Películas durante los vuelos de ida y vuelta a Japón

En vuelos largos siempre cae alguna película, y si tu destino está en la otra punta del globo, el número puede subir hasta seis. Pese a que el catálogo de Finnair ofrece bastante variedad, sólo llegué a ver dos antes de caer en fase REM. El regreso con Iberia, por el contrario, fue una maratón de cine. Y es que trece extenuantes horas sin dormir dan para mucho.

IDA

La montaña entre nosotros
(The mountain between us, 2017)

La escogí por el dúo actoral, pero ni Idris Elba ni Kate Winslet salvan este guión que, sorprendentemente, trata de un accidente de avión. Los dos supervivientes deberán permanecer unidos para superar las inclemencias de la alta montaña, aunque esto suponga hora y media de bodrio. Repite exactamente el mismo esquema de la terrible IO de Jonathan Helpert.


Batman: La Lego película
(The Lego Batman Movie, 2017)

Me reí tanto como con La Lego Película, y la he disfrutado igual o más que el corto de El regreso de los superhéroes de DC. El hombre murciélago siempre trabaja solo, pero en esta aventura necesitará aliados para poder vencer al Joker. El problema es que se niega a recibir ayuda de nadie. Los cameos de personajes de otras sagas de Warner aportan aún más gracia a la fórmula.


    VUELTA

    Mula (The Mule, 2018)

    Pensaba que Gran Torino había sido su último papel protagonista, pero Clint Eastwood vuelve a ponerse al volante... literalmente. Esta historia de un abuelo que se dedica a hacer contrabando con su camioneta para ayudar económicamente a su familia flaquea sin remedio, sobre todo en su desenlace amable y poco creíble. Encima, sin la voz de Jesús Ferrer, Eastwood está más yayo que nunca.


    Eighth grade (2018)

    El planteamiento de esta ópera prima no destaca por su originalidad: Kayla Day es una joven de trece años que se encuentra en octavo curso, lista para afrontar sus miedos antes de dar el salto al instituto. Esta puesta al día sobre la adolescencia en el primer mundo me ha recordado, por temática y tono, a la magnífica Fish tank. La actuación de Elsie Fischer merece mucho la pena.


    Carlitos y Snoopy: La película de Peanuts
    (Snoopy and Charlie Brown: The Peanuts Movie, 2015)

    Cuando la estrenaron en cines, no pude ir a verla y le tenía ganas. Si bien resulta portentoso cómo han conseguido llevar el característico estilo de Schulz a las tres dimensiones, trasladando hasta el más ínfimo detalle, no puedo decir lo mismo de la historia, que vuelve con tremenda holgazanería a contarnos cómo Carlitos se enamora de la chica pelirroja. ¡Incluso los chistes se repiten!


    Campeones (2018)

    Es complicado hablar mal de una película así. Por suerte, me gustó y mucho. Este nuevo éxito de Fesser te colma de risas y ternura pese a su agridulce final. Javier Gutiérrez lo hace de lujo como entrenador de este club de baloncesto para personas con discapacidad entre los que destacan el galardonado Jesús Vidal como Marín y Gloria Ramos como Collantes, mi favorita.


    Tiempo después (2018)

    Descorché la filmografía de Cuerda con Así en el Cielo como en la Tierra, y me pareció brillante. Amanece que nos es poco me decepcionó porque la bebí borracho de expectativas. Con Tiempo Después, en cambio, la disparidad de la crítica me hizo dudar de su graduación. Aún careciendo del ingenio de sus predecesoras, es innegable que pega fuerte. La cogorza de risas está asegurada.


    Logan (2017)

    En un futuro posapocalíptico en el que no quedan superhéroes, un Logan viejo y solitario recibe el encargo de proteger a una niña. Más grave y reflexiva que la media del género de moda, sin dejar de lado la acción y mucho más violenta, supone un buen cierre para la saga del personaje. Aunque se dijo que estaba inspirado en el cómic Old man Logan, lo cierto es que tienen poco en común.

    WFT made in Japan: Naha

    Naha es la capital de Okinawa, la prefectura más alejada y meridional de Japón. Aunque no tiene playas (exceptuando la discreta Naminoue), derrocha kitsch y decadencia como cualquier pueblo vacacional de la costa anclado en los ochenta.

    Galletas con forma de pilila de niños, tanto blanquitos
    como negritos. De dudosa legalidad en ciertos países.

    Chanclas con diseño de pescado muerto boqueante

    Llévale a tu perro una camiseta de tus vacaciones:
    "Por cosas como esta, te abandoné una semana"

    Minnie Mouse ha tenido épocas mejores

    Kumamon conquista Kumamoto y el mundo


    Kumamon es la mascota oficial de la prefectura de Kumamoto en Japón. Fue creada por el diseñador Manabu Mizuno en 2010 para una campaña turística de la región, impulsada por la inauguración de la nueva línea de alta velocidad que conectaba Fukuoka con Kagoshima. Esta línea, llamada Kyūshū Shinkansen, es una extensión de la Sanyō Shinkansen, que conecta Fukuoka con Osaka.

