Siendo breve: Ad Astra, El Camino, Detective Pikachu y El Diario de Noa


En esta película producida por él mismo, Brad Pitt se gusta. Minimalista y acertada en ciertos aspectos, incluso con escenas que me gustaron, no acaba de arrancar. Su pastiche de éxitos del género se queda en agua de borrajas. El final new age no mejora el resultado.



El camino es un episodio largo de Breaking Bad. No se trata del viaje existencial de Jesse Pinkman. El personaje no sufrirá ninguna revelación extraordinaria que lo cambie, ni lo mejore. Vince Gilligan nos explica, simple y llanamente, cómo consigue salvar el pellejo.



Aunque se puede ver sin necesidad de haber seguido la saga de videojuegos, hay que contar que está destinada al público más joven. Es simpática, sin demasiado sentido, y con toques de humor que no están del todo mal. Todavía no he decidido si estos Pokémon realistas me dan grima o no.



La vi un domingo en casa de mi madre. No he leído el libro de Nicholas Sparks, pero parece esta adaptación ha perdido por el camino parte su chispa. A mí, que disfruto mucho de estas ñoñerías, me pareció una película extraña. No me emocionó tanto como esperaba.

Baki, o los riesgos de la vigorexia


¿Sabéis las series de romances en que, al final, faltos de ideas, los guionistas acaban enrollando a todos los personajes entre ellos? Lo mismo sucede en el anime de Baki, pero con peleas inhumanas y sin sentido, como los cuerpos de sus protagonistas. Tienen tantos músculos inexistentes y deformes como engendros mutados de Resident Evil.

Desde distintos puntos del globo, cinco reclusos del corredor de la muerte escapan en dirección a Tokio. Van en busca de Baki Hanma, el joven que sorprendió al mundo conquistando el último campeonato de artes marciales. Pese a su victoria, nuestro protagonista sigue yendo al instituto con unos resultados que distan mucho de su habilidad con los puños.

Hay una cantidad enorme de flashbacks. Cada dos por tres aparece un personaje del que se nos explica, no sólo su pasado, sino el arte marcial que practica y cuál fue su participación durante el campeonato de artes marciales. Vamos descubriendo tanta historia a retazos que da la impresión de que nos hemos perdido más de una temporada.

De todos modos, exista o no precuela, la incoherencia de la trama no se verá afectada. Y es que, si bien el objetivo de los presos es enfrentarse al chico, al final luchan con cualquiera menos con él. Baki apenas da mamporros. Y tiene suerte, pues visto como queda el resto, completamente desfigurados, le sale más a cuenta dedicarse a ligar.

¿Y cómo incluyen el amor en este potaje de testosterona y esteroides? Pues como un rito iniciático que convertirá al niño en hombre, el auténtico guerrero. Las escenas de besos y sexo parecen violaciones. Es muy turbador ver cómo los intentos por narrar momentos tiernos se convierten en escenas totalmente aberrantes.

La animación es pésima. Hasta las ilustraciones estáticas aparecen llenas de desproporciones y posturas que desconocen el término "ergonomía". Las peleas son aburridísimas, carentes de emoción. Baki es un barco que hace aguas por doquier. Y cuando piensas que ya es suficiente, hacen otro órdago aún más rocambolesco.

Breves decepciones: Glass, Roma y Green Book


Glass, al igual que Múltiple, está a años luz de El Protegido. Los agujeros en el guión son tremendos, y el desarrollo, plano. Aunque cierra la historia del trío protagonista, deja un final abierto que pudiera tener continuidad. Pudiera no estar mal, pero lo presenta de un modo muy ridículo.



Pese a haber sido mundialmente reconocida con una cantidad casi inabarcable de premios, no conecté con Roma de Cuarón, como sí lo hice con Grandes Esperanzas, Y tú mamá tambiénHijos de los hombresGravity. La fotografía me dejó frío y el guión no me sorprendió. A veces pasa.



Green book es una película conciliadora en el crispado panorama actual, donde la xenofobia no deja de ganar votos. Pero no es demasiado amable, y sus interpretaciones básicamente cumplen con el producto ofrecido. Esperaba un mensaje mucho más afilado.

