Splatoon para Wii U, morir manchando


No es que lo mío vaya a ser reseñar las novedades en videojuegos, precisamente, ni que vaya a descubrir América. Splatoon es un juego muy divertido y con el que echar una partida es siempre divertido. Pese a los elogios que se vierten acerca de él, voy a resaltar los puntos en los que creo que flaquea más.

Splatoon es un shooter, un juego de disparar, que se sale de lo habitual. Si lo normal es matar a cuantos enemigos encuentres, aquí lo esencial reside en pintar el terreno. El equipo que más espacio tenga pintado de su color, gana. De ahí la importancia de la conexión online. Los jugadores se enfrentan cuatro contra cuatro en diversos escenarios tan originales como locos.

En su día, se estrenó con mucho menos contenido pero se le ha ido añadiendo a través de DLC, o contenidos descargables, gratuitos. Me lo compré el día de salida, el 29 de mayo, y estuve disfrutándolo intensivamente hasta septiembre. Al principio me tenía totalmente enganchado con las partidas online y la campaña individual.

El modo historia para un solo jugador es muy corto y gente con más experiencia se lo debió de pasar en un periquete. No es mi caso. Hay que decir que el último jefe es complicado y derrotarlo requiere su tiempo pero, más allá de este final alucinante, el resto es sencillo. De todos modos, dentro de esta ausencia de dificultad, uno encuentra mucha diversión.


Se nota la importancia de esta campaña en solitario porque, una vez que la terminé, sólo me quedaba el multijugador, y es ahí donde empezó a mermar mi adicción. No se me entienda mal. Las partidas online no son malas pero perdí la sensación de alcanzar un objetivo. Durante la primera versión de Splatoon, el nivel más alto era el 20, el cual alcancé, pero tras la actualización de agosto, pasó a ser el 50.

Yo quería que hubiera más margen para mejorar pero lo cierto es que ahora el esfuerzo es significativo para sólo aumentar de rango, sin ninguna mejora significativa. Con cada nivel, aparece equipamiento nuevo pero el caso es que no he encontrado ninguna arma que me vaya tan bien como la que conseguí con nivel 18 o así. Tampoco hay novedades en los potenciadores (power-ups), que siguen siendo los mismos.

Ahora para mí, Splatoon es echar una partidilla de vez en cuando sin la aspiración de subir de nivel. Es increíble cómo hubo gente que consiguió el nivel 20 en su día, y el 50 después, en menos de una semana. El vicio en ellos es fuerte, de parado de larga duración o de recluso en Alcalá Meco. En los combates existen dos modos, el amistoso, que consiste en pintar el terreno, y el competitivo, donde es a cero o nada.

El competitivo es un modo especialmente loco porque los ochos jugadores tienden a concentrarse en un punto. Aquí pintar no es tan importante como conquistar una zona de tu color y protegerla, o llevar un objeto hasta un punto concreto del mapa. En el amistoso también puedes eliminar a tus rivales pero es en este donde morir es nuestro día de la marmota particular.


Acostumbro a jugar al modo amistoso por ser más relajado pero cabe decir que el competitivo es igual de divertido pese a lo estresante de estar esquivando sin parar mientras se intenta sumar una baja más en el bando contrario. Jugar es fantástico pero, al dejar de tener una meta y perder el aliciente de las novedades constantes del principio, se hace más difícil ofrecerle la misma dedicación.

No te puedes comunicar con el resto de miembros. Para muchos jugadores expertos es una desventaja. Yo lo pienso y creo que sería muy entretenido con amigos. Con compañeros aleatorios no tiene tanto sentido dado el público al que se dirige la consola de Nintendo, los cuales sólo buscamos pasar un buen rato de vez en cuando sin que nos demanden un número de horas demasiado elevado.

Además de armas, uno puede adquirir ropa. La moda es muy importante para los calamares pijeras que protagonizan Splatoon. Cada prenda tiene diferentes habilidades que ayudan en el combate (velocidad, resistencia, potencia, detección de enemigos,...). Esperaba que con el paso del tiempo aparecieran modelos de marcas reales y que con esta publicidad Nintendo ganara dinero pero no ha sido así.

Sea porque no era su objetivo, sea porque no han conseguido atraer la atención de las compañías, sólo hay marcas inventadas y bastante sosas. Creo que conseguir una camiseta Nike o unas zapatillas Adidas sería una buena razón para mantenerse enganchado, intentando conseguir objetos exclusivos. Esto sí que puede conseguirse con los Amiibo pero únicamente con los del propio juego.


Los muñecos de la chica y el chico Inklink, junto al del calamar verde, desbloquean retos en la campaña individual que sirven para obtener trajes que de otro modo no puedes conseguir. Con la Chica debes pasarte los niveles con un rifle de francotirador (o francoentintador). Hubiera estado bien que con el resto de Amiibo uno pudiera conseguir ropa de Mario, de Donkey Kong,...

Existe un modo competitivo entre dos jugadores para jugar offline, en casa, pero es al que menos tiempo le he dedicado, incluso menos de una hora. El problema aquí es que sólo se puede jugar uno contra uno y no haces más que explotar más globos que el rival. No resulta ni la mitad de entretenido que los otros dos modos y es el que peor le ha salido a la compañía japonesa.

La idea, en resumen, está genial pero da la sensación de que no han llegado a explotar las numerosas posibilidades del videojuego: una campaña mucho más larga, más opciones en los combates online (chat de voz, facilitar el cambio de armas y posibilidad de personalizarlas), mejora la partida offline, ofrecer más diseños de ropa con amiibos y marcas conocidas,...

La capacidad para innovar de Nintendo es alucinante. Ahora sólo cabe frotarse las manos esperando una segunda parte de Splatoon donde las carencias del primero se vean suplidas y las muchas virtudes de las que ya hace gala sean mejoradas. Todavía les queda mucha tinta a estos calamares.