    Durante la campaña, hicieron aparecer al oso en diferentes puntos del país, despertando la curiosidad de la población. Más adelante, se anunció su desaparición, pidiendo ayuda para encontrarlo. Gracias al uso de las redes sociales, se viralizó, consiguiendo que una mascota desconocida se convirtiera en una de las más famosas y queridas por los nipones.

    Su nombre está dividido en dos partes: una escrita en silabario hiragana y otra en silabario katakana. La primera, くま, se lee kuma y significa oso. Aunque el animal no existe en estado salvaje dentro de la prefectura, el ideograma con el mismo significado se encuentra en el nombre de Kumamoto (熊本). La segunda, , モン, se lee mon y viene de mono, "persona" en el dialecto de la región.

    Desde que ganara en 2011 el concurso nacional de mascotas regionales, el Yuru-chara, ha sido una de las creaciones más rentables de Japón, promocionando con creces el turismo de la zona. Al no cobrar derechos de imagen, su efigie se multiplica por doquier. Las empresas que quieran pueden utilizarlo con la única condición de cumplir unos requisitos mínimos.

    En cualquier rincón de la capital se puede ver al sonriente oso negro, desde carteles y rótulos en la calle hasta productos de consumo de todo tipo. Su éxito salta fronteras y también podemos encontrar sus figuritas en la prefectura aledaña de Oita o su perturbador meme salpicando internet. Aquí unas cuantas fotos que dan fe de su ubicuidad sin parangón.

    Pequeño palillero en el ryokan de Kurokawa Onsen

    Set de palillos en una tienda de recuerdos de Beppu (Oita)

    Informando sobre la conexión Wifi en el tranvía de Kumamoto

    Folleto del castillo de Kumamoto (cerrado tras el terremoto)

    El agua de Kumamon en una máquina expendedora

    En una bolsa de patatas de Kurokawa Onsen

    Jugando al fútbol en un cartel de un parque de Kumamoto

    Ganando tridimensionalidad frente a una empresa de alquiler de coches

    Ocupando el frontal de una crepería en las calles comerciales de Kumamoto

    Conquistando el mundo

    Festival de Cine de Terror de Sabadell (VIII edición, 2019)

    La octava edición del festival de cine de terror de Sabadell se llevó a cabo del 4 al 10 de marzo de este 2019. Como años anteriores, fuimos a la maratón del sábado: un pase de cinco películas con cortometrajes en el que, a diferencia de Sitges, tienes tiempo de sobra para comer y mear. Iba a decir que tampoco juegas a la lotería cuando compras las entradas, pero este 2019 incluyeron una película sorpresa que resultó ser una total decepción.

    La programación fue la siguiente:

    MICROMETRAJE


    Samuel Nogaledo condensa en veinte segundos y un único plano una historia de envidia familiar. Una pregunta, una respuesta y un sencillo gesto encierra un desenlace terrible. Con menos, más. (Se puede ver en este enlace.)


    CORTOMETRAJES

    Una Noche de Paz (2019) de Andrés Piza

    ¿Cambiarías de casa por una noche para que tu mejor amigo pudiese dormir, a sabiendas de que sus noches en vela se deben a los extraños sucesos que ocurren en su piso? Si bien el planteamiento puede resultar interesante, este corto de fantasmas no da mucho más de sí.

    Le blizzard (2018) de Àlvaro Rodriguez Areny

    Durante una ventisca en una misteriosa montaña, una mujer desorientada busca a su hija. Aunque visualmente me atrajo, no pude entender qué sucedía porque la anacrónica permanente de la señora de delante me impedía leer los subtítulos.

    Cerdita (2018) de Carlota Martínez Pereda

    Después de Le blizzard, era la que más presupuesto tenía. Bien rodada y sin atisbos de amateurismo, esta historia de humillación y venganza construye una atmósfera asfixiante donde se conjugan las buenas interpretaciones, los momentos incómodos y un final previsible pero desazonador.

    Inquietante (2019) de Joaquim Bundó

    Esta parodia del género de terror, grabada con los medios justos, desató las carcajadas en la sala. Aunque el guión parecía más indicado para una de obra de teatro que para un cortometraje, realmente disfruté con ella.

    RIP (2017) de  Caye Casas y Albert Pintó

    RIP estira el manido chiste del marido que se levanta de la camilla y le dice a su mujer: "María, que no estoy muerto", a lo que ella replica: "¡Calla, vas a saber tú más que el médico!". Lo estira hasta que sangra. Itziar Castro y Josep Maria Riera hacen las gracias esperadas en esta comedia gore.