El bufón de Christopher Moore


Cuando me dijeron que esta novela de Christopher Moore reescribía en clave de humor la tragedia de El rey Lear desde la óptica del bufón, quise saber más. Recordaba que en 2009-2010 hubo un mini boom de parodias gamberras de clásicos muy respetados. Utilizando fragmentos de los originales, se montaban historias totalmente disparatadas.

En inglés, fueron bautizadas como novelas mash-up (novelas puré). Entre ellas se encuentran Orgullo y prejuicio y zombis (2009) de Seth Grahame-Smith, Mujercitas y hombres lobo (2010) de Porter Grand, y Androide Karenina (2010) de Ben H. Winters. También salió, pero sólo online, La casa de Bernarda Alba zombi (2009) de Jorge de Barnola, Miguel Bartual y Miguel Carreira.

Confieso que la idea siempre me ha parecido divertidísima. Y El bufón es justamente se publicó en 2009. Siendo más comedido (no aparecen muertos vivientes, pero sí brujas), y creyendo que el señor Moore era británico, esperaba sutilezas cuajadas de humor inglés tergiversando el significado los parlamentos de Shakespeare.

Nada más alejado de la realidad. Aunque el arranque resulta prometedor, en seguida los chistes procaces y escatológicos plagan las páginas. Las bromas son chuscas y la calidad del texto nefasta. Y a medida que avanza, la apuesta por humillar el drama del bardo de Stratford-upon-Avon sube. ¿Qué ponemos ahora? ¿Una princesa teniendo sexo con un deficiente mental sin que lo sepa? ¡Vamos!

El planteamiento básico es que el bufón es quien organiza todo el pitote y no el aciago destino. Lo peor es que Moore no tiene la habilidad suficiente para acoplar este giro a la estructura pensada por Shakespeare, y se ve obligado a modificarla. Una vez hecho el primer cambio, el ejercicio de virtuosismo se va al traste y, al menos para mí, deja de tener interés.

Ni siquiera aporta algo que sorprenda. El relato se hace repetitivo y acude sin cesar a los mismos recursos. Por si fuera poco, al cabrón del bufón se le busca redención. Pasa de anarquista a héroe con la moral por bandera. ¿Tanta supuesta transgresión para acabar siendo políticamente correcto? El bufón no es más que una patochada innecesaria, tan asquerosa y cliché como soporífera.

Cómics de Astérix: El escudo arverno y La rosa y la espada


Leyendo La hija de Vergingétorix (nombre que hasta hoy pronunciaba llano y no esdrújulo), me llamó la atención la forma de hablar de los rebeldes arvernos (que, también hasta hoy, refería como "avernos"). Su sustitución de la ese y la zeta por che ("Julio Chéchar")1 me pareció tan curiosa que decidí leerme El escudo arverno.

Y, sinceramente, qué maravilla. Qué dominio del gag, de la tira cómica, y de la página de humor. El ritmo de la narración se mantiene a lo largo de 48 planchas en las que la trama encaja como una pieza en su molde. Los nuevos autores, Ferri y Conrad, no consiguen tal precisión, y hacia el final de sus historias siempre acaban acelerándose de manera torpe y brusca.

En El escurdo arverno, el jefe de la aldea, Abraracúrcix, se ve aquejado de un terrible dolor de hígado2. Por consejo del druida Panorámix, es escoltado por Astérix y Obélix hasta los baños termales de Aquae Calidae (Vichy) donde se someterá a un exigente régimen. Los chistes sobre dietas, comilonas y bebercio no tienen desperdicio.

Este viaje al país arverno desembocará en otra aventura en la que la pareja de héroes deberá recuperar el escudo de Vercingétorix antes de que César se haga con él. La búsqueda no será sencilla, desde luego, pues el día de la victoria romana un soldado raso sustrajo el escudo para perderlo poco después a las cartas. Goscinny y Uderzo firmaron otro tebeo agudo y tronchante.



Y del mismo modo que el nuevo álbum de Astérix me arrojó a semejante joya, también me trajo otra historia bastante menos brillante. El detalle de que Adrenalina, la hija de Vercingétorix, cause revuelo entre las mujeres de la aldea por llevar pantalones y no falda es incoherente con lo sucedido en La rosa y la espada, número famoso por llevar la etiqueta de "feminista".