Silvio José Rescatado


El quinto y último libro de Silvio José, el buen parásito después de Emperador, Faraón, Destronado y Enamorado no defrauda pese a que apuntaba a todo lo contrario. ¿Por qué?

Parece aceptable asumir que Paco Alcázar tiene un trastorno de orden compulsivo y está tan chalado como sus creaciones. No sólo se dedica a rotular meticulosamente con pincel las parrafadas de sus cómics sino que, cada vez que tiene que publicar un libro, él mismo se hace la maqueta (también a mano). ¡Y no es para enviársela al editor! Por lo visto, es alguna clase de "vicio solitario".

Cuando organizó los cuatro primeros volúmenes recopilatorios de Silvio José, seleccionó cada una de las historietas que debían incluirse, eliminando aquellas que consideraba menos inspiradas o que interrumpían la continuidad de arcos argumentales como, por ejemplo, la odisea del parásito en el exterior al ser expulsado de casa.

Rescatado se compone de todas aquellas tiras que no vieron la luz en los anteriores. Si el cuarteto conforma el itinerario completo del hikikomori español por excelencia en El Jueves, este quinto sería similar a los extras de un Blu-Ray, con la diferencia de que no se trata de un montón de morralla inútil que encargaron grabar a uno de los becarios durante el rodaje para engrosar el precio.

"Maquetillas" artesanales de Paco Alcázar

Rescatado es casi un anagrama del título propuesto inicialmente: Descartado. El original se desechó porque, según le indicó Astiberri, no era atractivo comercialmente. Alba Diethelm, coeditora de Caramba Cómics, les recomendó el nuevo título, que conserva el sentido con un cariz mucho más positivo. Desde luego, es más fácil vender el rescate de un náufrago que su cadáver recuperado de las aguas.

Por si le quedara alguna duda a los lectores, Alcázar dibujó un prólogo divertidísimo explicándolo donde un freak modelo estándar va a la tienda de Arquímedes (no el filósofo sino el librero que le consigue a Silvio todos el merchandising de Steven Seagal) y hace todas las preguntas pertinentes. Hay unas páginas al final explicando el origen del personaje; vamos, que Alcázar casi se siente culpable por venderlo.

Pero lo cierto es que no hay motivo alguno. Aparte de ciertos comportamientos anómalos que no encajan en la extravagante forma de ser del personaje, algunos dibujillos poco agraciados y unos chistes mal planteados y peor rematados... errr, vuelvo a empezar. Aunque hay historietas que se entienden que hayan sido sustraídas de los cuatro primeros, hay otras buenísimas que me han desencajado la mandíbula.

Me ha divertido muchísimo. Pese a tenerlos todos, este es el segundo que leo después de Enamorado. Tal vez sea ese prurito perfeccionista que los ha engendrado lo que siempre me haya tirado para atrás. Ves unos libros tan bonitos que piensas: "¡¿Los voy a tocar con estas manos?!". Pero hay que hacerlo porque el goce al pasar las páginas es tal que no importa que lo estés haciendo con guantes quirúrgicos.

Recuento 2015

En 2015 empecé dos veces El hombre sin atributos de Musil y cada vez tengo más claro que me resultará imposible llegar siquiera a la mitad, no por difícil sino por su alambicada traducción y el sopor que me produce. A diferencia del año pasado, en este hay algunas lecturas sin reseña.

Mis favoritos:

Buenos:

Decepciones:

Malos:

Infames:


De los cómics, mis favoritos:

Visualmente atractivos:

Buenos:

Decepciones:

Regulares:

Malos:

Infumables:


Los odiosos ocho (The Hateful Eight) de Tarantino


La octava película de Tarantino es un western más western que Django desencadenado. El director no abandona el discurso anti xenófobo de ésta y nos sitúa pasada la guerra de Secesión. En mitad de una terrible ventisca, ocho individuos se encuentran encerrados en un refugio de montaña. La tensión racial ligada al personaje de Samuel L. Jackson y la presencia de soldados de ambos bandos hará que la situación se vaya tornando cada vez más incómoda e inflamable.

La morosidad y violencia del cine de Sergio Leone encuentran aquí a su hiperbólico sucesor, quien también encuentra la colaboración del compositor Ennio Morricone. Como ya había mostrado en las anteriores, Tarantino busca intencionadamente la parrafada para construir suspense, preparando el terreno para una contra sangrienta y desmedida. Desgraciadamente, los diálogos y monólogos nunca volverán a ser los de Reservoir Dogs ni los de Pulp Fiction. ¿Acaso se debe la ausencia del coguionista Roger Avary? No lo sé pero a Los odiosos ocho le falta esa chispa, esa verborrea tan divertida como intrascendente que tan bien retrataba a sus interlocutores.

Aquí, abunda la paja y se extraña el ingenio. Esto no quiere decir que la charlatanería de los personajes sea accesoria. Sirve para acrecentar el deseo del espectador por que suceda algo, algo tan temido como ansiado. Lo fantástico de Tarantino es que cuando por fin todo explota, no decepciona. Tarantino no es el director que te pone un caramelo en la boca para después quitártelo o te lo vende con mucha grandilocuencia para que luego tenga un sabor anodino. Te tragas su discurso de vendecoches y, luego, alucinas con el bólido que has comprado: porque lo comprarás y lo sabes, porque acabarás pagando lo que sea por tenerlo.

Uno puede paladear tanto el western clásico como el personalísimo estilo del director. Las interpretaciones del elenco son buenas, un gran trabajo coral donde todos aportan su granito de arena pese a que sea Samuel L. Jackson quien destaque por encima del resto. Inevitablemente, el grupo de personajes dispares reunidos en un mismo espacio cerrado recuerda a Reservoir Dogs. En el original en inglés se pueden disfrutar los diferentes acentos sureño, norteño, afroamericano,...

