, cansino y fusilable de la película. Deberían mostrárselo a quien dude en hacerse la vasectomía, que se cortará los huevos al instante.

Aquí os dejo una foto de la criaturita:


Monsters 2: The dark continent


Nada más empezar, mi pareja exclamó: "¡Una peli de monstruos con pretensiones! La hemos cagado".

Y no gustó al público, claro está. El problema es que la venden como cine fantástico de monstruos cuando no es así. La prueba que corrobora esta afirmación es que si quitas los monstruos, la película no pierde sentido y sigue funcionando perfectamente.

No he visto la primera pero he buscado información y, aunque está dirigida por otro director, tiene el mismo planteamiento que la segunda. He leído comparaciones con District 9 pero creo que el símil es bastante incorrecto.

Disctric 9 es una peli que se vendió como una historia de ciencia-ficción acerca del apartheid sudafricano con marcianos en vez de negros. Al final, no había crítica social ni pollas, sólo una estúpida historia de amor, con acción y mutaciones desagradables.

Las dos de Monsters, en cambio, se centran en la crítica y no en los bichos, que son meras comparsas CGI. En la primera, nos habla de dos estadounidense intentando cruzar la frontera sur de los EE.UU. mientras que la segunda se centra en la situación de las tropas en Oriente Medio.

Entiendo lo defraudados que se sintieron los fans del género con Monsters 2, pues se tuvieron que chupar un filme bélico que no les ofrecía nada de lo que buscaban. Lo mismo me sucedió con District 9. Si nos hubiéramos intercambiado las entradas, hubiera sido mejor.

Curiosamente, como película bélica también resulta bastante aburrida porque hay más monólogo interior que metralla. Queda patente que no consigue satisfacer ni a los admiradores del general Patton ni a los de Godzilla, y se queda en el pantanoso terreno de lo "crepuscular".

En realidad, todas las pelis de la maratón del Retiro cumplían la fórmula de [nombre del género] + crepuscular. Afortunadamente, a diferencia de lo que me sucede con los westerns, el género fantástico y de terror me da bastante igual y puedo aceptar estos pastiches.

Pensándolo bien, lo "crepuscular" debería establecerse como una entidad propia y no una variación de géneros con los que poco tiene a ver. Siempre es el mismo rollo introspectivo con cuidadas postales de paisajes para momentos de serenidad contemplativa durante la pausa del café en la oficina.

Dicho esto, la película no me disgustó. El argumento sigue a cuatro jóvenes de Detroit que se alistan y descubren lo jodida y absurda que es la guerra. Me encantó la fotografía y los efectos especiales. Aparte de eso, no aporta nada nuevo que no hayamos visto ya.

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Nota conspiranoica: Aunque muestra el bando de los ocupados, no llega a empatizar y se queda en el sufrimiento de los soldados. La frase de "los civiles apoyan a los insurgentes contra nosotros porque al bombardear a los monstruos se producen los daños colaterales inevitables" me recordó a las justificaciones pro israelíes de la masacre en Gaza.

Allelluia de Fabrice du Welz


¡Oh, no, una película francesa! ¡Corramos todos! Ja, ja. Esta producción francobelga, protagonizada por Laurent Lucas y Lola Dueñas, narra la historia grotesca de un seductor y una psicópata posesiva. Las caras de loca de Dueñas y de pringado de Lucas son impagables.

Más allá de esto, me dormí. Es una película de sangre y vísceras que no me dejó claro si era una comedia. Todo el mundo se reía pero no estoy seguro de si todas las escenas que desataron las carcajadas fueron filmadas con esa intención. Otras, sin duda, buscaban ese efecto.

A diferencia del humor británico, donde la ironía te hace dudar entre reír o llorar por tu ridícula existencia, el francés te hace dudar si lo que ves hace gracia o no. ¿Es esto divertido o es otro signo inequívoco del ingenio galo?

Es complicado entender cómo las comedias francesas pueden resultarnos tan malas si contamos que Astérix o Gaston Lagaffe son lo más querido y divertido de nuestra infancia. ¿Qué sucede? ¿Qué salto se da de la viñeta al fotograma para que nos parezcan unos gilipollas?

La película tiene sus exigidas pinceladas de pretenciosidad y sus planos oníricos con luces estroboscópicas para reflejar el turbado estado mental de los protagonistas. Por lo demás, pese al desconcierto, creo que es una burrada gore con ganas de hacer reír y pasar un buen rato.

These final hours


Fue la primera película de la maratón de Sitges de 2014 en el Retiro donde no hubo ningún peliculón. Fue la que más gustó, sin dificultad.

El argumento es simple: el mundo se acaba en doce horas. El final trae consigo una muerte horrible. Muchos se suicidan antes para no sufrirla. James tampoco quiere sentir nada cuando llegue el momento y se obsesiona por llegar a una macrofiesta donde emborracharse y drogarse.