Publicado en 1991, catorce años tras la muerte de Goscinny, y ya bajo la dirección absoluta de Uderzo, deja mucho que desear. El dibujo es fantástico, como no podría ser de otra manera. Pero el guion, sin ser mal la idea inicial, tiene un desarrollo regulero y un final estrepitoso. Falto de chispa y de ritmo, la broma se va ahogando poco a poco en su propia caspa.

Magistra, una profesora de música, llega al poblado para sustituir al bardo Asurancetúrix. No pudiendo soportar el machismo imperante, pone a las mujeres en pie de guerra, convenciéndolas no sólo de tomar el mando, sino, además, de empezar a llevar pantalones. Esto choca con la insistencia de todas en el último cómic, en el que tratan de convencer a Adrenalina para que vista falda.

Paralelamente, Roma ha formado un ejército de mujeres del que los galos no podrán defenderse, ya que su código de honor les impide golpear al sexo opuesto. ¿Cuál será la solución propuesta por Astérix, el más sensato de todos? Montar un mercadillo. Cuando las romanas invaden la aldea, se vuelven locas con las ofertas y se olvidan de la batalla. Súper feminista, ¿no?

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1 En francés se le llama "accent chuitant" (acento sibililante). Durante las dos Guerras Mundiales, muchos auverneses se instalaron en París, cuyos habitantes solían caricaturizarlos hablando de esta manera. Fuente: http://adam-latin.over-blog.com/article-analyse-d-asterix-le-bouclier-arverne-72322391.html
2 "Crise de foie" en francés, un término que asociaba una serie de síntomas como la indigestión y la migraña con el hígado, pero que, en realidad, no tenían nada que ver. Fuente: https://fr.wikipedia.org/wiki/Crise_de_foie

Dos joyas en cartelera: Parásitos de Bong Joon-ho y Retrato de una mujer en llamas de Celine Sciamma

Parásitos (Gisaengchung Parasite, 2019)

No conocía al director, pero ya había visto dos películas suyas: The host y Okja. Ambas son ideas delirantes que me dejaron confundidos. Con The host hubo cosas que me gustaron mucho y otras, no tanto; pero Okja me pareció una soberana mierda difícil de catalogar. La película hasta la fecha que más reconocimiento internacional le ha otorgado es Memories of muder.

Parásitos también cambio de tono radicalmente en el último tercio de la película, un giro inesperado y sorprendente, pero muy grato. Al principio, nos encontramos con una comedia divertidísima: una familia pobre encuentra la manera de aprovecharse de un hogar adinerado. Las gracias son muy sutiles a veces, y juegan con la incomodidad.

Pero luego hay ese giro de tuerca que lo convierte en un retrato afilado del capitalismo y de la sociedad surcoreana. El escenario deja paso a un guión tragicómico al que no le puedo poner ningún pero. Es algo completamente diferente, una película que me ha impactado y que volvería a ver sin dudarlo. No puedo más que recomendarla. Decir más sería destriparla.


Retrato de una mujer en llamas
(Portrait de la jeune fille en feu, 2019)

Sciamma vuelve a llamar a la puerta. Al igual que con Parásitos, aquí tampoco sabía quién había detrás de la cámara. Pero a diferencia de la anterior, en cuanto lo supe, tuve la seguridad de que iba a ver una grandísima obra. Tomboy me encantó, al igual que Girlhood. El ritmo, la estética y la temática de los filmes de la directora francesa son impecables.

Sus finales, sin embargo, no estaban a la altura del metraje. Ambas me dejaron con la miel en los labios, insatisfecho. Con Retrato de una mujer en llamas esta regla no se aplica, y tenemos un progreso excelente, que corta la respiración, con una conclusión que explota, en un desasosegante primer plano fijo, un crescendo emocional maravilloso.

Si debo poner alguna objeción a este relato de época, en que una pintora tiene el encargo de realizar el retrato de una joven casadera, es el lenguaje corporal de las protagonistas. Me ha pasado con otras películas recientemente. No sé si por la costumbre de los códigos establecidos, cuando los nuevos directores se alejan de la norma, la sensación es de extrañamiento, de anacronía.