Se trata de una película muy entretenida y bien construida, en cinco episodios, con un crescendo que, si bien no concluye en la gran vorágine que cualquier depravado podría soñar, tiene un justo final con el que quedé enteramente satisfecho. En mi listado personal, está detrás de Pulp Fiction, Kill Bill, Death Proof y Reservoir Dogs, pero delante de Django desencadenado, Malditos bastardos y Jackie Brown. Sin duda, la recomiendo.


Objeciones acerca de posible machismo o violencia de género

Leí que, a raíz de la película, parte del público desató su rabia hacia el trato que recibe la única mujer del reparto, referida constantemente como "zorra" (y esto es lo más suave) y castigada a tortazo limpio durante todo el metraje. No sé cómo espera esta gente que tratasen en 1865 a los forajidos condenados por cometer numerosos asesinatos. Acaso consideren este personaje más machista que las inútiles damiselas en apuros que pueblan el cine del Oeste o las camareras mexicanas pechugonas y melosas que encandilaban a los vaqueros. Desde luego, existe una confusión entre el maltrato cuya razón de ser está en el género de la víctima y el maltrato hacia un prisionero, que si bien ahora va en contra de la legalidad, no tanto en la época de la historia que nos ocupa. A Domergue (Jennifer Jason Leigh) se la trata igual que al resto, es decir, como a una auténtica malnacida que merece que le partan la cara.

Blitz de David Trueba es una Scheiße como un Klavier


No he leído nada anterior del autor, ni la querida Cuatro amigos ni la elogiada Saber perder. Mirando parte del legado que quedará después de su paso por este mundo, veo que fue (o trabajó como) el guionista de La niña de tus ojos, película ganadora de siete Goyas y dos Fotogramas de plata que considero merecidos. La película me pareció tan extraordinaria como el título de esa otra donde, además de guionizar, hizo de actor: Amo tu cama rica. El nivel de estos trabajos se encuentra, sin duda alguna, al nivel de la interpretación de Ariadna Gil en la versión cinematográfica de la novela de Cercas, Soldados de Salamina, dirigida por este fuera de serie.

Es muy fácil criticar, insultar. Al escritor y cineasta madrileño le sobran los elogios pero lo cierto es que esta novela corta de menos de doscientas páginas es mala hasta decir bastard. He hecho una búsqueda rápida en Google y parece que no soy el único que la considera infumable pese a que la crítica especializada reza en la faja del libro cosas como "libro personalísimo, a contracorriente, ameno e intenso" (Antón Castro, Heraldo de Aragón), "el mejor libro de David" (Benjamín Prado) o "háganse un favor y léanla" (José Antonio Sau, La Opinión de Málaga). Parece que los elogios acerca de La verdad sobre el caso Harry Quebert sólo marcaban el inicio.

La crítica ya no vale un pimiento. Se escriben artículos pagados por las editoriales. Y no es extraño que sus lisonjeras mentiras vayan en una faja. Pero aunque intenten disimular la tripa cervecera de las novelas en baja forma, cuando te acuestas con ellas en la cama, acabas desnudando la desagradable realidad. Pero tampoco voy a mentir. Blitz no engaña por su portada, que es fea, ni con su principio, que es un mensaje de texto con abreviaturas de móvil, ni con sus páginas, donde hay imágenes en color que no sirven de nada. Una vez me dijeron que los dibujos de un buen libro ilustrado no deben retratar el texto. Bien, aquí se calca, se repite; encima, con poca destreza.

En una entrevista a El País, Trueba afirma que "el sexo con una mujer madura parece proscrito". Desde luego, si es descrito como en esta novela, debería estarlo. Beto, el protagonista con nombre de perro, es un paisajista que, en un concurso de parques y jardines es Múnich, rompe con su pareja. Ahí empezará un recorrido tan inverosímil como forzado con la sexagenaria Helga, su traductora durante el concurso. Junto a los "tímidamente", "sonrojarse", "mujer sola", eché en falta algún "se encogió de hombros". El personaje es más plano que el encefalograma de un zombi, ñoño a más no poder. La inverosímil relación con una mujer adulta es descaradamente edípica. Él busca en ella una madre, no una compañera sentimental.

Ella es totalmente servicial, no tiene voluntad. Él puede comportarse como un completo niño malcriado, como un llorica desagradable, y ella se tragará su rabo. Él puede embestirla totalmente ebrio, en un envite digno de una violación, y ella aceptará en su vagina seca la brutal torpeza de sus dotes donjuanescas. Me recordó a mis encendidos escritos adolescentes donde las mujeres se combaban a mi voluntad cual guión de película pornográfica. Así de penoso resulta, con 46 años cumplidos, el libro de este autor que, si resulta ser cierto que se trata de su "mejor libro", no quiero ni pensar en los unicornios y gilipolleces absurdas que debe haber parido en las páginas de los anteriores.

Revisión 2015

Nuevamente, este año hay más fotogramas que páginas, una tendencia que no me alegra demasiado. Al final, voy a tener que pedirme las vacaciones para poder leer. No hay tantas obras "geniales" como en la lista de películas de 2014 pero poco importa ya que las delimitaciones son tan difusas y subjetivas como mi memoria. El criterio es laxo porque, sin un conocimiento profundo, mezclo las que me parecen artísticamente buenas con aquellas que me fascinaron o me divirtieron enormemente.