Tal planteamiento parece digno de una peli adolescente con Jonah Hill pero, afortunadamente, no es así. De camino hacia la fiesta, James se encuentra con situaciones donde deberá decidir qué hacer, cómo obrar. ¿Realmente ya no importa nada? ¿Va a cerrar los ojos e ignorar lo que sucede?

La historia es una reflexión sobre dónde queda la ética cuando no queda esperanza alguna de supervivencia. No es un guión de arte y ensayo. Es introspectiva pero tiene muy buen ritmo. Sirve también para darse cuenta cuán ininteligible puede ser el acento australiano.

The Simpsons Guy


The Simpsons Guy es el primer episodio de la decimotercera temporada de Padre de Familia y ha llamado la atención de muchos fans ya que se trata de un crossover con Los Simpson.

Antes eran rivales, se pinchaban la una a la otra, y al final ambas series han acabado retozando. Hay un gag en un episodio de Los Simspon en que Homer empieza a replicarse y entre los clones se encuentra Peter Griffin. Desde Padre de Familia, también ha habido bastantes referencias hirientes.

Este capítulo de tres cuartos de hora es flojo y su humor es básicamente el de la serie de MacFarlane. Hay bromas bastante chungas que nunca aparecerían en la serie de Groening, incluso comportamientos de los protagonistas amarillos traumatizantes. Está claro que el espíritu más grotesco de la una fagocita a la otra.

El capítulo es interesante desde el punto de vista friki, de ver por fin saciada la curiosidad de ver cómo se cruzan ambos universos. Pero de divertido tiene poco. Criticamos que Los Simpson perdieron hace tiempo su mejor momento pero a Padre de Familia le ha durado mucho menos la gracia.

Dentro de poco, habrá otro crossover entre Los Simpson y Futurama. Ya reza bien la descripción del capítulo: "Una serie falta de capítulos con una serie falta de ideas".

Torrente 5: Operación Eurovegas


Versión corta

Bastante poco divertida.

Versión larga

Taquillazo, nuevamente. Ya le pueden decir a Segura que sus pelis son una mierda. ¿Cómo va a retorcerle el pescuezo a una gallina con semejantes huevos de oro?

No voy a decir que Torrente 5 sea mala pero me ha hecho reír en contadas ocasiones. Por suerte, iba con el listón muy bajo después del chasco de la tercera. (La cuarta no estoy seguro de haberla visto; tal vez sólo a ráfagas en cortes de Youtube.)

En esta quinta entrega, más allá de que el guión sea malo o bueno, al menos encontramos alguna idea original en su armazón. Sin olvidar las escenas clásicas ("¿Nos hacemos unas pajillas?"), Segura sitúa al  personaje en un futuro tan cercano como creíblemente distópico.

Es 2018. El policía más corrupto de Madrid sale de la cárcel y descubre cómo todo aquello en lo que creía le ha fallado. Despechado, abandona la senda de la Ley, que supuestamente siempre defendió, y se prepara para dar un golpe millonario en el mayor casino de Eurovegas.

Jugando a pitonisa, Segura imagina qué podría pasar de aquí a tres años. Desgraciadamente, aunque son muchas las ocurrencias, apenas logran hacerte levantar una ceja. Son lo esperable, no van mucho más allá, no resultan corrosivas como en la primera.

La risa crítica cae en un cenagal de clichés y amoralidad. Sucede igual que en Los Simpson. Antes, Homer tenía unas normas de comportamiento que romper. Cuando no queda ninguna regla, también desaparece el humor que surge al quebrantarlas.

Otro problema es el coro que rodea al protagonista. Apenas hay actores. La cuadrilla la conforman en su mayoría famosos, presentadores, humoristas, pero ninguna figura que tenga la vis cómica ni el talento de Javier Cámara o Gabino Diego.

La gracia de los famosetes es verlos hacer su cameo y desaparecer. No sirven para interpretar a un personaje principal. Torrente está más que quemado y anclado a sus muletillas. Sin un buen compañero que lo siga durante la película, la comedia queda reducida a pedos y eructos.

Aquí, Julián López es el mismo chasco que fue José Mota en la tercera. Jesulín de Ubrique, aunque más gracioso que Paquirrín, tampoco resulta desternillante. Esteso hace un papel muy digno y hay apariciones que sorprenden tanto o más que Alec Bladwin.

He leído en algunas críticas que es un retorno a los orígenes. Aunque resultan simpáticas las apariciones de personajes de las primeras entregas, al igual que el regreso a escenarios conocidos, no es lo mismo en absoluto. Mis carcajadas sumarán unos exiguos diez minutos.

Con ideas flojas y personajes desinflados, Torrente suma y sigue. ¿Y quién va a decirle nada a Segura? Si no va a poder oírlo con tanto ruido de monedas llenando su cuenta corriente.