Más allá de este detalle, las interpretaciones de Noémi Merlant y Adèle Haenel son mareantes. Interiorizas su malestar, su tensión. Me gusta cómo Sciamma no ha sido maniquea con los personajes, como ha mostrado la fragilidad de ambos. Nuevamente, acierta y sube el listón. Ha habido que esperar cinco años desde Girlhood, pero han valido muchísimo la pena.

Por preguntar

El rey Lear, William Shakespeare
traducción de Ángel-Luis Pujante

OSWALD. ¿Por qué me tratas así? ¡Si no te conozco!

KENT. Pero yo a ti sí.

OSWALD. ¿Quién soy yo?

KENT. Un bergante, un bribón, un lameplatos, un granuja rastrero, altanero, vacío; un lacayo ambicioso y pelagatos con calzas de estopa; un pícaro miedica, pleiteador, hijo de puta, miraespejos, servil y relamido; un esclavo pobretón, que haría de alcahuete por dar buen servicio y que no es más que una mezcla de granuja, pordiosero, cobarde, rufián e hijo y heredero de perra mestiza; un tipo al que voy a sacudir hasta arrancarle chillidos si me niega una sílaba de cuanto le he llamado.


La hija de Vercingétorix


De los nuevos cómics de Ferri y Conrad, Astérix y los Pictos (2013) es el que más disfruté. No sólo fue un soplo de aire fresco tras los últimos desvaríos de Uderzo al timón. Además, los seguidores recibimos una nueva aventura en ultramar aderezada con la presentación de un nuevo pueblo. El imaginario y el diseño de los Pictos (Escocia) me encantaron.

En el siguiente álbum, El Papiro del César (2015), el tándem creativo planteó un guión muy interesante acerca de la relación entre información y poder, pero su desarrollo me cayó como una losa: aburridísimo. Por contraste, Astérix en Italia (2017) me colmó de carcajadas. Y eso que su falta de originalidad es notable; y el final, tan malo como brusco.

Siguiendo religiosamente la alternancia viaje-aldea, Astérix vuelve a su poblado con La hija de Vercingétorix (2019), una historia sin chispa en su argumento, ni en sus pinceles. La calidad del dibujo de Conrad me parece la más pobre de los cuatro álbumes. Hay viñetas que no están a la altura de la serie. Hasta la portada es más bien sosa, poco inspirada.

Ferri no brilla tampoco en cuarenta y ocho páginas en las que no sucede nada, más allá de dar a conocer una práctica bastante chunga de la Antigua Roma: la apropiación de los hijos de los vencidos para su romanización1. Tristemente, no es algo exclusivo de aquella época, y en nuestros días se ha seguido llevando a cabo como, por ejemplo, en las dictaduras de Argentina y España.

Más allá de esto, nada. Los nuevos personajes son demasiado planos. Ni siquiera llegamos a conocer a la protagonista, Adrenalina. La chica es poco más que una excusa para mover a la pareja de héroes de un lado para otro. Incluso el malvado de turno, Adictoasérix, aparece y desaparece sin pena ni gloria. No tiene ni un diseño, ni tic alguno, que lo haga mínimamente memorable.

Ha sido una decepción. Esperaba más del sexagésimo aniversario del pequeño galo.

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1 No me queda claro si esto es cierto o no, pues parece contradecirse con este artículo sobre adopción en la Antigua Roma: https://carolashby.com/adoption-in-the-roman-empire/

Animación en Netflix: Final Space y Rilakkuma y Kaoru


Final Space es una supuesta comedia de ciencia-ficción completamente gris. El diseño de personajes es plano como sus chistes. La historia es clónica de otras tantas. De verdad, me sorprendió, porque no entendí como algo tan mediocre pudo recibir apoyo económico para nacer.



Rilakkuma y Kaoru es una hermosa y entrañable serie japonesa realizada en stop motion. Cada episodio es un slice of life japonés, a medio camino de la aceptación zen de la vida y el deseo latente de suicidio. Parece que Kaoru va a matar a alguien en cualquier momento, pero se resigna.