Geniales:
Muy buenas:
Buenas:
Reguleras:
Malas:
Nefandas:


Cowboys & Aliens de Jon Favreau


Qué grata sorpresa ha sido Cowboys & Aliens... y creo que me voy a quedar solo con mi dicha. Todo lo que he leído la deja bastante mal. A primeras, sólo puede parecer una mezcla rocambolesca de serie B o Z entre los géneros del western y la ciencia-ficción y, sin embargo, desde mi punto de vista, se trata de la película que mejor replica el espíritu original de las películas del Lejano Oeste.

Daniel Craig interpreta a un vaquero que despierta en mitad del desierto con amnesia y un disparo en el costado. Lo que el piensa que es un grillete muy estrambótico resultará no serlo y, a medida que avance el metraje, irá recobrando la memoria, recordando el origen del brazalete y su relación con las máquinas voladoras que están secuestrando a los aldeanos.

El rostro impertérrito de Craig recuerda al de Charles Bronson en Hasta que llegó su hora. Tal como está dosificada la trama, los extraterrestres hacen su entrada de manera muy progresiva. Consiguen cruzar los dos géneros sin brusquedad. La cara de sorpresa y de incredulidad de la gente es impagable porque no entienden ni por asomo qué sucede.

Nadie se refiere a los invasores como extraterrestres sino como demonios. Y eso está muy bien. El modo en que los protagonistas se enfrentan a las novedades tecnológicas y alienígenas es tan torpe como verosímil porque no saben aprovecharlas. He leído quejas sobre la falta de efectividad de los marcianos pero, vamos, ¿de qué otra manera hubiera sido posible crear una batalla igualada?

Harrison Ford interpreta al terrateniente malvado con mucho humor. No faltan el borracho, el gallito impertinente, los pistoleros bravucones, el niño que quiere empuñar su primer revolver, la mujer de belleza celestial, el barman del saloon ni su esposa mexicana de acento melodioso. Tampoco los indios se pierden la fiesta. Están todos los personajes típicos del género.

También disfrutaremos de los paisajes, los tiroteos, las escenas a caballo y los diálogos lacónicos. No falta nada en esta historia donde los eternos enemigos deberán aliar sus fuerzas para hacer frente al atacante común. El enfrentamiento es claramente desigual pero las concesiones para equilibrarlo me han parecido acertadas porque todos los deux ex machina están desde el principio.

Cowboys & Aliens es una película muy entretenida, que te hará disfrutar otra vez como un niño y que te recordará que el espíritu de aquellas películas de hombres sin ley todavía tiene cabida en el actualidad, lejos del bodrio de los westerns crepusculares y de los remakes donde todo el mundo sale tan guapo, tan limpio y tan peinado que dan ganas de vomitar.

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PD: Si algo tengo que reprocharle son las escenas oscuras. No se ve un pimiento. Hay que subir el brillo de la pantalla al máximo para poder distinguir qué está sucediendo.

Attack the Block


Mi pareja volvió fascinada después de verla en la edición del Festival de Sitges de 2011. Yo la malinterpreté cuando me habló de ella y pensé que se trataba de una comedia. ¿A qué otro género podía pertenecer una película inglesa donde se enfrentaban alienígenas contra chavs (canis ingleses)? No iba a catalogarla como cine social porque difícilmente me imaginaba a Ken Loach dirigiéndola.

En realidad, se trata de una película de ciencia-ficción y acción para adolescentes, con la diferencia de que aquí los protagonistas no son modelos de treinta años aparentando ir al instituto mientras disimulan las patas de gallo. En lugar de una afilada comedia inglesa con niñatos demostrando ser unos cazurros integrales tenemos bromas sobre fumetas y muchas escenas molonas de los chavales en sus bicis, quienes se las saben apañar muy bien gracias a todas las armas que tienen escondidas en sus hogares depauperados. Tengo el convencimiento de que si se hubiera tratado de un producto estadounidense, el resultado hubiera sido laxativo.

No es el caso. La película es entretenida y visualmente atractiva. Tampoco es cierto que deje de lado el humor patrio. Gota a gota, van cayendo alguna que otra dosis de ironía. El problema es que yo me esperaba una parodia muy ácida y es ahí donde mi expectativas chocaron frontalemnte con la realidad. Los fans del último episodio de Star Wars podrán ver a un todavía más joven John Boyega (Finn) liderando la contra. Los seguidores de Nick Frost podrán disfrutarlo nuevamente en la piel de otro personaje inútil, insoportable e imbécil. Los amantes de los efectos especiales podrán disfrutar con el genial diseño de unos extraterrestres que, por fin, son realmente originales.

El final es un reflejo de nuestra sociedad, de la que son hijos los chavs: la victoria es el reconocimiento, los likes en el Facebook o los seguidores en Instagram. Recuerdo que una pandilla de esos malnacidos de no más de 12 o 14 años cada uno le dio una paliza a un conocido cuando estábamos en el país, un británico de veintipico o treinta años de más de metro ochenta. Que ahora se les quiera erigir como estandarte de lo auténtico o lo guay, en lugar de como fracaso social de un sistema segregativo y depaupreante, me toca cuanto menos las pelotas.

Red de Robert Schwentke


RED es la otra cara de la moneda de The Expendables. Aquí también tenemos a un grupo de héroes de acción retirados pero con más talento y más gracia. No me voy a poner exquisito: a mí la idea de Stallone me gustó y la disfruté muchísimo en su primera entrega. La diferencia es que esta ni es un homenaje ni una autoparodia. Aquí los jubilados, a excepción de Bruce Willis, no brillan por su pasado en el género de pegar tiros y dar patadas voladoras.

John Malkovich, Morgan Freeman y Helen Mirren comparten cartel con un John McLane sentimental entrado en años que se enamora de una chica bastante más joven. Todo transcurre romanticonamente (durante, digamos, tres o cinco minutos) hasta que un grupo de asalto entra en su casa en plena noche para coserlo a tiros. Willis, aquí Frank Moses, agente retirado, tendrá que huir para salvar el pellejo y descubrir por qué ahora quieren quitárselo de en medio.