    LARGOMETRAJES

    Framed (2017) de Marc Martínez Jordán

    En el festival la presentaron como la obra de un talentoso cineasta, pero me pareció un bodrio con actuaciones dudosas y diálogos vergonzantes. Lo más terrorífico fue que, pese a lo inconcebible del guión, esta macabra fantasía se hizo realidad una semana después. El asesino del atentado de Christchurch también pudo retransmitirlo online sin que nadie pudiera detenerlo.

    The Void (2016) de Jeremy Gillespie y Steven Kostanski

    La trama es tan sencilla como cliché: si conjuras al demonio, las cosas no van a acabar bien. Deberíamos saberlo a estas alturas. El pifostio que se monta en plena noche en un hospital perdido de un pueblo de EE.UU., con nazarenos satánicos y repugnantes monstruos del averno, es para sacrificar a sus directores. Todo viene de ningún lado para dirigirse a ninguna parte.

    Triangle (2009) de Christopher Smith

    Triangle era la película sorpresa del festival: sin duda, inesperada. Tras el pase de Alien durante la maratón del viernes, la gente quería su secuela. Pero no. Esta peli australiana de argumento circular no sólo es totalmente previsible y aburrida, encima nos la pasaron en una calidad digna de un screener pirata. Seguramente, se equivocaron de torrent al descargarla.

    One Cut of the Dead (2017) de Shin'ichirô Ueda

    La selección de esta edición me pareció pésima. Estuve a punto de marcharme, más cuando vi el comienzo de esta cuarta película: una peli de zombis barata... y japonesa. Pero el giro que viene después es increíble. No puedo destripar nada, pero es una genialidad. No estoy siendo irónico, ni mucho menos busco trolear a nadie. Recomendadísima. Es un peliculón.

    Apocalipsis Voodoo (2018) de Vasni J. Ramos

    A alguien le debió parecer bien hacer exactamente lo mismo que ya hicieron Tarantino y Robert Rodriguez hace diez años, pero mal. Es la misma gracieta pero sin dinero ni talento. ¿Hay algo peor que la imitación de una parodia? Mi paciencia terminó a la una y media de la noche, cuando cogí mis cosas y me marché a casa todavía con la alegría de haber descubierto One Cut of the Dead.

    Las teorías salvajes de Pola Oloixarac


    Las teorías salvajes de Pola Oloixarac rondaba mi lista de pendientes desde que aterrizara en España en 2010 de la mano de Alpha Decay. Dos años antes la editorial bonaerense Entropía había publicado la ópera prima de la joven autora argentina levantando tanto revuelo entre la crítica establecida del país como elogios recibiría luego de fronteras para afuera.

    Han pasado tantas páginas del calendario desde entonces que, a día de hoy, la escritora ha llenado su currículo con dos obras más (Las constelaciones oscuras, 2015, y Mona, 2019), los derechos de publicación de las mismas en España han pasado al catálogo de Random House, y todas ellas se encuentran ya en formato digital dentro de la tienda de la omnipotente Amazon.

    Cuando me llegó la oferta de tres meses gratis de Kindle Unlimited y vi que el título estaba entre los disponibles, me apunté sin dudarlo1. Desgraciadamente, tamaña travesía (o racanería) no atracó en el puerto durante tanto tiempo deseado. Descubrí que no sólo el panorama editorial ha cambiado, también lo he hecho yo como lector.

    Ni la prosa burlona de universidad parece divertirme como antes, ni la terminología académica de Filosofía y Letras me resulta tan transparente. La rebeldía intelectual de los personajes con sus mezcolanzas de grandes nombres, drogas y sexo no me ha impresionado ni entretenido, como tampoco lo ha hecho su relato de las décadas 70 y 80 en Argentina2.

    Me da miedo volver a textos como Rayuela por la posibilidad de que las palabras atesoradas en el recuerdo estén ahora amalgamadas en párrafos floridos de petulancias que me resbalan. El hastío con Las teorías salvajes ha sido tal que, superados el par de capítulos, empecé a leer sin pasión ni compasión; ya no en diagonal, sino despeñando los ojos como suicidas.

    Podría haber abandonado, pero la carga de años que arrastraba con la novela era demasiado grande y, sinceramente, tenía la esperanza de poder conectar en algún punto. Al final, esa chispa no se encendió y me quedé a oscuras, decepcionado y frustrado, preguntándome si nueve años atrás este texto hubiera sido diferente. Una pena.

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    1 Curiosamente, veo ahora que el e-book de Amazon no es ni de Alpha Decay ni de Random House, sino de una editorial peruana llamada Estruendo mudo. Si existe alguna distinción entre las tres publicaciones, la desconozco.
    2 Abarca desde los llamados "años de plomo" hasta el periodo alfonsinista. Realmente, me he hecho una idea más clara del periodo gracias a Wikipedia que a la novela.