Es una película muy entretenida con mucho humor. Willis, al igual que Harrison Ford, no ha perdido su vis cómica, y con una ligera mueca de su comisura burlona consigue más que muchas caras inertes del panorama actual. La flema británica de Helen Mirren también me pareció graciosísima, sin olvidar el gesto impasible y la voz de Freeman (o, en su doblaje, de Pepe Mediavilla). Malkovich, por su parte, interpreta lo que hubiera sido de Murdock si el Equipo A continuara emitiéndose hoy en día.

Se trata de un elenco que suma casi tres siglos. Hasta Mary-Louise Parker, la "jovencita" de la que se prenda Willis, cuenta, para mi sorpresa, con nada más y nada menos que 51 primaveras, sólo nueve menos que el protagonista. Queda claro, pues, que cuando se trata de cine, los años no restan sino que suman casi siempre a nuestro favor.

Slow West de John Maclean, o cómo me han vuelto a timar


¿Qué decir de Slow West? Que me esperaba otra cosa. Me esperaba saborear un western auténtico pero me he encontrado con algo más popi, con un jovencito Kodi Smit-McPhee frágil cual emo y un Fassbender que no consigue recordarme al actor de Shame o Hunger.

Jay Cavendish es un joven escocés que se dirige al Oeste para reencontrarse con su amor. En su camino, el forajido Silas Selleck le ofrece ser su guía y guardaespaldas a cambio de dinero. Pinta bien en su planteamiento pero el ritmo es extraño, no avanza como cabría esperar. Los personajes aparecen de modo inesperado y las situaciones se suceden con una cadencia similar.

Están, además, todos esos detalles que te sacan de la historia porque se ven más falsos que un billete de 500€ con la cara de Bárcenas. El chaval lleva un jergón azul que parece del Decathlon. Recogen una osamenta de ¿vaca? con una ¿aleta dorsal? de un blanco refulgente que pesa como una pluma. Toma tras toma, queda patente que a todas les falta la pátina necesaria para no parecer grabadas ayer por la tarde.

El talento de John Maclean será prometedor, según dicen, pero aquí destensa el clímax y estropea la experiencia. Por medio de escenas metidas con calzador, se empecina en explicarnos una moraleja evidente sin ser capaz de mostrarla en pantalla: el Oeste es violento, de acuerdo, ¿entonces por qué en esta película parece que vayan de cámping?

La trama parece mejorar pasada la mitad, tras una bien interpretada (y absurda) borrachera de Fassbender. La luminosa escena final con el multitudinario tiroteo en el campo de trigo estéticamente es preciosa pero, como todo lo que llena el metraje de este relato, con poco o ningún sentido. Me resultó toda tan extravagante que, al final, decidí indagar un poco.

¡Pues resulta que no estaba pillando el chiste! Su intención fue filmarla como si fuera un "cuento de hadas europeo", de ahí el toque ingenuo y onírico, de ahí los colores tan vivos full HD. "Coen-esque" afirma una crítica en inglés. "¡Tuputamadr-esque!" grito yo encolerizado. ¡Otro producto que desde máketing lo venden como lo que no es! ¿Y luego queréis que pague, desgraciados?

Slow West es un cuento de hadas europeo sobre algo tan estadounidense como son los cowboys, que transcurre con la lógica de los sueños y tiene una moraleja más cansina que un cuento de El conde Lucanor. Si has pensado que era una peli del Oeste porque salen vaqueros, caballos, tiroteos, indios y cuatreros, el problema es tuyo (por lo visto).

The IT Crowd


La he visto tarde pero la he visto. Lo que había leído y oído provenía de auténticos seguidores de esta comedia británica sobre informáticos repleta de humor absurdo e incómodo. En su día no la seguí porque el primer episodio no me hizo la suficiente gracia como para alcanzar las altas expectativas que los fans habían creado en mi cabeza.

Unos años después, he repetido y no ha estado tan mal pero, sinceramente, tampoco tan bien. Aparte del inconmensurable episodio del musical gay o, también muy buenos, el del caníbal o el de la cena en casa de Jen, y sumado algún otro con el que me descojoné, no me ha parecido tan divertida.

La serie empieza cuando Jen Barber miente para conseguir un puesto en Reynholm Industries, asegurando que entiende de ordenadores. La contratan como del departamento de informática, donde trabajan Roy, un irlandés más perro que Rantamplán, y Moss, el imposible hijo secreto de Diana Ross y Steve Urkel.

Personalmente, Roy me parece bastante gris y Moss, excesivamente insoportable. Sobre el director de la empresa, Denholm Reyholm, oí maravillas pero tampoco me ha parecido tan hilarante, aunque lo prefiero antes que su hijo Douglas. Richmond, el chico gótico que trabaja en la sala de servidores, tiene su punto pero creo que mi favorita sería Jen por no tener ni repajolera idea de nada.

The IT Crowd es una serie que, en general, no me ha parecido extraordinaria ni muy divertida pero que, en sus puntos álgidos, se acerca al mejor nivel de un Ricky Gervais inspirado.

Jessica Jones, serie de Netflix


Decir que esta serie de superhéroes es inverosímil no es una estupidez. Toda obra de ficción debe suspender nuestra incredulidad para sumergirnos en su universo. Sin embargo, aunque puede ser irreal, con seres que vuelan, no puede faltar a la coherencia interna de su propia fantasía.

Jessica Jones (Kristen Ritten) es una detective privada con superfuerza creada por el archipremiado historietista Brian Michael Bendis para la serie de cómic Alias. Su antagonista es Kilgrave (David tennant), un personaje con la habilidad de controlar la voluntad de otras personas y obligarlas a acatar sus órdenes. Ambas caras de la moneda repiten el binomio Lex Luthor-Supermán, donde el mayor rival de un ser superpoderoso es un humano físicamente débil pero con capacidad para someter a otros y tejer una gran tela de araña en la que atrapar al protagonista.

La serie no se libra del defecto de otros productos de la compañía como Bojack Horseman o Unbreakable Kimmy Schmidt. Netflix necesita contenido propio para depender menos del resto de canales y poder negociar con él pero no es lo mismo ofrecer una serie de seis capítulos que una de doce. Aunque el planteamiento inicial de Jessica Jones suena atractivo, los capítulos resultan cada vez más tediosos y erráticos. La supuesta detective da más palos de ciego que un vendedor de la ONCE borracho y, cada dos por tres, la investigación es interrumpida por escenas de relleno que no aportan nada ni a la trama ni al desarrollo de los personajes.

Netflix no sabe dosificar sus historias. En Bojack Horseman presentan la relación amorosa demasiado pronto (el mejor momento hubiera sido nunca). ¿Alguien se imagina que hubiera sido de Frasier si Niles se hubiera declarado a Daphne en el quinto episodio? Aquí, el caso que lleva a Jessica hasta Kilgrave va muy rápido y, luego, parece que no saben como desenredar el ovillo para volver a separarlos. Todo está lleno de "Mátalo", "¡Oh! No puedo matarlo porque [razón peregrina]". ¿Y adónde llevan todas estas pajas mentales de buenismo ñoño? Exacto, conducen a "Voy a matarlo".

Nos hartamos de ver a Kristen Ritten posando a lo Christina Ricci con actitudes más que aprendidas de chica dura-guay-atormentada. El problema de esto es que la fórmula se agotó en los 90 cuando MTV todavía emitía videoclips musicales. Hay series en las que uno se harta de ver a los personajes cambiarse de muda y en otras, como esta, uno reza porque se quite esas bragas acartonadas que deben poder caminar solas. Luego tenemos las peleas, cuyas coreografías son terribles. Marvel acertó con Scarlett Johansson y la Viuda Negra. ¿Por qué se equivocan ahora?

Mi principal aliciente para ver la serie fue una crítica muy elogiosa donde se hablaba de un enfoque diferente, un acercamiento feminista al género superheroico todavía no mostrado en pantalla lejos de la testosterona y las competiciones de quién la tiene más grande. Considero que los temas a los que se refería el artículo están tratados pésimamente, con poca profundidad psicológica y mal interpretados. Las escenas de borrachera de la protagonista se ven de lo más ridículas. Es una serie tan novedosa que parece Buffy Cazavampiros en (todavía más) malo.

¿Por qué la superheroína queda K.O. con el golpe de una barra metálica pero no con la embestida de un camión? ¿Por qué un malo puede lanzarla contra una pared y romper el muro y, luego, no es capaz de tirar una puerta abajo? ¿Por qué si tiene superfuerza para lanzar a los pandilleros por encima del hombro no puede romperle la muñeca a un tipo con una pistola? ¿Qué sentido tiene que Kilgrave se exponga constantemente si esa es su mayor debilidad? ¿Para qué tardar siempre tanto en salir a perseguir al malo si no es para permitirle escapar con una puñalada en el costado?

Tanto el genio criminal de él como la perspicacia de ella brillan, junto a las habilidades portentosas de los guionistas, como el reflejo de una luna nueva en un pozo de alquitrán. Ni el talento de Tennant ni la anatomía de Mike Colter la salvan. No sólo es incoherente e idiota; encima, es un bodrio.

On / Off

En plena oscuridad, las marionetas de cera buscan el interruptor en una pared infinita… él deja la cámara a un lado y decide ayudarles…

Siempre sucede igual… Eladio toca, resigue, reconoce el terreno… se mueve, recuerda la posición de las farolas, de los edificios, de las barandas… oye los pájaros, el caminar de las figuras grises, las olas, el tráfico… no es que él pueda encontrar cualquier interruptor sin problema, es que él lo busca hasta encontrarlo…

Sabe que los peatones leen la noticia que hay escrita sobre él en el diario, pero no lo ven… pasan de largo demasiado preocupados por todo aquello que no pueden ser ni hacer… Él encierra la angustia de sus pasos, las calles que pisan y los puertos que nadan… si lo vieran no se lo creerían… pero él cree y no ve…

Piensan que es curioso, las figuras tristes, piensan que es portentoso, ellas, pero es la visión desviada, la primera meditación cartesiana, la que las engaña… pensar que poder es divino —es enorme—, es desidia… En sus manos, la impotencia de la humanidad es una verdad como un puño cerrado y cobarde, ellos creen, la humanidad de la impotencia…

La incapacidad es humana, la renuncia también… el libre albedrío se fugó por el pasillo negro de las bocas de lobo donde se pierden las máscaras de cera… Eladio les enciende la luz e intenta enseñarles dónde está el interruptor, pero ellos se quedan atónitos al ver la bombilla y empiezan a adorarla y a levantarle templos, y etcétera, etcétera…

Con cara de ir a caer en el precipicio, Eladio Reyes vuelve a coger su cámara… se dirige al desfiladero cotidiano, sin miedo, saca unas cuantas fotos, negocia con ellas, las vende, y vuelve a casa una vez hecho el trabajo… en el buzón, dos cartas de admiradores fanáticos y una factura de la luz por pagar…

nadie ha tenido la consideración de escribirlas en braille…

Macbeth de Justin Kurtzel es decepcionante [SPOILER... de aquella manera]


Ostras, Fassbender y Cotillard, actorazos y guapos de la pantalla, interpretan una obra de Shakespeare. Un crítico elogia al actor irlandés en el cartel: "Fassbender ha nacido para esto". No es el único. Los periodistas especializados reciben con artículos encomiásticos y elevado número de estrellas este estreno tan esperado. Hay que ir, será un peliculón, ¿no?

La vi en versión original pero, evidentemente, me fue imposible seguirla sin los subtítulos. Mi primer gran error fue no leer antes una sinopsis del argumento. Las obras como Romeo y Julieta o Hamlet son sobradamente conocidas por todos; no así, Otelo o Macbeth. Tenía una ligerísima idea, prácticamente etérea, de que giraba entorno a la traición del protagonista, pero poco más.

En el campo de batalla, tres brujas revelan a Macbeth y a su compañero Banquo que el primero será rey y el segundo, padre de reyes. Sin más explicación, desaparecen. Macbeth, persuadido por su mujer, decide avanzar su destino matando al monarca regente. Una vez en posesión del trono, el miedo a una posible deslealtad por parte de la estirpe de Banquo lo lleva a ordenar la eliminación de todo aquel que pueda convertirse en una amenaza.

¿Por qué considero que este Macbeth está mal planteado? La película tiene una fijación obsesiva por recitar el texto, que mantiene su forma versificada. Se centra tanto en ser literal (que no fiel) que arrastra todo lo demás. No llegué a sentir la locura de Macbeth sino un símil diluido. La afectación teatral chirriaba en el celuloide y, cuando parecía que íbamos a recibir una lección magistral de Fassbender, se precipitaba sobre la escena una parrafada huera y desubicada.

Como observó mi pareja, la artificialidad del texto dramático y su representación no cuajaba con el realismo de la imagen. Tímpano y pupila marchaban por caminos distintos. Hubiera sido preferible haber modificado el texto. Mayores silencios y mayores concesiones hubieran permitido a los actores transmitir un auténtico descenso a los infiernos en la pantalla y no en las butacas, donde el sopor caía como una lápida.

Los personajes hacen mutis absurdos, como cuando Madcuff abandona el banquete sin discreción alguna a vista de todos, o reaccionan de manera inverosímil, como cuando Malcolm, hijo del rey, descubre a Macbeth ensangrentado junto al cadáver de su padre y huye. Pensé que eran incoherencias de la obra original, cosas del siglo XVI, pero resulta que estas meteduras de pata son culpa del guión que, pese a empecinarse en mantener el verso, inventa de la manera más idiota e innecesaria.

En ningún momento Malcolm se encuentra con Macbeth. Desaparece porque teme que el asesino vaya también a por él y este hecho lo aprovecha el protagonista para acusarlo del regicidio. En la película, ¿qué sentido tiene fugarse cuando lo ha pillado con las manos en la masa? En el texto clásico, descubrimos por un mensajero que Madcuff se ha marchado a escondidas (y no exponiéndose ante toda la corte), algo totalmente sensato visto lo que le ha sucedido al malhadado Banquo.


¿Y esos planos tan chulos que se ven en el tráiler? Se corresponden a las dos batallas que abren y cierran el filme. Visualmente son espectaculares pero cuando las sitúas en lo que es la película, una historia con una evolución y unos diálogos incoherentes, adquieren la profundidad de un videoclip. La belleza se queda en un filtro de Instagram, en una capa de Photoshop.

He visto a Fassbender en Shame, en Hunger, en Fish Tank, en Doce años de esclavitud, y me ha emocionado. En esta película casi me inclinaría más por Cotillard, pese a preferirla en Dos días, una noche. No voy a negar que mi decepción se origina en unas expectativas más altas que la valla fronteriza del idioma. Pero aunque parte del problema pueda estar en mí, esta película fracasa al desaprovechar un presupuesto, un reparto y un texto con el que muchos soñarían.

Acabada de ver, uno se pregunta qué ha aportado, ya no al imaginario de la obra sino al espectador. Mi primera respuesta sería "sueño", entre mucho y bastante. La segunda ha sido descubrir que el nombre del protagonista no se pronuncia "Mácbeth" sino "Macbéth". La conclusión está clara: Macbeth es una Dormidina demasiado cara y en España seguimos sin tener ni puta idea de inglés.

Restauración 2015

La pereza hace que no haya escrito reseñas más detalladas de estos locales donde tanto disfruté comiendo. Los apunto aquí para no olvidarme de ellos.

AMETLLA DE MAR (SEPT 2015)
  • La Subhasta (Sant Joan 3, Ametlla de Mar)
    • Local de cocina fusión. Las dos veces que fuimos, fueron bastante lentos. Pero la primera vez, comimos de maravilla: pata de pulpo a la plancha (7,50€), tataki de atún (14,70€) y patatas con alioli y sobrasada (3,50€).
    • Desgraciadamente, fuimos una segunda vez en el mismo fin de semana y la experiencia fue menos satisfactoria. Parecía que hubieran cambiado al cocinero.
  • Restaurant Mestral (Miguel de Cervantes 32, Ametlla de Mar)
    • Restaurante de toda la vida. Menú marinero. Arroces, pescado. Caro pero excelente.

LONDRES (JUNIO 2015)
  • Jane Roe Kitchen (90 Old Street)
    • Buenas hamburguesas con grandes nombres, cerveza y buenos postres
    • Dirty Burger, £9,95; The Wandering Whore, £9,95; pastelito de frambuesa, £4,50
    • Al lado del EasyHotel de Shoreditch
  • Poppie's (30 Hawley Cres)
    • Fish&Chips auténtico con decoración y camareras uniformadas de los años 50. Trato impecable. Servicio rápido.
    • Hay dos tamaños de fish&chips: el normal, que es muy grande; y el grande, que es descomunal. Está muy bueno. Viene con patatas y salsas.
    • Puedes pedir zumo de gengibre y refresco de vainilla. Agua de grifo buena y gratuita (como suele ser habitual en Inglaterra)
    • Dos fish&chips de merluza tamaño normal, £23,40; ensalada, £3,95; refresco de vainilla, £1,95; zumo de gengibre, £2,45; café machiato, £2,00.
    • Situado en Candem Town.

Auditoría 2015

Este año mis compras de música digital crecieron. Escribo esto para hacer seguimiento de lo que voy escuchando, no porque tenga un dominio demasiado elevado sobre el tema. Es una especie de diario musical.

REVIVAL

Este ha sido un año, sobre todo, de recuperar discos que escuchaba tanto de adolescente como de veinteañero. Volví a disfrutar y escuchar en bucle discos como los siguientes.

Vampire Weekend (2008) y Modern Vampires of the City (2013)

Vampire Weekend es una banda de indie pop que conocí mientras trabajaba en la librería y cuyo primer disco escuchaba sin parar. Es pura energía, tremendamente alegre. Con Spotify y Youtube lo retomé tras unos años de descanso y descubrí sus otros álbumes: Contra (2010) y Modern Vampires of the City (2013).

El segundo es el que más reconocimiento les dio y el que tiene una mayor variedad de registros (ska, synthpop, speed rap, rave), pero también es el que menos disfruto porque se parece demasiado al primero sin alcanzar su éxtasis frenético. Curiosamente, aunque el tercero tiene un sonido más melancólico y oscuro, lo aprecio más.

Ortopedias bonitas (2007) de Manos de Topo

Otro disco de la misma época que en su momento no me compré por tener un sueldo de mierda (y por enfocar mis gastos en tebeos y libros), y que volví a él con los servicios de streaming para finalmente pasar por caja. La burla patética hacia las canciones de amor con los gallos lastimeros del cantante y sus letras surrealistas son de lo más original del indie pop en España.

Unidad de desplazamiento (2000) de Los Planetas

Discazo de la banda más influyente del indie rock español. Santos que yo te pinte, Anuncio para coches o Que no sea Kang, por favor son algunos de sus fantásticos temas. El más destacado, sin embargo, es Un buen día, el primer single con el que el gran público entendió por primera vez qué era lo que decía el cantante del grupo.

Dutty Rock (Re-release 2003) de Sean Paul

Fue el primer cantante que me enganchó a los pegadizos ritmos jamaicanos. A diferencia del estilo más agresivo de los raperos que empezaban a conquistar la escena musical en España con Eminem a la cabeza, los ritmos de Sean Paul se acercaban más al reggae y al dancehall. Es difícil que el cuerpo no se deje llevar por temas como Gimme the light, Like Glue, My name o Get Busy.


"LO NUEVO"

No sé si decir que descubrí nuevos grupos, pues muchos de ellos ya los había escuchado, pero siempre de refilón, sin haberme descargado ningún disco suyo.

Direct Hits (2013) de The Killers

Grandísimo recopilatorio de The Killers con Brandom Flowers cantando Somebody Told Me, When You Were Young, Human, Spaceman, Mr. Brightside,... No hay ninguna canción de estas que no te dé ganas de ponerte a correr por el parque como un loco.

Rumba a lo desconocido (2015) de Estopa

Se lo compré a mi suegra, que es una groupie irredenta del dúo de Cornellà, y de rebote, por arte y gracia del servicio de Autorip de Amazon, me quedé en MP3. Si hubiera sido por mí, no lo hubiera escuchado nunca. Me repelía la portada horrible que habían elegido y el videoclip de Pastillas para dormir con el que presentaron el álbum me pareció muy cutre.

Después de los tres primeros (Estopa,1999; Destrangis, 2001; y ¿La calle es tuya?, 2004), habían dejado de interesarme porque sus letras habían dejado mucho que desear. En este parece que retornan un poco a los orígenes. No sé si es bueno, pero a fuerza de escucharlo una y otra vez acabó por gustarme más de lo que hubiera esperado.

Una Mattina (2004) de Ludovico Einaudi

Si el año pasado confesé que había conocido a Chamillionaire por un recopilatorio de Mario Kart, éste rizo el rizo. Llegué al compositor Ludovico Einaudi nada más y nada menos que por un vídeo de jugadas de Ronaldinho. A medio camino de la música clásica, el pop y el minimalismo, el pianista italiano recrea a la perfección la atmósfera de una mañana melancólica, relajante, tranquila y bella.


El retorno de Adele después del exitazo de 21 (2011) fue un poco descorazonador. Es un álbum más apagado, sin esos temas arrebatadores que amenazaban con devorar el mundo. Por suerte, la fuerza de sus dañadas cuerdas vocales se ha recuperado y ha conseguido inyectarnos hasta la médula canciones preciosas como Hello o Million Years Ago.

Calle 13 (2005) y Entren los que quieran (2010)

El reggaeton llegó a mi vida. Recuerdo que años antes un amigo me los recomendó, pero no me atrajeron demasiado. Pero a raíz del videoclip de El Aguante llegué al ukelele de Muerte en Hawaii, a la cumbia lúbrica de Atrévete-Te-Te y a la letra de Un Beso de Desayuno. Y ya está, obsesionado con el dúo puertorriqueño, y mi cartera detrás.
  • Calle 13 (Explicit Version, 2005)
  • Entren Los Que Quieran (2010)
  • Un Beso de Desayuno (Residente o Visitante, 2007)
  • Pa'l Norte (Residente o Visitante. 2007)
  • No hay nadie como tú (Los De Atrás Vienen Conmigo, 2008)
  • El Aguante (MultiViral, 2014)